Cultura

Original y valiente homenaje a Chaplin

el precio de la fama

Comedia dramática, Bélgica-Francia-Suiza, 2014, 110 min. Dirección: Xavier Beauvois. Intérpretes: Benoît Poelvoorde, Roschdy Zem, Chiara Mastroianni, Nadine Labaki, Peter Coyote, Xavier Maly y Séli Gmach. Guión: Etienne Comar. Música: Michel Legrand.

Cuando en 1991, a los 24 años, Xavier Beauvois debutó con Norte se intuía un buen director. Las siguientes No olvides que vas a morir, Selon Matthieu, premiada en Cannes la primera y nominada al León de Oro veneciano la segunda, y El pequeño teniente lo confirmaron. Pero en 2010 la extraordinaria y justamente multipremiada De dioses y hombres le hizo dar un salto importante: no era sólo un buen director, sino un grandísimo director. Tres años más tarde Beauvois desconcertó a los críticos y demostró su creatividad abordando por primera vez la comedia -eso sí, triste- al centrarse en una historia predestinada al fracaso que él logra convertir en una obra cruel y tierna a la vez.

Basándose en unos estrambóticos hechos reales -el robo del cadáver de Chaplin en marzo de 1978, tres meses después de su fallecimiento, para pedir un rescate a la familia- ha montado una extraña, divertida, triste y tierna comedia por completo atípica que sólo podría tener como referencias al propio Chaplin y su antihéroe Charlot siempre derrotado, a quien homenajea con devoción y ternura, y las comedias italianas de desdichados metidos en enredos que siempre acaban mal. Una especie de Rufufú en versión necrológica. No se olvide que el título original de esta obra maestra de Monicelli era I soliti ignoti (Los habituales don nadie). Matiza la negrura del robo de un cadáver -¡y el de Chaplin!- la humanidad rota de los desdichados protagonistas, chaplinescos y clownescos derrotados (y por ello también un punto fellinianos, un poco al modo del robo del ángel en I vitelloni o de las desventuras del Ivo Salvini de La voz de la luna) que forman una pareja en la que se pueden percibir ecos, además de Chaplin, de Laurel y Hardy o del clown blanco y Augusto. Porque el circo -otro nexo de unión con Chaplin y Fellini- está también en el trasfondo de esta imposible pero lograda película.

Hacer un homenaje a Chaplin a partir de tan desagradable anécdota (y con la aprobación de la propia familia Chaplin, algunos de cuyos miembros participan como intérpretes) y construir una comedia con tan macabros materiales era, como se ha dicho, una empresa destinada al fracaso. Una comedia triste, desde luego, como triste es el trasfondo de los mejores Chaplin (que, por otra parte, son todos). Pero Beauvois triunfa gracias a su talento, que tiene como instrumentos privilegiados un muy buen guión de Étienne Comar, que fue productor y guionista de De dioses y hombres, unas espléndidas interpretaciones de Benoit Poelvoorde -el más famoso comediante belga, maravilloso clown en esta película- y de su habitual Roschdy Zem, y como guinda una extraordinaria banda sonora del grandísimo y octogenario maestro Michel Legrand.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios