Cultura

'Andalucía en la Historia' recupera los últimos días de Machado en Collioure

  • Monique Alonso, impulsora de la fundación que lleva el nombre del poeta sevillano, repasa en la revista del Centro de Estudios Andaluces cómo fueron los 23 días que el autor de 'Soledades' pasó en el exilio

Ya en el exilio, en Coilloure, cuando rellenó la ficha de la pensión donde llegó tras cinco días de camino desde Barcelona, ocupada ya por el ejército nacional, Antonio Machado se registró como profesor; un profesor considerado como uno de los pensadores más influyentes y decisivos de su generación, y que para entonces, 29 enero de 1939, ya había legado para la historia de la literatura universal algunos de los versos más bellos que se han escrito en lengua castellana. En una espartana habitación del hotel Bougnol Quintana dejó reposar su cuerpo cansado y enfermo de un viaje durísimo en el que le acompañaron su madre, Ana Ruiz, de 88 años, su hermano José y la esposa de éste, Matea Monedero. Tenía 64 años. Sin dinero para comer y con un papel moneda en el bolsillo válido en la República española que dejaba atrás, el insigne poeta estuvo a punto de empeñar un reloj de su padre.

Monique Alonso, impulsora de la Fundación Antonio Machado de Coilloure, repasa el triste final del escritor en este pequeño pueblo costero de la Cataluña francesa en el nuevo número de la revista Andalucía en la Historia, publicación que edita el Centro de Estudios Andaluces. La catedrática de la Universidad Oberta documenta los 23 días que el autor de Soledades pasó al otro lado de la frontera: la calurosa acogida de la señora Figueres en su tienda con un termo de leche preparado para todos esos españoles que iban a la deriva; la amabilidad del ferroviario Jacques Baills que lo reconoció tan pronto como el poeta bajó del vagón; sus paseos por el pueblo y en barca con su amigo Corpus Barga, compañero en el exilio como una larga nómina de intelectuales que salieron a la par desde Gerona: el doctor José María Sacristán, el catedrático de Ciencias Naturales Enrique Rioja o el filósofo Juan Roura; sus últimas lecturas -libros de Pío Baroja, Gorki y un folleto sobre Vicente Blasco Ibáñez- y, siempre, la melancolía del poeta frente al mar.

Los ofrecimientos de la Universidad de Cambridge para que fuese allí a dar clases o de la antigua URSS para alojarlo como huésped de honor llegaron tarde: el poeta moría en su habitación de la pensión Quintana el 22 de febrero de 1939; tres días después lo hacía su madre. En su chaqueta dejó un último verso anotado que lo devolvía a su Sevilla natal: "Estos días azules y este sol de la infancia".

Además, Andalucía en la Historia recuerda en el monográfico de este mes la existencia de algunas de las mujeres represaliadas por el franquismo en una serie de reportajes coordinados por Pura Sánchez Sánchez. Asimismo, en el 125 aniversario del episodio de la Mano Negra la revista desvela cómo se articuló el proceso con el objetivo de aniquilar el pujante movimiento obrero andaluz. Las secciones habituales de lecturas recomendadas completan la edición.

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