Carlos Pacheco | Dibujante

"Un arte alcanza su madurez cuando llegan a él los esnobs"

  • De su mano han salido innumerables entregas de Superman, Batman, Los 4 Fantásticos o los X-Men

  • Hace unos días, participó en una mesa redonda sobre los 80 años de Superman 

Carlos Pacheco (San Roque, 1962), durante la entrevista, en un hotel del centro de  Sevilla.

Carlos Pacheco (San Roque, 1962), durante la entrevista, en un hotel del centro de Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

Al principio, cuando comenzó a trabajar –sucesiva, no simultáneamente– para Marvel y DC Comics, sellos legendarios para cualquier amante del arte y la acción compuestos en viñetas, lo miraban raro, y él lo percibía, aunque se lo tomaba con humor. “Yo lo comprendía. Eso ellos lo sienten tan suyo, yllega uno de tan lejos: ¿entenderá esto de verdad? Es normal. Es como si de repente ponen de hermano mayor del Cachorro a un holandés”. Pero no tuvo muchos problemas para convencer a sus editores, en uno y otro sello. De sus muñecas y sus pinceles han salido innumerables entregas de Superman, Linterna Verde, Batman, Los 4 Fantásticos, los X-Men... Todos, clásicos absolutos del género de superhéroes, en el que este gaditano –que nació en San Roque en 1962 y vivió en Sevilla entre finales de los 70 y comienzos de los 80: ya se ha visto que algo conoce el paño– ha tocado la cima soñada por cualquiera que comparta esa pasión, convirtiéndose, de paso, en un pionero entre los dibujantes españoles. En esta condición, y también en la de uno de los múltiples padres de la criatura, participó hace unos días en la capital hispalense en una mesa redonda sobre el 80 aniversario de Superman organizada por la Casa de los Poetas.

–Superman es ya octogenario. ¿Cuáles diría que han sido sus principales cambios y de qué modo en esa evolución resuenan los nuevos valores sociales?

–Ha cambiado tanto que hablar de un Superman es un error. El de ahora nada tiene que ver con el primigenio que crearon Jerry Siegel y Joe Shuster. Lo más probable es que el mito acabe desapareciendo, pero hasta ahora, como todo mito, ha tenido la capacidad de adaptarse a los tiempos para poder sobrevivir. Hasta el punto de que inicialmente Superman tenía unas claves de identificación claramente judías, entre otros motivos porque sus autores profesaban esa religión y lo convirtieron en una especie de trasunto de Moisés; y hoy es prácticamente un icono cristiano. En los 90, de hecho, supuestamente muere para después resucitar. Ahora está en un impasse extraño. Aunque dentro de DC sigue siendo el personaje más emblemático, se ha visto sobrepasado por personajes que ni siquiera apuntaban en otros tiempos a ser medianamente populares, como es el caso de Iron Man.

–¿Su naturaleza maniquea, propensa por tanto a lo naíf, lo ha hecho envejecer mal?

–En las películas de Zack Snyder, por ejemplo, que me gustan, está presente ese lado oscuro. Pero lo que ocurre es que a mí no me interesa que Superman se vuelva oscuro, sino ver cómo lidia un personaje naíf en un mundo oscuro, ver cómo afronta el derrumbe de un mundo que él pensaba que estaba bien, un mundo en el que confiaba. Eso es lo que ha hecho siempre la fantasía, desde Tolkien hasta Asimov, cuando se recurre a lo no-real, se está analizando siempre el mundo real. A mí me interesa más esa vía que lo que hace normalmente la industria, que es obligar al personaje a volverse tal y como es el mundo.

–¿De qué modo está repercutiendo el gigantesco hype de las adaptaciones cinematográficas sobre los propios cómics?

