Cultura

Lección magistral de Ponce en su regreso a la feria de Manizales

  • El diestro valenciano cuaja una gran faena en la plaza colombiana. Luis Bolívar también abre la puerta grande y Rincón no tiene suerte al tocarle el peor lote

Una gran tarde de toros se vivió ayer en la cuarta corrida de la feria de Manizales, en un día frío y lluvioso, en el que triunfaron con fuerza Enrique Ponce y Luis Bolívar. El de Chiva, que regresaba a la capital de Caldas tras trece años de ausencia, cuajó una memorable tarde.

A su primero lo saludó con unas elegantes verónicas para comenzar posteriormente la faena de muleta con unos doblones. A partir de aquí, con una extraordinaria facilidad, bordó literalmente el toreo, primero con sus series en redondo y luego al natural, siempre a base de muletazos muy templados, componiendo bien la figura, que culminaron en un brillante epílogo de toreo desmayado y rubricado con un certero espadazo. Cortó dos orejas.

Pese a que el tardo quinto a priori no parecía querer colaborar con el valenciano, éste fue poco a poco haciendo al toro cuajando otra gran faena en la que de nuevo puso la plaza boca abajo, a base de un toreo lento y templado, destapando toda su genialidad artística. Fue ésta otra insuperable faena que quedará grabada en la retina de la afición manizaleña y que le hacia acreedor a los máximos trofeos. De nuevo fue certero con la espada, aunque esta vez el toro se amorcillo, tardó mucho en doblar y fue ovacionado por el público.

El otro triunfador de la tarde fue Luis Bolívar. Saludó a su primero con un farol y una larga cambiada, ambas de rodillas. Muleta en mano inició su quehacer con un par de pases cambiados, para continuar luego en redondo con gran lentitud y temple en la interpretación de los muletazos.

También de rodillas, con una larga cambiada, recibió Bolívar al que cerró plaza. Sin embargo el animal, que embistió con sosería y siempre con la cara alta, no le permitió gran lucimiento, terminando pronto por rajarse, fallando el diestro con la tizona.

No tuvo suerte César Rincón. Sorteó el peor lote. Su primero fue abanto de salida y el cuarto apenas tuvo recorrido.

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