Cultura

LEYENDA

  • Se cumplen seis décadas del nacimiento del cantaor más universal e inmortal de la Isla, José Monge, del que ahora se publica 'El último concierto. San Juan Evangelista'

El "cuatro pistas" de Juan Vargas pudo haber sido el ingenio que nos habría proporcionado los momentos insólitos de flamenco en la Venta cañaílla. El ventero, también cantaor, había situado su establecimiento en la geografía flamenca de la época, la geografía de cantes y señoritos y... señoritas. Desde principios de los 40, en la Venta de Vargas, estuvo todo el que era alguien en el cante. Digo que no sólo los asiduos, como Manuel Monje, el hermano de Camarón, José Llerena 'Chato de la Isla', Rancapino, El Cojo Farina... Al establecimiento isleño fue Aurelio Sellés, y Sordera, y La Perla... Era un "yacimiento" de empleo de los flamencos de esa época áspera de nuestra historia, el tiempo del "ganarse la vida" de tantos y tantos artistas excepcionales que ni soñaban que su arte sería considerado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

De aquel "cuatro pistas" de Juan Vargas en la que pudo haber cabido la historia del cante recuerdo el día en que José Picardo y su hermano Lolo me dijeron que tenían una "cinta" con grabaciones de Camarón.

Pedí verla y me subieron a las habitaciones de arriba de la Venta, donde vivió María Picardo, la inolvidable María de la Venta de Vargas. La "cinta" estaba dentro de su caja de cartón y en una bolsa de plástico. No me lo podía creer, mucho más cuando José Picardo me dijo que él había puesto el "cuatro pistas" en la ventana que daba a la entrada de la venta y el micrófono sobre la mesa en la que tomaban unos vinos Juan y algunos amigos. La noche en que cantó Camarón lo que acabamos llamando Ricardo Pachón y yo la "seguiriya de los grillos".

La Venta de Vargas de la Isla de lo años 50 y 60 estaba en las afueras de la ciudad, a pie de la carretera nacional y en medio de los esteros. Cuando oímos esa seguiriya perfecta en los auriculares aparecía un ruido que era, no sé, como un camión que pasaba por la puerta. Y eso era. Digo que pasaban camiones y cantaban los grillos en el silencio de la noche.

Con esta grabación hicimos la producción del disco Venta de Vargas. Y entre ellas, además de la sorpresa mayúscula de la seguiriya, pedida sin duda por la concurrencia de aquella noche, escuchamos los fandangos en los que Camarón recuerda que durmió con su padre la noche que su padre murió.

Hoy hace 60 años de casi todo lo que ha rodeado al cantaor más universal que ha dado La Isla. Llegar hasta la piel de José Monje es atravesar cien capas de la cebolla dura de las vidas apócrifas, las leyendas sin fundamentos y los silencios interesados. Quiero decir: ¿por dónde empezar? Me gusta responderme no ha muerto porque es el destino de los inmortales, los que levantaron su estatura hasta el infinito.

En el año 2000, en el interior de la celebración de una gran exposición que me pidió que hiciera Rafael Román, un gran hombre de la Cultura, sobre Camarón, logramos que se le concediera al cantaor de La Isla "La Llave de Oro del Cante". Fue todo una batalla. En los últimos diez años siguieron saliendo discos. Hoy, aniversario de su nacimiento, se presentará uno de los tres importantes que siempre esperaron los aficionados, el Concierto de Brasil y el del Centro Cultural de San Fernando quedan pendientes. El concierto de San Juan Evangelista fue como el último esplendor, las grandes explosiones finales de los fuegos de artificio que fue su vida increíble. Sólo confío en que haya primado, por fin, el interés artístico sobre los otros intereses, aunque tengo mis dudas. Hace mucho que Camarón de la Isla dejó, para algunos, de ser un regalo del arte para todos los españoles y todos los aficionados, a ser una máquina productora de billetes de 100 euros. ¿Comprensible? Para nada.

Como la incógnita absoluta de que en San Fernando, su pueblo, no hayan puesto en pie un Centro de Estudios, una Fundación, un Museo... Camarón de la Isla. ¿Porque era gitano, porque fumaba otros cigarrillos...?

Pero hoy, 5 de diciembre, pienso en el patio de vecinos de la calle El Carmen, en las Callejuelas cañaílla. Poco más abajo, los esteros, la marisma, el caño de Sancti-Petri... Y subiendo la calle, la calle Real, la columna vertebral que no entendió nunca el valor absoluto del hijo de Luis Monje y Juana Cruz, venido a este mundo para revolucionar el Flamenco, para llevarlo a extramuros de sí mismo y abrirle la puerta a toda una juventud que jamás oyó hablar de melismas ni de cantes sinagogales, que nunca oyó hablar de un pueblo hecho de los pueblos de la vía del tren, desde Cádiz a Sevilla, que fundió los metales de una música que era una forma de vivir y una forma de entender el mundo. Lo llamaron flamenco y casi nunca fue entendido.

Camarón cumple hoy 60 años. Muchos no nos creemos que hace 18 años que se fuera porque, como Mozart, hay músicos que nunca mueren, son verdaderamente inmortales.

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