Cádiz| La crisis del coronavirus

La odisea de un gaditano para volver de Nueva Zelanda

  • El empresario José Luis Gómez Luy se encontraba en la ciudad de Auckland por motivos de trabajo y, tras numerosos contratiempos, ha podido regresar a casa

  • También ha conseguido, con muchas dificultades, que su hijo vuelva de Irlanda, donde estaba cursando 4º de ESO

Imagen tomada por José Luis de una pantalla del aeropuerto de Auckland con varios vuelos cancelados.

Imagen tomada por José Luis de una pantalla del aeropuerto de Auckland con varios vuelos cancelados.

Una odisea ha vivido José Luis Gómez Luy para volver a Cádiz desde Nueva Zelanda, donde se encontraba por motivos de trabajo, y también para conseguir que su hijo, que estaba cursando 4º de ESO en Irlanda, pudiera regresar a casa.

José Luis tiene una pequeña empresa de inspecciones técnicas, enfocada a la asistencia técnica en reparaciones o nuevas construcciones del sector naval, y se trasladó el 28 de enero a Auckland (Nueva Zelanda) para atender una fragata francesa.

Cuenta que en Auckland, hasta el día 20 de marzo "apenas había dos docenas de casos de coronavirus, y ninguno grave". Sin embargo, "desde la distancia veía cómo se extendía el virus en Italia, y en España nadie reaccionaba". Ante esta situación, el viernes 13 de marzo, mandó a técnicos de su empresa desplazados a otros países de vuelta a sus casas, "ya que la situación era confusa". Él tenía billete de regreso a España para el día 24 de marzo, "si bien con posibilidades de cambio, porque la fecha de terminación de trabajos nunca son fijas", explica. De hecho, viendo que no terminaría su labor en la fecha prevista, pidió a su agencia de viajes que le cancelara el vuelo del día 24.

Afirma que mientras tanto, en Nueva Zelanda, aunque todavía no estaba muy extendido el coronavirus, empezaron a recomendar a las personas mayores de 70 años que se aislaran. Pero el sábado 21 de marzo vio que ya había problemas para salir del país, cuando dos técnicos franceses que trabajaban con él fueron rechazados en el aeropuerto. El lunes 23, les confirmaron la anulación de trabajos y les recomendaron que salieran como pudieran de Nueva Zelanda, "pero debíamos terminar los trabajos necesarios para poner el buque a flote (su base está en Nueva Caledonia). El mismo día 23, a pesar de que es un día gris con lluvias, conseguimos pintar la última capa de pintura de la obra viva, que era necesaria para su flotadura", relata.

Al concluir el trabajo, se puso a buscar vuelos para regresar a España, pero no encontraba ninguno disponible. Entonces, se dio cuenta que no se había cancelado su billete inicial, por lo que pudo recuperarlo, aunque era de Auckland-Doha-Barcelona-Jerez, y el vuelo de Barcelona a Jerez ya estaba cancelado, y el enlace entre Doha y Barcelona pasaba de 1 a 30 horas, cambio que le hacía la compañía aérea Qatar Airways.

José Luis Gómez Luy en el aeropuerto de Barajas. José Luis Gómez Luy en el aeropuerto de Barajas.

José Luis Gómez Luy en el aeropuerto de Barajas.

El día 24 se desplazó al aeropuerto con cuatro horas de antelación, pero se encontró numerosos contratiempos para coger el avión. Primero le dijeron que no era posible estar en Doha 30 horas, problema que intentó solucionar a través de su agencia de viajes. Mientras tanto, iba pasando el tiempo y facturando los demás pasajeros. Finalmente, encontró vuelos de Doha a Londres, de Londres a Madrid y de Madrid a Sevilla, y consiguió facturar a tiempo, siendo el último pasajero en hacerlo. "Cuando entrego mi tarjeta de embarque, ésta da error y me retienen, no dándome explicaciones en ese momento. Ya solo faltan 30 minutos para la salida del vuelo y de nuevo me quedo el último para embarcar, y me dicen que el vuelo de Londres a Madrid está cancelado, que me dejan volar siempre y cuando tome el vuelo a Londres desde Doha, y no me quede en Doha, lo que acepto y me dejan embarcar".

Señala que cuando aterrizó en Doha, "me dirijo al mostrador de conexiones de Qatar Airways y presento mis quejas como cliente suyo y el mal trato recibido en Auckland por personal de su compañía, ya que eran ellos los que me tenían que haber solucionado las conexiones y los vuelos. Estos me piden disculpas y me cambian de nuevo el vuelo". Así, consiguió un vuelo Doha-Madrid, pero no había conexiones de Madrid a Sevilla o Jerez, ya que se habían cancelado todos los vuelos. Entonces, reservó plaza en el AVE desde Madrid a Sevilla y un cercanías de Sevilla a Cádiz. Cuenta que cada vagón del AVE (con capacidad para 36 viajeros) solo llevaba 9 pasajeros, dejando 3 sitios libres por cada viajero.

Al llegar, todavía tenía la preocupación de cómo traer a su hijo de Irlanda. Tras ponerse en contacto con la agencia que lo llevó allí y con la Embajada de España en aquel país, consiguió -después de superar varios problemas que le fueron surgiendo- que un taxi trasladara a su hijo al aeropuerto para coger un avión que lo llevó hasta Portugal. Allí lo recogió otro taxi, que lo trasladó a la frontera entre Elvás y Badajoz, donde José Luis se había desplazado para recoger a su hijo y traerlo de vuelta a casa.

Para José Luis fue complicado llegar hasta Cádiz, pero al menos, tanto él como su hijo ya están en casa. Todavía hay gaditanos atrapados en Nueva Zelanda que no saben cuándo podrán regresar.

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