Cultura

¿Lee alguna vez alguno de los libros que quema?

  • l'Fahrenheit 451 de Ray Bradbury' es una adaptación al cómic realizada por Tim Hamilton de esta famosa novela lLa obra se desarrolla en un futuro distópico e inquietante

La joven Clarisse McClellan le pregunta al bombero Guy Montag: "¿Lee alguna vez alguno de los libros que quema?". Esto sucede en la novela Farenheit 451, escrita y publicada por Ray Bradbury en 1953. El título de la novela se refiere a la temperatura a la que arden los libros.

Esta novela se desarrolla en un futuro distópico, en unos EEUU decadentes a punto de entrar en una guerra atómica. La población vive anestesiada en la fútil búsqueda de la felicidad a través de los entretenimientos masivos del deporte y la televisión. En una sociedad en que poca gente se atreve a pensar por sí misma y los libros y la gente que los lee se han ido convirtiendo poco a poco en parias incómodos a los que arrinconar, los bomberos, que controlan a una población alienada por la televisión, ya no apagan fuegos sino que se dedican a quemar libros (y no necesariamente sólo libros) que puedan provocar cualquier atisbo de pensamiento crítico. Una noche, un bombero llamado Guy Montag, que disfruta de su trabajo y del olor a queroseno, está de regreso a casa cuando se encuentra con la joven Clarisse McClellan. Desde este encuentro, empezará a replantearse su existencia y la del mundo tal y como lo conoce.

Montag se cuestiona su realidad a raíz de las reflexiones de Clarisse que, con un comportamiento antisocial, charla sobre una época pasada en la que los bomberos apagaban fuegos, no ve la televisión y disfruta del rocío de la mañana.

Más de medio siglo después de que Bradbury escribiera Farenheit 451, Tim Hamilton creó la versión en cómic. El propio Bradbury dice en el prólogo que está emocionado con este rejuvenecimiento de su obra, que salió en 2009 con un gran éxito. Los dibujos y el color del cómic han creado la sensación de crítica que pretendió su autor antaño. La historia la escribió Bradbury por entregas en 1953 en Playboy. Una denuncia de la censura de libros en Estados Unidos en los años del macarthismo a la vez que una reivindicación de la lectura.

Fahrenheit 451 fue adaptada al cine en 1966 por François Truffaut, pero Tim Hamilton no quiso ver esta película para que no influyese en su adaptación al cómic.

Esta adaptación que nos ofrece el noveno arte es más fiel al original literario que la que presenta el filme de Truffaut. Y sin embargo, el futuro que recrea el dibujante es similar al del filme. Estéticamente aséptico, procede del ideario de cualquier ciudadano de los años cincuenta. No existe alta tecnología como la entendemos en el siglo XXI.

Hamilton usa mayoritariamente la tinta negra para definir los dibujos, de corte realista, de manera que el color sólo se muestran en los detalles: ropa, rostros, pelo, etc., mientras que el negro más absoluto define el entorno urbano en que se sitúan. Otra técnica muy efectiva para dotar al cómic de un aire pesimista consiste en usar en cada página un único color pero con diferentes tonalidades. Por ejemplo las escenas con fuego tienen un rango basado en colores cálidos e intensos, mientras que las escenas urbanas se trazan con gamas frías, siempre muy claras y apagadas, y las que transcurren en las afueras de la ciudad y en el bosque donde el protagonista toma contacto con los hombres-libro destacan por los verdes muy oscuros.

Hamilton se hizo muy conocido en Estados Unidos en los años noventa por trabajos como ilustrador para The New York Book Review, Cicada Magazine, King Features y, antes de adaptar la obra de Bradbury, ya lo había hecho con La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson.

Hamilton reescribe Fahrenheit 451 de una manera inolvidable. Guy Montag y Clarisse McClellan cobran vida, y a veces parecen abandonar las dos dimensiones del papel, lo mismo que el fuego y el olor del queroseno.

Hamilton se muestra como un narrador sobrio y respetuoso con el original, puede que contando con el conocimiento previo de la obra por parte del lector para no profundizar demasiado en el tratamiento de los personajes que aparecen difusos y borrosos en medio de una sociedad gris y opresiva bien reflejada a través de su dibujo. Hamilton realiza una adaptación muy fiel y se muestra como un artista competente, especialmente brillante en sus elegantes composiciones de página y en el tratamiento que da al fuego en la historia.

La próxima semana: la etapa del historietista belga André Franquin en la serie Spirou y Fantasio, desarrollada entre los años 1946 y 1950.

Monitor del club de lectura de cómic

Marco Macías de la Biblioteca Pública Provincial de Huelva

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