Cultura

Ninfas y pastores en los campos jerezanos

Como viene siendo habitual en los últimos años, el Teatro Villamarta ha vuelto a demostrar mayor sensibilidad, olfato y capacidad de planificación en función de intereses artísticos que la mayoría de los teatros vecinos e incluso nacionales. En este caso, ha sido el único teatro español que ha programado en este Año Monteverdi la obra maestra del genio cremonense, esta Fábula en música de cuyo estreno se cumplen justamente cuatro siglos. Y se ha hecho con algunos de los mejores intérpretes posibles en la actualidad, consiguiendo que el reconocido conjunto La Venexiana venga ex profeso a Jerez para presentar su admirada versión de L'Orfeo.

Se trató de una versión semiescenificada muy calculada y llena de detalles pensados para atraer la atención del público y provocar alguna que otra sonrisa. El muy imaginativo y visualmente impactante vestuario, los juegos de luces y los movimientos de actores suplieron con creces una puesta en escena completa. Al conjunto instrumental de La Venexiana le faltó relieve sonoro y una mayor variedad tímbrica. El reducido grupo de instrumentos de cuerda, su situación muy atrás en el escenario y la ausencia de la concha acústica privaron al resultado final de brillo y magnificencia. Cavina se recreó, en los pasajes pastoriles del primer acto, en tiempo pausados, algo lentos en algunos momentos y faltos de incisividad, de acentuaciones y de variedad dinámica.

Mirko Guadagnini fue un Orfeo ideal. Su voz eminentemente lírica, a la que sólo le hubiera hecho falta algo más de volumen en algunos pasajes, fluyó con aplastante naturalidad y con un dominio técnico de las difíciles ornamentaciones realmente impresionante. Así lo demostró en un magistral Possente spirto lleno de matices y de acentuaciones y en un conmovedor lamento del quinto acto. Fastuosa sin más estuvo toda la velada Emmanuela Galli desde su presentación inicial como la Música y como Euridice, matizando hasta lo infinito el canto en función de los afectos. Una enorme sorpresa fue la Esperanza de José Mª Lo Monaco (no, no es un error, se trata de una chica), de bellísima voz y de fraseo suave y delicado. Todos, junto a la magistral Mensajera de Banditelli y al contundente Caronte de Vitale, certificaron una nueva noche histórica para el teatro de Jerez de la Frontera.

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