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Tres de Graná

  • Coinciden en el mercado los lanzamientos de 'Multiverso II' de Antonio Arias, 'Misericordia' de Manu Ferrón y 'Vuelve el bien (Primera parte)' de Pájaro Jack

Prolífica cantera de grupos y solistas de variado pelaje -para fortuna nuestra, dados también a la interconexión de esfuerzos e ideas en llamativos proyectos conjuntos-, Granada sigue desgranando el fruto de una escena en constante ebullición en la que incluso la única pega posible -quizás una excesiva inclinación a facturar clones de sus propuestas comerciales más exitosas- parece antes una prueba de solidez y seriedad en su proyección como auténtico polo creativo que de ausencia de originalidad. Si se copia, digamos, es precisamente porque hay dónde fijarse.

Coinciden estos días los lanzamientos de tres discos que, partiendo de tres generaciones de músicos distintas, prolongan y reavivan esa ya proverbial tradición de bandas de guitarras con origen en los 60, pero con genuina y profunda huella en la escena nacional a partir de los primeros 80. Son Multiverso II de Antonio Arias; Misericordia de Manu Ferrón y Vuelve el bien (Primera parte) de Pájaro Jack.

Con Lagartija Nick en barbecho indefinido y después de extender el morentiano Homenaje de Los Evangelistas hasta una segunda entrega -ese Encuentro con Soleá Morente que lejos quedaba ya del imponente y primigenio llanto por la muerte del amigo y maestro-, el veterano Arias retoma en Multiverso II. De la soleá de la ciencia a la física de la inmortalidad un singular proyecto discográfico iniciado en 2009. Ése que por primera vez, tras años y años parapetando su impetuoso talento tras la banda, nos dejaba ver su nombre impreso como solista.

Si en el Multiverso original fueron diversos los autores de poesía científica que aportaron la materia prima y oscura -unos textos de dificultosa adaptación musical, resuelta con brillo pasmoso-, en Multiverso II Arias se concentra, salvo contadas excepciones, en la colaboración con uno de ellos, el físico catalán David Jou. Ambos propician el armazón que sustenta este disco hondo en su sobrecogedor calado poético -Islas en un mar sin sentido / Islas de sentido / En un mar sin sentido; ahí queda la cosmológica definición de la condición humana que hace Relieve- y estratosférico en su concepción sonora, expansivo como el infinito que nos acoge y ningunea.

Como corresponde al asunto, hilvanando su docena de cortes en un continuo si pausas, impera en el plano armónico una cierta evanescencia cósmica -se diría que nuestro hombre remonta la escucha en busca de referentes clásicos: Reloj de arena bien pudiera remitir a los Pink Floyd del periodo 73-75-, permanentemente contrapuesta a ese proverbial rastro genético de vehemecia, palpable incluso en la levedad de los tiempos lentos, que es desde siempre marca de la casa.

Por ésta pasan múltiples músicos amigos (Florent Muñoz, Éric Jiménez y Soleá Morente, entre otros) y firmas fugaces (José Antonio Caballero, el astrofísico que dio el impulso inicial al primer Multiverso; el poeta canadiense Mark Strand y el último Morente, de quien Arias rescata y reconstruye Soleá de la ciencia), artífices todos en mayor o menor medida de un álbum hermoso que cala lento pero termina por llegar al tuétano.

Vinculado al círculo planetario granadino y parte primordial del Grupo de Expertos Solynieve, Manu Ferrón sigue sirviéndonos con cuentagotas las canciones de un álbum de debut una y otra vez postergado (se pierde la cuenta de cuándo lo anunció por primera vez el sello Acuarela). Tímidamente avanzado, por fin, a comienzos de año con el sencillo Unanimiedad, ese esquivo cancionero se deja entrever ahora en Misericordia, un vinilo de 10" con cinco cortes más.

Luminoso y certero son adjetivos que se deslizan con facilidad por el teclado, pero encajan sin holguras en la urgencia pop (de guitarras, claro) que contagia canciones como Cara de astro -oda a Enzo Francescoli; sí, el fútbol: esa otra pasión- y Enemigo que huye. Pero a la tercera llega un cambio de marcha. Ferrón pisa levemente el freno con Me quedo -delicia de tintes psicodélicos que, como el Multiverso II de Arias, deja ver el poso andaluz de Los Planetas de La leyenda del espacio y Los Evangelistas del Homenaje- y tan a gusto se queda en los medios tiempos con Precisamente de esta manera y la fantástica Secreto a voces -otra oda, ésta sarcástica, a la supervivencia del artista-. Cortes todos, parece obvio, que no desentonarían en la escueta pero imprescindible discografía del Grupo de Expertos Solynieve.

Pájaro Jack, los más jóvenes del lote, debutantes en largo el pasado año con un álbum homónimo, vuelven a las distancias cortas de sus comienzos -aquellos epés autoproducidos que les sirvieron para destacar entre el abigarrado panorama local-. Aunque Vuelve el bien es un álbum completo, el quinteto ha apostado por lanzarlo en dos entregas, la primera de ellas integrada por cinco canciones que constatan la lógica evolución de la banda. Esto es, sus canciones empapadas en folk-rock, deslumbrantes y adictivas desde el principio, avanzan en el plano musical electrificándose y revistiendo de delicados detalles unos arreglos cada vez más completos y complejos, sin que la inmediatez pop, la cercanía de sus dulces melodías, se resienta por ello. Quien escuchara alguna vez en vivo Árbol gris podrá certificarlo ahora: este grupo crece, robusto y firme.

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