fran de algeciras. tocaor

"Defiendo el flamenco clásico, pero no a quien no quiere evolucionar"

  • El tocaor es el único campogibraltareño que posee el grado profesional de guitarra

  • El artista reconoce que llegó al ámbito universitario con vivencia flamenca

Fran de Algeciras, en plena actuación.

Fran de Algeciras, en plena actuación. / j.ms

El tocaor Francisco Muñoz Santos, Fran de Algeciras, nacido en 1986, es hoy por hoy el único campogibraltareño que posee el grado profesional de guitarra (antigua licenciatura). Lo obtuvo en el conservatorio de música de Murcia. Ahora ejerce como profesor en su ciudad natal, Marbella y Tarifa y es reciente directivo de la Sociedad del Cante Grande. Está cada vez más solicitado por cantaores y bailaores y aún le queda tiempo para integrar el joven cuadro flamenco formado por Mónika Bellido. Sus palabras destilan amor por una música a la que venera.

-Me interesa saber cómo empezó todo, su primer recuerdo flamenco.

-Ah, eso es muy curioso. Tendría yo unos diez años. Me acuerdo que estaba jugueteando con un equipo de música y le di al play en un cassette y saltó la voz de El Cabrero cantando unos fandangos de Huelva. Aquello me gustó mucho, me creó una inquietud. Me di cuenta de lo que me atraía el cante. Mi abuelo materno, Emilio Santos, muy seguidor y conocedor del flamenco y que tiene ahora 87 años, se dio cuenta y fomentó mi afición. De El Cabrero pasé a Camarón y siempre aprendiendo, queriendo saber cuál era cada palo, distinguir…

-Iba para cantaor.

-¡Sí!! Intentaba hacer las voces por encima de a quienes escuchaba, hasta que pude saber que el cante no iba a ser lo mío. Pero claro, el sonido de la guitarra me encantaba y me llamaba mucho. Eso sí.

-Y empieza a formarse.

-Eso es. Mi primer profesor fue Salvador Andrades y estuve también en la escuela municipal que tenía su sede en la Sociedad del Cante Grande de Algeciras. Allí, con Antonio Rubio, aprendí a tocar sobre todo para la seguiriya y la soleá. Precisamente en este lugar debuté tocándole a El Kiki, en una noche en la que salimos antes que Juanito Villar y el Cagalera. Eso ya en 2003. He aprendido mucho con el cantaor Antonio Madreles antes de titularme en el conservatorio superior de Jerez y luego hacer el grado en Murcia. Puede decirse que llegué al ámbito universitario con vivencia flamenca, algo que me parece imprescindible porque puedes saber mucho de música y no conocer bien un mundo que a fin de cuentas es la realidad que te vas a encontrar en la calle.

-De un artista joven quiero saber cómo lleva la dicotomía entre el flamenco clásico y los nuevos tiempos de esta música.

-Vamos a ver, defiendo el flamenco clásico o tradicional, pero no a quien no quiere evolucionar. Soy un tocaor de los tiempos que corren porque, obviamente, no vamos a tocar la guitarra ahora como hace 50 años. Yo entiendo y respeto a los puristas porque tienen como referencia un determinado timbre y ese es el que les gusta. Pero no hay que cerrarse a la evolución porque, además, eso no implica ni descuidar las raíces ni desconocer la base. Pongo el ejemplo de Diego del Morao y Parrilla: ¿Habrá dos tocaores que suenen más flamencos? Creo que no. Y su aire, sin embargo, es fresco, nuevo.

-¿Cómo va su experiencia en la directiva de la Sociedad del Cante Grande de Algeciras?

-Bien, desde el principio insisto en que tenemos que promocionar a los artistas del Campo de Gibraltar porque hay gente muy buena pero necesita nuestro apoyo. Hay que darles vida. No tenemos la suerte de tener tanto para elegir como Jerez, pero a los jóvenes valores hay que arroparlos o no saldrán adelante. En nuestros trípticos que recogen la programación de cada trimestre me gustaría que al menos una de las tres actuaciones fuera de nuestra comarca o que en una actuación de las llamadas fuertes saliera alguien de los nuestros por delante para que tuviesen sus oportunidades. Podrían ser fórmulas válidas.

-Una fácil para terminar, ¿Cómo definiría su momento artístico actual?

-Es de crecimiento. Ahora disfruto más, el tocaor, muchas veces, debe intentar saber más de cante que el propio cantaor para llevarlo bien y ayudarlo en condiciones. Eso es saber acompañar. Me gusta la tarea como enseñante tanto en Marbella como en Tarifa y Algeciras. Y estoy plenamente ilusionado por estar en el cuadro flamenco que ha sabido impulsar la bailaora Mónika Bellido con los cantaores El Lele y Chacón y Antonio Martín y yo a la guitarra. Ha formado una familia, que es lo que finalmente somos. No hay malos rollos, sino aprendizaje y humildad. Es toda una experiencia.

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