–Está influyendo una barbaridad. Para empezar, suponen la principal fuente de ingresos de Marvel ahora mismo, más aún desde que creó su propia productora de cine en vez de ceder derechos para las adaptaciones a otras empresas. Ha encontrado un filón brutal, y curiosamente con lo que nadie quería, porque cuando Fox y Sony tuvieron la posibilidad de comprar determinadas franquicias, se limitaron a coger Superman y los X-Men. Los Vengadores, por ejemplo, nadie los quería. Marvel ha logrado crear un patrón sobre cómo hacer una película de superhéroes, con mucho sentido del humor y todo eso, y ha acabado atrayendo a un público distinto. Ahora los cómics intentan reflejar el tono de las películas, y son las películas las que hacen que los cómics se centren más en este o aquel personaje, según su popularidad, cuando antes era evidentemente al revés. Se ha creado un universo cinematográfico propio de Marvel, hasta el punto de que muchos aficionados a Marvel no han leído nunca un cómic.

"La industria se apunta a la moda de la corrección; se apunta a la moda que sea. Su única moral es ganar dinero"

–¿Y eso no resulta paradójico e incluso triste para un amante de los cómics de toda la vida?

–En realidad no, porque una parte del público, cuando se habla de cómic, inmediatamente piensa en el de superhéroes. Se toma la parte por el todo. Eso significa que esa gente no ha sido aficionada al cómic, sino a los superhéroes, y en cuanto el cine, gracias a la infografía, ha logrado reproducir e incluso superar la visión épica que durante mucho tiempo ofrecía el cómic, se han pasado al cine, ya está. A la mayoría le interesa esa visión del héroe poderoso, espectacular y casi divino, pero no el lenguaje específico del cómic. Suele pasar con cualquier otro medio, hay gente a la que le interesa un tipo de películas o un tipo de libros, pero no el cine o la literatura en sí.

–Hablaba antes de la tendencia a hacer que los personajes que se vuelvan igual que el mundo. ¿Qué le parece el revisionismo a la luz de los valores actuales? Un caso muy obvio es el de Thor, Dios del Trueno, ahora transmutado en mujer. ¿Tiene sentido, o lo tendría más que se crearan nuevos personajes femeninos con entidad e interés por sí mismo?

–Hombre, se crean. Pienso sin ir más lejos en Capitana Marvel, el cómic que estoy haciendo ahora. El personaje existía ya, pero se trata de darle un empaque mayor. Las editoriales intentan crear personajes nuevos, y unos cuentan con el favor del público y se quedan, y otros son despreciados y se marchan. Así que si no hay más personajes nuevos, será porque los lectores no los han querido adoptar. Con respecto al cambio de identidad de personajes, también se viene haciendo desde hace mucho. Pienso en Iron Man: cuando James Rhodes, el ayudante negro de Tony Stark, asume la identidad de Iron Man. No es algo inhabitual, y siempre y cuando esté bien contado... En el caso de Thor, me parece extraordinariamente bien contado. Yo no hablaría de que la editorial se está apuntando a la moda de lo políticamente correcto; en todo caso se apunta a la moda, sea de lo que sea, porque si mañana viene una moda de lo políticamente incorrecto, Marvel se va a apuntar igual. Porque es una empresa y la única moral que entiende es la de ganar dinero. Son los autores lo que, con su particular visión ética, pueden ofrecer, o no, miradas interesantes y personales, siempre y cuando no choquen frontalmente con las reglas que en Marvel no se pueden romper.

–¿Por ejemplo?

–Por ejemplo el sexo. O el tabaco. Ya no se fuma en el universo Marvel, ni siquiera personajes como Nick Furia o La Cosa, que siempre ha fumado puros.

–Con respecto al sexo, además de ridículo es hipócrita, ¿no? Porque, sin pedirle a este universo que responda a una lógica realista, se niega esa dimensión de la vida... pero las mujeres aparecen en realidad sexualizadas, son todo curvas y exuberancia...

