Juicio al supuesto parricida de Arcos

"Pégame un tiro. Lo he matado yo"

  • Varios agentes que acudieron al domicilio del supuesto parricida de Arcos el día de los hechos coinciden en señalar que el acusado confesó el crimen

Un momento de la vista oral celebrada en la Sección Octava.

Un momento de la vista oral celebrada en la Sección Octava. / Vanesa Lobo

La segunda sesión del juicio con jurado al supuesto parricida de Arcos, celebrada este jueves en la Audiencia Provincial de Cádiz con sede Jerez, ha tenido como eje vertebral las declaraciones de los agentes de la Policía Local y la Guardia Civil que acudieron al domicilio del acusado el 1 de junio de 2017, el día que su bebé de ocho meses falleció asfixiado.

Varios de los intervinientes han manifestado que ese día, sobre las seis y media de la mañana, recibieron el aviso de una vecina del pueblo alertando de que en una vivienda colindante se estaban escuchando golpes y a un niño pequeño llorar. 

Los agentes que se desplazaron de inmediato hasta el lugar, según han explicado en el juicio, no lograron que el procesado les abriera la puerta de su domicilio hasta dos horas después. Durante todo ese tiempo, no escucharon ni gritos ni golpes, solo al pequeño llorar de manera intermitente.

Sobre las ocho de la mañana, el encausado les abrió la puerta de su casa. Varios policías han declarado que, de primeras, el hombre salió diciendo que no había pasado nada, si bien cuando le pidieron que se identificase, volvió al interior para buscar su DNI y, una vez de regreso, les confesó: “Yo sé lo que ha pasado. Haced lo que tengáis que hacer”.

Un agente de la Policía Local ha afirmado en la vista oral que entró en el domicilio junto a un guardia civil y que se encontró al bebé en el cuarto de matrimonio tumbado en el suelo inconsciente. Algunos de sus compañeros intentaron reanimarlo sin éxito y llamaron a los servicios médicos.

Este policía local ha señalado que vio al padre del niño sentado en una habitación contigua con las manos en la cabeza y los codos apoyados en las rodillas. "¿Cómo has podido hacer esto?, ¿has matado a tu propio hijo?, le pregunté, a lo que él me contestó: Pégame un tiro. Lo he matado yo", ha aseverado este testigo.

Asimismo, han hecho hincapié en que esa mañana el supuesto parricida estaba “tranquilo”, “empleaba un lenguaje coherente” y “mostraba arrepentimiento”. “No hizo alusión alguna a que estuviese recibiendo mensajes apocalípticos en su móvil. Fue el día después del crimen cuando empezó a hablar del demonio y del diablo. También nos comentó que el niño no era suyo y que quería solicitar una prueba de ADN”, ha indicado un policía.

La madre creía que el niño estaba vivo

Respecto al estado en el que se encontraba la madre la mañana del 1 de junio, todos los agentes han señalado que presentaba pequeñas contusiones y rojeces en la cara y en el cuello, además de llevar la ropa algo rota. “Estaba nerviosa, tenía miedo. Cuando su novio se marchó a otra habitación, la mujer, que era sorda, se agarró el cuello probablemente para hacernos saber que había sido maltratada por su pareja”, ha testificado un policía.

Otros agentes han detallado que la madre no sabía que el bebé estaba muerto. “Queríamos trasladarla al médico para que la examinaran y ella no se quería marchar sin antes dejar al niño al cuidado de su suegra”.

Una guardia civil que realizó una inspección ocular de la casa ha especificado al tribunal que detectó signos de violencia en la vivienda. Según esta testigo, había puertas golpeadas, una cajonera con manchas que parecían de sangre y un mechón de pelo que, posiblemente, era de la madre.

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