Cultura

Gibraltar estrena con gran respaldo y expectación su festival literario

  • El escritor William Chislett ofrece la conferencia 'Los Curiosos Impertinentes' en el marco del evento internacional Gibunco

El escritor William Chislett ofreció ayer en Gibraltar, en el marco del Festival Literario Internacional Gibunco y ante una concurrida audiencia, una de las conferencias de la jornada inaugural Los Curiosos Impertinentes: viajeros británicos en España en los siglos XIX y XX. La ponencia tuvo lugar en una de las salas de lectura de la biblioteca Garrison, sede del festival junto al Convento, la Capilla del Rey, el Ayuntamiento, la sinagoga flamenca, el John Mackintosh Hall, el hotel Sunborn y el hotel O'Callaghan Elliot.

Chislett explicó que bajo este nombre, tomado de una de las novelas cortas intercaladas por Miguel de Cervantes en la primera parte de su universal Quijote, se conoce a aquellos autores, principalmente ingleses aunque también americanos y franceses, que, durante el siglo XIX, empezaron a viajar por España, "un país que consideraron exótico, romántico y apasionado".

"Estos escritores contaron sus experiencias, en algunos casos desde una perspectiva exagerada y estereotipada. Sin embargo, hay otros que hoy en día se pueden leer, como es el caso de Richard Ford y su libro Handbook for Travellers in Spain (Guía para viajeros por España), de 1845, que tiene observaciones que siguen siendo válidas en la actualidad. Una de ellas es que España es como "una cuerda hecha de arena. Visto lo que está pasando en Cataluña por ejemplo, dicha afirmación continúa siendo en estos momentos que vivimos una observación bastante pertinente", puntualizó.

En cuanto a los estereotipos sobre España que están presentes en muchos de los libros escritos por estos autores- como la siesta, las fiestas, el flamenco y la tauromaquia algunos de los más recurrentes-, el autor expuso que han ayudado y mucho a forjar la imagen que de este país existe en el resto del mundo: "Eso no significa ni mucho menos que todos los turistas que vienen a España hayan leído esas obras. Creo que la gran mayoría ni conoce estos libros, pero sí es cierto que esa imagen romántica que estos escritores contribuyeron a construir sigue vigente y que, en el lado positivo, ha sido un factor determinante en el desarrollo de España como un destino turístico muy potente. El último dato es que unos 68 millones de personas visitarán España durante 2015 frente a los 65 del año anterior. Son cifras increíbles", dijo.

"Aunque el turista que viene a Benidorm no sabe quiénes son los curiosos impertinentes, sí ha leído artículos en prensa o ha visto reportajes que reproducen las mismas imágenes que aquellos autores reflejaron en sus libros", agregó Chislett, que recordó que, frente a países "que no tienen imagen, España posee una de las más fuertes y longevas. En una encuesta realizada por el think tank para el que trabajo, el 30% de los japoneses encuestados relacionaron la palabra España con los toros y casi el 20% con el flamenco. Frente a eso, ¿qué imagen nos evoca Bélgica? ¿El chocolate?", se preguntó.

Durante su conferencia, a la que siguió un turno de preguntas, Chislett habló de varios escritores británicos que viajaron por España o incluso residieron en ella. El primero de ellos fue el mencionado Richard Ford, considerado el padre de los curiosos impertinentes y que recorrió España a caballo en la década de 1830. Su legado no es sólo su libro, sino también más de 500 bocetos de localizaciones y edificios españoles.

El conferenciante también se detuvo en la figura de George Borrow, autor de La Biblia en España (1842), a cuya publicación animó el propio Ford. El título alternativo de la obra, El viaje, las aventuras y el encarcelamiento de un inglés en un intento de propagar las Sagradas Escrituras [protestantes] en la Península explica el rechazo de las autoridades españolas e incluso su encarcelamiento. Con todo fue, al igual que la guía de Ford, un éxito de ventas que incentivó los viajes de británicos a España en el siglo XIX. Prosper Merimée se inspiró en Borrow para su obra Carmen. El libro no fue traducido al castellano hasta 1921 por el que luego sería presidente de la Segunda República, Manuel Azaña, gran estudioso del autor británico.

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