Cultura

Los Coen frente a la CIA

  • Narran una disparatada historia con George Clooney, John Malkovich y Brad Pitt

Tras su curiosa No es país para viejos, que le ha supuesto el reconocimiento de la industria en forma de Oscars, uno de ellos para nuestro Javier Bardem, los hermanos Coen vuelven a terrenos más conocidos. Al fin y al cabo, su anterior film, que pudimos ver a primeros de año, debía más al mundo del novelista Cormac McCarthy que al suyo propio, aunque intentasen volver al ambiente sangrientamente campestre de Fargo, pero Quemar después de leer, que se estrena hoy después de inaugurar el mes pasado el Festival de Venecia, es una de sus comedias gamberras. Eso significa personajes tarados haciendo absurdos por un tubo. Como en sus visiones de la América profunda más distendidas en teoría pero más corrosivas, como El gran Lebowski, por ejemplo.

De hecho, el film es la tercera entrega de una trilogía que los propios hermanos han llamado "idiota", cuyas otras dos partes serían O Brother y Crueldad intolerable. Pero esa "idiotez" recorre todas sus películas, aunque en este caso es lo que domina la narración. Curiosamente, en estos tres títulos el protagonista es George Clooney, que demuestra una vez más su inteligencia en jugar con su impecable imagen cinematográfica sin importarle asumir riesgos. Claro que aquí se ve reforzado por otro guaperas que también en su madures ha demostrado grandes inquietudes artísticas, como es Brad Pitt. De hecho, es sugestivo ver Quemar después de leer como un reverso tenebroso de la exitosa serie de Danny Ocean, que muestra a ambos actores en su cumbre más de estrellonas. Frances McDormand, la esposa de Joel Cohen y cuñada de Ethan, es el tercer nombre de este interesante reparto, que incluye a John Malkovich, que parece salir del pozo en que estaba metido de infames papeles de reparto, Tilda Swinton, que ya compartió cartel con Clooney en Michael Clayton, y el imprescindible secundario J.K. Simmons.

La historia de este film nace de los tiempos juveniles de los Cohen, cuando realizaron en super 8 una versión de la novela Tempestad sobre Washington, magistralmente llevada al cine por Otto Preminger. Desde entonces, el mundo del espionaje y de las intrigas de alta política les ha atraído hasta llegar a Quemar después de leer, destructiva versión de la sacrosanta CIA. Los irreductibles hermanos hablan de que es una versión a su estilo de las historias de Jason Bourne y de Tony Scott, que tampoco son muy complacientes con la inteligencia de los Estados Unidos. La historia nos presenta a Malkovich como un veterano analista de la CIA que es convocado a una reunión ultrasecreta. ¿Una nueva invasión de Irak? ¿Otro megaataque terrorista? No, se trata de su despido por recortes de personal, de los que no se libra ni el espionaje. Deprimido, se marcha a su casa a emborracharse para olvidar y escribir sus memorias, Su esposa (Tilda Swinton) decide adelantar sus planes para dejarle y escaparse con su amante, un agente del FBI (Clooney). Paralelamente, una empleada en una cadena de gimnasios obsesionada con su cuerpo (McDormand) quiere hacerse la cirugía plástica total y se confía a su compañero (Pitt). Y entre ellos también figura el jefe de la culturista mujer que se halla locamente enamorada de ella. Cuando esta singular pareja tenga acceso a una copia de las memorias del espía despedido, se desata una cadena de acontecimientos inesperados y con mucho humor negro al estilo de la trilogía idiota.

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