El viaje de arlo

Animación, Estados Unidos, 2015, 100 min. Dirección: Peter Sohn. Guión: Meg LeFauve. Música: Jeff y Michael Danna. Cines: Odeón Bahía Plaza.

Empezamos a cansarnos de la inercia favorable que acompaña a todos los productos Pixar, sobre todo cuando la loa generalizada se concentra siempre en los mismos tópicos del talento, el ingenio, la sensibilidad y la inteligencia unidos en una imprecisa e intercambiable categoría crítica que anula matices y bloquea análisis más profundos que, en lo que respecta a lo ideológico, tal vez arrojarían ciertas reticencias sobre la deriva conservadora y regresiva de la casa tras su alianza con Disney.

El viaje de Arlo permite al menos cuestionar algunos de estos lugares comunes incluso en su diseño animado, que si bien sigue siendo deslumbrante en lo que respecta a las prestaciones fotorrealistas de la imagen, aunque hasta un extremo que hace casi inútil el sentido mismo de la existencia de los fondos en la animación, parece menos inspirado ya en lo que respecta a las tramas, criaturas y personajes, simplificados al gusto de un público infantil que prefiere el trazado lineal, el gag facilón y reconocimiento rápido a los juegos narrativos, los matices gestuales o los detalles de caracterización.

Y es que la historia con dinosaurio torpe y humano salvaje es aquí escasamente ingeniosa incluso en su inversión de roles, aunando familia, orfandad, superación de temores y complejos y viaje de regreso al hogar como conceptos elementales de una aventura en la naturaleza virgen que revela el western clásico que lleva dentro para un público sin necesidad de referencias.

El corto que la precede, Sanjay's Super Team, tiene tanta o más miga animada en apenas cinco minutos.