–Claro. El sexo está prohibido para los personajes, pero no para los lectores. Esa sexualización de la que hablas era en realidad un gimmick [un gancho], un elemento de venta para lectores en una edad indefinida, en la que no habían tenido aún una conexión madura con el sexo, y de ahí esas superheroínas exuberantes, con tacones y uniformes que enseñan una cantidad de carne excesiva, cuando sus compañeros masculinos van tapados hasta el cuello... Me parece una actitud pacata, primero por presuponer que al lector hay que preservarlo de ese aspecto de la vida, y segundo porque parte de la base de que el lector de cómics sigue siendo infantil. Y ya no lo es, aunque la propia industria del cómic parezca la primera en perpetuar ese cliché. Cualquier joven de hoy ha tenido ya más contacto con el sexo del que tuvo mi abuelo en toda su vida. Prohibir el sexo me parece cerrarle las puertas a la realidad. Otra cosa es utilizar el sexo de manera barata, como un mero elemento de venta...

"Sí se crean nuevos mitos de la cultura popular, sólo que sus bases se están centrando en los videojuegos"

–¿Cuántas generaciones más podrán seguir consumiendo sin cansarse lo mismo que sus padres y abuelos?

–Es que yo no creo que sea lo mismo. Van vestidos igual, pero no son lo mismo, y de hecho en muchos casos ni siquiera van vestidos igual. ¿Cuánto puede durar esto? No tengo ni idea... Estamos en el 2018, que para mi generación es el futuro del futuro. Se suponía que a estas alturas íbamos a estar con taxis voladores entre los edificios, y aquí estamos, con la misma mierda de siempre, sólo que transformada en otra cosa. Si a mí en los 80 me hubieran dicho la pujanza que iba a tener hoy los superhéroes, no me lo habría creído. El futuro siempre es impredecible.

–Lo planteo de otro modo: ¿no hay temor a correr el riesgo de intentar crear nuevos mitos?

–Es que se crean nuevos mitos.

–Dígame el más joven...

–¿Ahora mismo? Pues Bayek, de Assassin’s Creed. O John Marston de Red Dead Redemption. Personajes de videojuegos... Nos pasa mucho a los padres: sabemos que van a surgir nuevas cosas, pero esperamos que vengan del mismo mundo que conocemos desde que éramos jóvenes. Y ahí está siempre el gran error. El mundo tira por derroteros completamente ajenos a esa lógica. Las bases de los mitos de la cultura popular del mañana se están sentando en los videojuegos.

–Conocerá esa moda de libros que explicaban el universo de los superhéroes apoyándose en la historia de la filosofía. Lo cual es interesante, pero ¿no hay a veces en esos discursos que apelan siembre a la “madurez” un matiz de justificación que no sé si a estas alturas es necesario?

–Tampoco es que sea nuevo. Me acuerdo por ejemplo de las reflexiones sobre Superman que hizo Umberto Eco en Apocalípticos e integrados. Siempre ha habido gente que ha querido ver más allá, qué se escondía en la trastienda de la creación de los superhéroes... Es verdad que el superhéroe ocupó ese terreno que hoy ocupa el videojuego, esa especie de jardín de recreo que el mundo maduro no se atrevía a pisar. Pero la madurez del cómic llegó hace muchísimos años. En Estados Unidos, desde la llegada de Milton Caniff o Will Eisner, o en Europa con gente como Moebius o Hugo Pratt, o en concreto en España con Carlos Giménez, etcétera, etcétera, porque la lista puede ser interminable... Esos autores elevaron la categoría artística de la historieta hasta cotas que eran inimaginables. Cuestión aparte es que haya gente que no lo sepa... Lo digo porque al calor de la popularidad del cómic han llegado muchos en plan dejadme paso que os voy a enseñar cómo se hace esto. Y a mí eso me molesta, porque tengo la impresión de que se pretende ganar el Nobel de Literatura sin haber leído antes un libro. Hay gente que dice: es que el conocimiento excesivo hace que pierdas la frescura. Yo creo que no. Lo que pasa es que si desconoces el medio, su historia, lo más probable es que repitas fórmulas que ya se han usado mucho antes aunque para ti puede que sean nuevas. Es muy esnob eso. Aunque seguramente esa aparición de cierto esnobismo sea una muestra de madurez del medio. Un arte madura cuando aparecen los esnobs, cuando aparece la gente que se pega a él intentando salir en los papeles más que otra cosa.

