Enfoque de domingo | Incapacidades laborales en la provincia

¿Qué haría Ken Loach?

  • La picaresca como cabeza de turco de un mal socioeconómico que se descubre estructural

Que algo fallaba en el sistema saltó a la luz pública poco antes del estallido de la crisis. Una red dirigida desde Ubrique por un ex policía local, Francisco Carretero, un conseguidor, podía obtener a cambio de determinadas cantidades pagas por toda la vida. Nadie se acordaría del caso si una de las beneficiarias no hubiera sido la suegra de Jesulín.

Que algo fallaba en el sistema saltó a la luz pública poco antes del estallido de la crisis. Una red dirigida desde Ubrique por un ex policía local, Francisco Carretero, un conseguidor, podía obtener a cambio de determinadas cantidades pagas por toda la vida. Nadie se acordaría del caso si una de las beneficiarias no hubiera sido la suegra de Jesulín.

En la Edad Media hubo quien tuvo suerte y, además de enzarzarse en las habituales guerras con los vecinos, tuvo que sufrir las invasiones de los hombres del norte, o le tocó comerse las invasiones árabes. Y luego, hubo regiones con mucha, mucha suerte, como Sicilia, que se lo comió todo. A nivel socioeconómico, Cádiz es Sicilia.

¿Desbroce de empresas públicas sin reconversión? ¿Capital que se dedica aquí a ser rentista pero invierte fuera? "El mal es estructural, pero la culpa la va a tener, no lo dudes, el que se da de baja o se prejubila, aunque no le dejen más opción", apunta el escritor David Monthiel, que trata en sus novelas todos los estratos, malicias, logros y carencias de lo gaditano.

"La picaresca es una reacción a todo lo que nos apunta: paro de franja de Gaza en los mejores tiempos; trabajo escaso, brutal y/o precario; Cádiz, Sevilla y Huelva, como regiones de alto riesgo en cáncer... -continúa-. Lo nuestro es una larga exposición a la precariedad. También parecemos olvidar que muchos de los trabajos clásicos en la provincia: Astilleros en la capital; Airbus; lo que era Tabacalera; portuarios; petroquímica en el Campo de Gibraltar; el trabajo del campo en el interior o incluso hostelería y camareras de hotel, todos ellos desgastan mucho físicamente. Esa es también una realidad, más allá de la picaresca".

"Si vamos buscando una razón cultural de por qué los gaditanos hacen más uso de las bajas por incapacidad laboral, no la vamos a encontrar -explica al respecto el sociólogo Alfonso Marqués-. Hay cuestiones interesantes, dentro de ese mundo de clichés y creencias asumidas, por ejemplo, Max Weber estudiaba la asociación del trabajo duro con la religión protestante y el trabajo blando con los católicos. Y hay estudios que demuestran que los trabajadores, para motivarse, necesitan creer que su vida puede cambiar: si ni tu imaginario ni tu realidad te dejan mucho espacio para eso, ya me dirás".

Marqués, especializado en métodos cuantitativos aplicados a la sociología, subraya que "con este tipo de datos, hay que tener en cuenta muchos parámetros. Por ejemplo -explica-, salió un dato muy parecido que decía que había muy pocos suicidios en los pueblos de España. ¿Qué ocurre, qué nuestros pueblos son una Arcadia feliz? No: lo que ocurre es que se están despoblando y, con ochenta años, raramente piensas en suicidarte".

"También influye el tipo de trabajo -apunta-. Está demostrado que los trabajadores cualificados, no sólo se promocionan más en su trabajo, sino que enferman menos. ¿Cuál es el tanto por ciento de directivos con bajas por accidentes o enfermedades laborales de consideración? Y la mayoría, además, están en Madrid o Barcelona".

En el mismo territorio de cautela se mueve Inmaculada Domínguez, doctora en Ciencia Económicas en la UEX y miembro del Grupo de Investigación de Pensiones y Protección Social de la Universidad de Valencia. Aunque la media de edad en la provincia de Cádiz no es ni mucho menos de las más altas, Domínguez alerta de que la tendencia al alza en el número de jubilaciones no es ajena a la ley de la gravedad demográfica: "Durante años -explica-, hemos dado por hecho que teníamos un gran colchón, aunque las encuestas muestran ya que el de las pensiones es una de las grandes preocupaciones de la gente. El problema es que se ve el desplome a largo plazo, pero no se toman medidas de peso. Con la crisis, las pensiones han terminado sirviendo de sostén social global: el efecto dominó puede ser tremendo".

