Flamenco

José Anillo: "En Cádiz no se conoce ni lo que hago ni lo que he hecho"

  • El cantaor gaditano, que ultima su primer disco, protagoniza un recital gratuito el próximo jueves, a partir de las nueve, en el Centro Flamenco de La Merced

Suele ser un lugar común cuando se habla con artistas gaditanos, y más si viven fuera y desarrollan su labor profesional lejos de su ciudad, de donde se han marchado por motivos laborales, para buscarse la vida, vamos. No son pocos los que están en esa situación y José Anillo es uno de ellos. Y, aunque en su caso el discurso esté lleno de ilusión -entre otros motivos, por la grabación de su primer disco en solitario, que en estos días está ultimando-, cuando se le pregunta por su próxima actuación en el Centro flamenco La Merced, salta ese posito de amargura. "Voy a hacer un recital de cante tradicional, porque en Cádiz no se conoce ni lo que hago ni lo que he hecho". Y no le falta razón. Aparte de su comparecencia del próximo jueves, José solamente puede recordar dos anteriores en su ciudad. La más cercana fue en septiembre de 2007, cuando cantó en la Plaza Mina junto a su hermana Encarna con motivo del Congreso Internacional de Arte Flamenco; de la otra casi no se acuerda, pero la sitúa por lo menos cinco años antes de esa. Lo dicho. Suele ser común y, a la vez, paradójico, porque se trata de artistas que llevan el nombre de Cádiz por el mundo, y también sus cantes, porque en el caso de José, no duda de definirse como un defensor de los estilos gaditanos. Pero disfrutarlos en su tierra y ante su gente ha sido, al menos hasta ahora, más que difícil ¡Menos mal que apareció La Merced!

José Anillo (Cádiz, 1978) va camino de cumplir media vida de profesional del cante, pues fue a los diecisiete cuando cogió el tren por primera vez para hacer un trabajo flamenco. Y fue nada más y nada menos para cantar en la compañía de Manuela Carrasco, todo un debut. Antes de ello, José se había limitado a cantarle a su hermana pequeña, Encarna, que empezó de bailaora, y en la academia le exigían que alguien le cantase. Y quién mejor que él, criado en una familia de buenos aficionados, donde el flamenco era una vivencia común. De eso pasó a la academia de Pili Ogalla donde reconoce que empezó realmente a foguearse y, posteriormente, a la Cibayi de Charo Cruz. Allí lo escuchó todo un maestro en la materia, el cantaor Enrique El Extremeño, quien lo recomendó a Manuela Carrasco. Con ella, antes de debutar, se llevó la primera decepción. Después de ir hasta Sevilla, la bailaora le comunicó que no necesitaban cantaores, pero lo invitó a que asistiese a los ensayos para ir aprendiendo. Y eso que hizo, trenecito mañanero para Híspalis a diario, y a escuchar. No se sabe si influyó su constancia pero, al final, sí que hubo un hueco para él y con la Carrasco emprendió su primera gira. ¿Un salto muy grande? "Siempre he sido muy atrevido - responde- y nunca he dicho que no a nada". Como ejemplo pone aquella vez que Manuela le preguntó si conocía su farruca. Por supuesto que contestó que sí, pero tuvo que volverse a Cádiz y tirarse toda la noche con su padre escuchando a Curro Malena para poder ponerla en pie. Con cosas como esta, no es extraño que José opine que su padre no está valorado en su justa medida, "y no sólo por lo que sabe, sino por lo que ha vivido y escuchado", apunta.

En el tiempo que va desde aquellos diecisiete años hasta ahora, José Anillo dice que le ha bailado a todo el mundo, pero con dos excepciones que tiene muy claras: Joaquín Cortés y Eva Yerbabuena. Destaca sus primeras temporadas en Japón con el bailaor sevillano Andrés Marín o los dos años y medio que permaneció en la compañía de Cristina Hoyos, un trabajo que abandona en el año 2000 cuando es requerido hasta para cinco espectáculos distintos de la Bienal de Sevilla. También cantó para Farruquito tres años, y ha colaborado con Antonio Canales, Israel Galván o Belén Maya, por citar tan sólo a unos cuantos. En cuanto a cantar adelante, además del trabajo en peñas, el año 2000 vuelve a ser clave, pues es seleccionado para el espectáculo 12 nombres flamencos para empezar el siglo XXI dentro del Festival de Música y Danza de Granada. Tres años más tarde, se alzaría con el Premio Nacional de Cante por Alegrías en aquel certamen dedicado a Manolo Vargas y, desde hace año y medio, ha fijado su residencia en Madrid, una decisión que le aporta un balance positivo: "No he parado de trabajar y salen oportunidades".

Con tanto trabajo a sus espaldas, los modelos que lo han guiado en el cante han ido variando con los años. Cuando empezó -y como le ocurrió a todos los de su generación-, fue Camarón el espejo casi único en que mirarse, pero el tiempo y el conocimiento le han hecho comprender que el genio de La Isla era irrepetible : "Él hacía cosas de los demás, pero las terminaba haciendo suyas -relata-, y entonces empecé a mirar a aquellos en los que él se fijaba". Además de eso, José Anillo destaca a Juan Villar como un artista que para él ha sido definitivo. Por supuesto que también a Caracol, al que considera imprescindible, y a Tomás Pavón, por el que confiesa una especial predilección por encima casi de su hermana, La Niña de los Peines.

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