–¿Tiene no obstante alguna espinita clavada, alguna colección que le apetezca dibujar y todavía no ha podido?

–Sí... No he tocado todavía la de Spiderman, me lo ofrecieron en su momento pero yo tenía otras cosas que hacer, fue cuando me marché a DC. Me gustaría, sin duda.

–Por cierto, ¿cuál es el sentido de esas “morcillas ibéricas” que mete como quien no quiere la cosa en sus dibujos?

–Bueno, no es que sea una fórmula, ni algo premeditado. Es más sencillo, a veces me da el punto, y no me puedo resistir, es superior a mis fuerzas. Yo soy muy del sur, y a veces me entretengo intentando definir qué es ser del sur, y he llegado a la conclusión de que es no tener que reprimir tu humor, soltar una chorrada a un desconocido incluso, y que esa persona no te mire con cara molesta. Entonces a lo mejor estás currando y para relajarte un poco te has puesto un vídeo de Chiquito en Youtube y te has hartado de reír; y continuas y tienes que dibujar a dos policías en Nueva York y te dices: pues uno va a ser Grijander y el otro Gromenauer. Tampoco es que yo esté esperando que otros lo pillen para reírse. Una vez estaba dibujando Capitán América y me enteré por la radio que había muerto Paco de Lucía, y estaba con una secuencia del Halcón en su casa, y como había establecido que era aficionado al jazz y había dibujado en su dormitorio un póster de Miles Davis, me dije pues si tengo que mostrar los discos, uno de ellos va a ser el concierto de Paco de Lucía con Al Di Meola y John McLaughlin... Es mi manera de pagar mi homenaje a la gente que me ha construido haciéndome reír o disfrutar.

"A veces, es el propio mundo del cómic el primero en perpetuar el cliché de que los tebeos son para el lector infantil"

–Me decía antes de sentarnos a hablar que notó en sus primeros tiempos con Marvel y DC cierta desconfianza. ¿Fue eso lo más complicado en sus comienzos estadounidenses?

–Realmente no. De hecho mis editores de aquellos primeros tiempos fueron maravillosos. No es que hubiera ninguna objeción pero sí, en términos generales, yo notaba que no acababan de entenderlo. Era extrañeza, más que desconfianza. ¿Cómo alguien de un país ajeno y lejano puede conocer esta cultura? Y se lo dije a uno, lo recuerdo: mira, ¿tú te acuerdas del Imperio romano?, pues nosotros somos las provincias. Recibimos todas vuestras mierdas, los cómics, los discos de Madonna, todo, pero consumimos también lo nuestro. Escuchamos flamenco comiéndonos una hamburguesa. A mí mi madre me regañaba diciéndome que me comportara igual de bien que se comportaba John John Kennedy cuando enterraban al padre, con ese abriguito y saludando... Y yo le decía: bueno, pues nada, cuando le disparen a mi padre siendo presidente de los Estados Unidos ya veremos. Pero hemos crecido también con Camarón, con Juanito Valderrama, Pepe Marchena, la Niña de la Puebla, toda esa cultura, y los poetas, Alberti, Pepe Hierro... Eso produce una mezcla extraña, y aunque no nos demos cuenta a veces, hace que salgamos ahí fuera y podamos ser como Don Juan y subir a los palacios y bajar a las cabañas sin ningún problema.

–Por último, le pongo en un aprieto: desde un punto de vista sentimental, ¿DC o Marvel?

–Cualquier persona que deja la casa de los padres y se va a un piso tiene dos casas. Tienes uno de alquiler, con cuatro muebles prestados, pero es tu piso. Aunque también te sientes bien en casa de tus padres: llegas, abres la nevera, no le das explicaciones a nadie... Para mí DC es la casa de mis padres y Marvel, mi piso de estudiantes.

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