"¿Te has fijado en que hay muchas lavanderías? -comenta David Monthiel-. Son la respuesta al auge de los apartamentos turísticos. Quien ahora tiene un apartamento, luego puede tener dos, y luego tres. El turismo es una industria, sí, y una forma de generar riqueza, sí, pero sólo para unos pocos, mientras condena a la precariedad a muchos más".

Las nadas. Qué hacemos con las zonas que condenamos al limbo. Qué hacemos con los sectores que van a cambiar. Megagurús de esta nueva era que tienen poco de jipis, como Bill Gates o Elon Musk (bueno, bueno, ¿qué es ser jipi?, que diría Paulo Coelho) dicen alto y claro que, o vamos pensando en instaurar medidas como la cotización de robots o la renta básica universal, o vamos a dejar atrás, muy atrás, a millones de personas.

"Yo creo que el tópico de dependencia nos hace incluso más daño dentro -comenta Monthiel respecto a la posibilidad de una renta universal-. Uno se prejubila o tiene baja total y no piensa que es algo justo, sino que es un dependiente, que está rebañando algo".

El sociólogo Jorge Moruno ha analizado los nuevos escenarios y propuestas laborales en títulos como No tengo tiempo. Geografías de la precariedad (Akal). Moruno desarrolla el concepto de "la descomposición de la sociedad del empleo": el hecho de tener un trabajo ya no garantiza el tener una vida medianamente digna, y cuestiones antes delimitadas, como trabajo y ocio; o qué es y no objeto de mercancía, comienzan a emborronarse. Así, "que se reduzcan los datos del paro ya no quiere decir que la sociedad del empleo se fortalezca de nuevo -explica-. La fuerza de trabajo tiene más difícil venderse y más fácil convertirse en obsoleta, de ahí la insistencia en el reciclaje, la formación permanente, la adaptabilidad, resiliencia, pensamiento positivo... como elementos competitivos para no quedarse fuera del circuito del dinero y del trabajo, aunque dentro sea un infierno".

Luego está, latente a nivel local, la teoría de Papá Estado. Papá Estado nos dio Tabacalera. Papá Estado nos dio Astilleros. Papá Estado nos dio las indemnizaciones de sordos. Papá Estado nos dio, nos da, es Dios. Papá Estado no nos ha dado cañas y nos ha hecho dependientes: "Quienes defienden esa teoría -reflexiona Moruno-, tendrían que explicar por qué países como Noruega, Suecia o Dinamarca tienen un mayor peso del sector público y, al mismo tiempo, Grecia está a la cabeza en autónomos emprendedores. Ese discurso de 'sal de tu zona de confort', por qué no te activas, lo que hace es trasladar la culpa y el riesgo al individuo, como si fuera un problema tuyo. El discurso del 'carácter' que achacaba la debilidad del trabajador a su falta de esfuerzo se usaba en el XIX, cuando algunos ponían el grito en el cielo contra los avances y coberturas sociales porque (decían) desactivaban al trabajador y arrugaban su carácter".

"En realidad -prosigue-, ocurre al contrario: la precariedad y el mercado de trabajo están por debajo de una sociedad a la que taponan. Cuánto talento estamos perdiendo por culpa de gente que, en lugar de contar con tiempo para poder realizarse, cooperar y crear, tiene que acumular trabajos para poder pagar un alquiler desorbitado. Es esa dependencia lo que aplasta el espíritu emprendedor de la sociedad".

la más famosa incapacidad. Que algo fallaba en el sistema saltó a la luz pública poco antes del estallido de la crisis. Una red dirigida desde Ubrique por un ex policía local, Francisco Carretero, un conseguidor, podía obtener a cambio de determinadas cantidades pagas por toda la vida. Nadie se acordaría del caso si una de las beneficiarias no hubiera sido la suegra de Jesulín.

Juan Cadenas. Agente de Policía Local"Hay gente que con decir que son toxicómanos ya tiene una paga. Y yo...."

Juan Cadena. Juan Cadena.

Juan Cadena.

