Cultura

Joaquín Turina cofrade

  • Habitual en los mejores conjuntos de música barroca de Andalucía, el flautista Rafael Ruibérriz de Torres reivindica el papel de las bandas más allá de su labor en las procesiones

Rafael Ruibérriz de Torres (Sevilla, 1983) lleva una doble vida como músico. Nada extraordinario, podría pensarse, en un momento en el que muchos profesionales del arte se ven obligados a infinidad de fintas y estratagemas para sobrevivir. Pero su doble vida es bastante inhabitual, pues por un lado se dedica a tocar el traverso en algunas de las mejores formaciones de música antigua de la región (incluida la Orquesta Barroca de Sevilla, en cuya oficina también hace trabajos de gestión) y por el otro dirige una banda de música, dos dedicaciones que es muy poco corriente compatibilizar, pero que a él no le causan ningún problema. "Mis inicios en la música fueron en la Banda de Nuestra Señora del Sol de Sevilla. Allí aprendí y he crecido como músico. Cuando volví a la ciudad después de mis estudios en Holanda, el grupo necesitaba un nuevo director. Me ofrecieron el puesto y estoy encantado con él".

Ruibérriz estudió flauta travesera en el Superior de Sevilla y su primer interés lo llevó a la música contemporánea. "Cuando terminé el Superior, estaba haciéndome mi propio perfil personal como músico, buscaba mi espacio. Entonces estaba tan de moda la música contemporánea como la antigua. Incluso diría que era la contemporánea la que vivía en la cresta de la ola, impulsada por la Biacs, y por eso me decanté por ella. Creé con Carlos Cansino un dúo de flauta y percusión, y nos fue muy bien, dimos muchos conciertos. Pero yo siempre había sido muy aficionado también a la música antigua, de esos que guardaban colas interminables para los conciertos de la Barroca, y con Guillermo Peñalver empecé a probar el traverso barroco. Luego, por una casualidad enorme de la vida, conocí a Wilbert Hazelzet, que me invitó a ir a Holanda a estudiar con él al año siguiente. Allí descubrí que me sentía más cómodo en la música antigua, me enriquecía más. En la contemporánea siempre tenía la incertidumbre de si realmente hacíamos disfrutar o sufrir al público. Rompí radicalmente con ese mundo y me volqué en el Barroco, para luego ir ampliando mis intereses, no me he quedado ahí; hoy hago también música clásica o romántica, pero siempre desde una perspectiva histórica, con instrumentos de la época".

La Banda de Nuestra Señora del Sol acaba de publicar un disco dedicado a música de Joaquín Turina y dos compositores de su entorno (Manuel Font de Anta y Vicente Gómez Zarzuela), un trabajo para el que ha contado con la colaboración de algunos solistas y conjuntos. "Quisimos abordar todos los géneros de la música cofradiera: marchas procesionales, saetas, música de capilla, música para los cultos. Invitamos a la cantaora Joana Jiménez para que cantara la saeta que aparece junto a una marcha procesional en la ópera Margot, de la que también incluimos su obertura, que es una fanfarria. La Escolanía de la Anunciación y la Capilla Musical de San Telmo abordan la música de capilla, que está escrita para pequeño conjunto de vientos, a veces con partes vocales. Son piezas muy bellas y no estaban grabadas en su versión original. Para la música de culto empleamos La Orquestina, un grupo que remite por su nombre al que creó el propio Turina antes de irse a Madrid a los 18 años. El conjunto debutó hace un año, en un concierto en la Anunciación en el que interpretamos las Siete últimas palabras de Haydn y la Elevación al Santísimo Sacramento, que es el motete de Turina que incluimos en el disco y que fue una petición de Vicente Gómez Zarzuela para la Hermandad del Valle, por eso ofrecemos también motetes de Gómez Zarzuela a los Cristos de la Expiración y de la Coronación. En un futuro mi idea es usar este conjunto para poner en valor el patrimonio musical de los siglos XIX y XX, a ser posible con instrumentos históricos. Con mi hermana Ana estoy trabajando en la recuperación de todo el repertorio religioso de Turina, siempre vinculado a las cofradías, no sólo de Sevilla, sino también de Sanlúcar de Barrameda y de Cantillana. Hay mucho por recuperar. Turina era muy religioso y muy cofrade".

Este disco ha sido publicado gracias al apoyo del Centro de Documentación Musical de Andalucía, la familia Turina y la Fundación March, institución que conserva hoy el archivo del compositor, en el que hay fotos hechas por el propio músico. "En el disco se incluye un archivo con 50 fotos originales de Turina tomadas durante la Semana Santa y otras procesiones, como el Corpus, pero el legado es mucho mayor. Hay unas 700 fotos de temática religiosa y varios miles más de otros temas. De hecho, el 9 de abril se inaugurará en la Sala Villasís de la Fundación Cajasol una exposición con estas fotos, pero también incluirá parte de su colección de postales, recuerdos personales, partituras y obras de su padre, el pintor Joaquín Turina y Areal".

Reducidas casi exclusivamente a su papel procesional, para Rafael Ruibérriz las bandas están "absolutamente desaprovechadas en Andalucía. La banda de música es el instrumento más accesible y económico para acercar la música clásica allí donde no llega por sus cauces convencionales. En el fondo, la música que más se escucha en Sevilla es la de las bandas, y este es un patrimonio que no se puede desaprovechar, porque supone una forma fundamental de iniciación a la escucha. La Banda del Sol la integramos entre 70 y 80 personas y abordamos todo tipo de repertorios (pasodobles, música de cine, sinfónica...), que tocamos tanto a cubierto como al aire libre. No sabe cómo echo de menos los quioscos de música, de los que ya no quedan en Sevilla".

Pero las bandas han cumplido también tradicionalmente una importante función formativa. "Los jóvenes afrontan el nervio del concierto real mucho mejor en una banda que en las audiciones del conservatorio. A través de los conciertos y de la disciplina del trabajo diario están introduciéndose poco a poco en un entorno profesional. Yo discrepo absolutamente con el sistema de formación musical que tenemos en España, que tendría que estar vinculado a las bandas y a los coros, y cuando fuera posible también a las orquestas, claro. No concibo un conservatorio en un pueblo sin una banda. No entiendo que se pueda enseñar flauta, clarinete o trompeta en un pueblo donde no haya una banda. Los profesores deberían ser itinerantes y en todas las localidades debería haber una banda de música que se aprovechara tanto para la formación musical de los jóvenes como para aproximar la gran música a todos los ciudadanos".

Banda de Música de Nuestra Señora del Sol. Rafael Ruibérriz

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