Cultura

Pretextos tontos para la violencia

Thriller/Terror, EEUU, 2013, 85 min. Dirección y guión: James DeMonaco. Intérpretes: Ethan Hawke, Lena Headey, Max Burkholder.

Imaginen que dentro de diez años un Gobierno pragmático-dictatorial de los Estados Unidos hubiera ideado una estrategia sumamente original para reducir la población y con ella el paro, aumentar el bienestar de los supervivientes y desahogar los peores instintos de los ciudadanos a través de un desahogo catártico: una noche al año la ley se retrae, las fuerzas de orden público desaparecen y los ciudadanos pueden matarse unos a otros con total impunidad y libertad. Pasado ese tiempo las desahogadas criaturas supervivientes son necesariamente menos que se reparten más; y están tan desahogados que la paz social está garantizada hasta el próximo año. Una especie de guerra a fecha fija y con duración limitada que ha logrado eliminar el paro, barrer la pobreza, acabar con la delincuencia y garantizar la prosperidad.

A más dinero, más seguridad cuando llega la noche de la purga. Como en nuestras sociedades, pero a lo bestia. El protagonista es un acomodado experto en seguridad que vive con su agradable familia en un lujoso barrio residencial blindado. Para él la noche de la purga no supone ningún problema. El retrato del encantador barrio residencial me pone en guardia: utiliza el truco de presentar la felicidad como simulación, la educación como hipocresía y la bondad como quimera inalcanzable. Que serán destrozadas por la realidad. La supuesta crítica a la fragilidad, falsedad y doble moral de esta acomodada América biempensante -presentada como un anuncio bobo- es una argucia (estamos muy lejos de los relatos de John Cheever) para justificar la orgía de violencia con fines comerciales que habrá de seguir. Y para subirse al carro del triunfante nihilismo consumista de masas. Que los peores asesinos de la película sean jóvenes bien educados con chaqueta y corbata supongo que será un guiño demagógico.

La aparición del niño de los pelos lacios -estética Farruquito con mirada de Chucky- y su muñeco acentúa mi alarma. Su hermana adolescente, tan ardiente como estúpida, tampoco hace presagiar nada bueno. Tal vez el planteamiento inicial fuera un buen arranque pero los malos presagios anuncian desfallecimientos en el guión (el niñato que no ha encontrado mejor noche que esa para aclarar las cosas con el padre de su novia, el súbito arranque de compasión y dominio técnico de los mecanismos de seguridad del niño de los pelos lacios) que una realización limitada no es capaz de subsanar.

No nos engañemos. En realidad lo que la película promete y el público espera no es la crítica de una sociedad deshumanizada, sino un espectáculo de violencia que nos haga a todos un poquito más inhumanos frente a las cada vez menos humanas pantallas. Antes de que medie la película todo se derrumba en el ridículo. Una especie de Halloween -con mascaritas incluidas- en el que la frase es: ¿muerte o trato? Que haya tenido tanto éxito en los EEUU es un mal síntoma. Y si lo tiene entre nosotros, también lo será.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios