Cultura

Caballero, erudito y loco

Sobre otros libros que tratan de libros, este del editor y crítico norteamericano Leon H. Vincent, que dejó en El bibliótafo (1898) una buena muestra de su doble pasión por la literatura y la bibliofilia, tiene la virtud de abordar la materia de un modo bienhumorado y nada pedantesco, en el que no es difícil apreciar esa forma suprema de la ironía que es reírse de uno mismo o de sus costumbres o aficiones más queridas. En lugar de optar por el ensayo, como en sus inquisiciones literarias, Vincent recurrió aquí a la invención de un personaje "no del todo imaginario" -se cita el caso de Richard Heber, "príncipe de los cazalibros", célebre coleccionista inglés que atesoró decenas de miles de volúmenes en al menos ocho bibliotecas distintas- al que no pone nombre pero cuyos rasgos físicos, excesivos, como todo lo que tiene que ver con su manía, describe muy precisamente, aclarando desde el comienzo que el "verdadero bibliófilo", como Heber u otros integrantes de su pintoresca cofradía, debe "comprar libros como un caballero, un erudito y un loco".

Lo que caracteriza al protagonista del relato, sin embargo, como indica el neologismo del título, es su cualidad de enterrador o sepulturero, en el sentido de que una vez adquiridos los libros el buscador casi se desentiende de ellos, que de hecho se encuentran dispersos en diferentes "depósitos" o ubicados en el enorme desván de una granja del condado de Westchester, Estado de Nueva York, donde reposan como en una "tumba silenciosa". Dotado de un encanto excepcional, corpulento y rebosante de energía, el bibliótafo no responde al estereotipo del sabio encerrado que apenas se asoma a la calle, sino al contrario, se desplaza compulsivamente de un lugar a otro, aprecia el contacto humano, brilla en la conversación y bromea con los amigos o se burla de ellos, siempre ocupado en la pesquisa pero no tanto en la lectura, pues de hecho, "fiel a la tradición de la hermandad del coleccionismo", su dieta se centra más en los catálogos de libros que en los libros mismos. Hay muchos como él entre los apasionados rastreadores de ediciones raras, incluidos los codiciados autógrafos, pero no resultan tan seductores como el personaje de Vincent. La clave de esta singularidad nos la ofrece el propio autor cuando afirma que es posible pecar con gracia.

EL BIBLIÓTAFO

Leon H. Vincent. Trad. Ángeles de los Santos. Periférica. Cáceres, 2015. 112 páginas. 14,75 euros

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