Juan Cadenas, el agente de la Policía Local de Puerto Serrano que perdió un ojo -y casi la vida- en el transcurso del famoso y brutal asalto a la jefatura del cuerpo por parte de Los Cachimba, se siente doblemente agredido después de que la justicia no le haya otorgado la incapacidad laboral absoluta como su defensa reclamaba a tenor de los informes sucesivos y las secuelas causadas por el incidente. Lo curioso, es que el mismo tribunal que no le ha concedido el 100% de incapacidad sí que ha tenido a bien otorgárselo a su agresor. "El que me intentó matar tiene una paga para toda la vida y a mí me dicen que me busque las papas, que encuentre un trabajo tranquilo y que no me genere estrés. ¿Dónde hay uno de esos?", dice apesadumbrado Juan.

El ex policía local casi se ríe al tener conocimiento del dato que dice que, porcentualmente, Cádiz es la provincia líder en incapacidades en España. "No conocía ese dato, pero desde luego aquí igual pagamos justos por pecadores. Mi experiencia en este ámbito ha sido muy mala, no sólo por la incapacidad, sino por el trato que he recibido por parte del propio Ayuntamiento, que ni siquiera me ha concedido la segunda actividad".

A Juan la justicia viene a decirle que puede trabajar de todo menos de Policía. "Por duro que parezca, tengo que decir que a mí me ha hecho más daño la administración que Los Cachimba", dice. Y continúa su duro discurso. "La administración juega con la salud de las personas. A mí me dijeron que tengo el deber de soportar que me apuñalen. Hay gente que con decir que son toxicómanos ya obtienen la incapacidad absoluta, pero para mí, con lo que me han hecho, sólo la estiman parcial".

También declaró que no entiende como desde diferentes colectivos se pide que se reserven unas plazas en la administración para personas con minusvalías y que "sin embargo al que le provocan una minusvalía en el desempeño de su labor lo echan a la calle".

De momento Juan intenta seguir luchando reclamando lo que considera que es justo, por eso el próximo 17 de septiembre tiene un nuevo juicio. "Aunque después de todo esto me da un poco de asco todo lo que viene de la administración. Ahora sólo quiero estar con mis niños y a veces le doy gracias a Dios por poder contarlo y otras veces pues maldigo lo que me ha pasado".

Juan Cadenas también está viajando a diferentes puntos del país contando su experiencia y dejando claro a sus compañeros que ante una situación así "hay que perder el miedo a sacar la pistola reglamentaria y defenderse, porque igual es mejor acabar en la cárcel que te destrocen tu vida".

Mayte de la Torre. Incapacitada por fibromialgia"Supe que tenía que irme cuando me falló la memoria. Es una enfermedad incapacitante"

Mayte de la Torre. Mayte de la Torre.

Mayte de la Torre.

La gaditana de nacimiento y algecireña de adopción Mayte de la Torre logró el pasado febrero que los tribunales le concedieran una incapacidad absoluta por fibromialgia severa. Tras años de litigio el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) le dio la razón en su contencioso con la Seguridad Social Según la sentencia, su cuadro le impide realizar una actividad laboral aunque le ha costado años que la Administración sanitaria lo reconociese. Su calvario empezó a los 23 años con un brote de lupus eritematoso sistémico que la postró en una silla de ruedas durante un tiempo. Sucesivos brotes con afección en sus articulaciones minaron su salud y su ánimo, por lo que se le reconoció un grado de discapacidad del 33%. Aún así, siguió trabajando e incluso difrutó de un tiempo en el que los brotes remitieron y puedo ejercer una vida laboral relativamente normal trabajando como graduada social. Pero en 2006 la enfermedad regresó agravada, ya que, además apareció la fribromialgia. En una entrevista con Europa Sur, el pasado mes de febrero explicaba lo que significaba esto: "Convivir con el dolor. Puedo estar tomando un café y de repente sentir una fuerte punzada que tarda una hora en desaparecer. Eso es diario y no lo considero un brote; cuando llega uno siento un escalofrío fuerte y punzadas desde los pies hasta las orejas y ahí empieza. Lo siguiente es que no me puedo mover, sufro rigidez, insomnio, pérdidas de memoria y depresión", explica Mayte. Además, padece de hernias discales, trastornos del sueño, ansiedad y depresión, un largo listado de patologías que le impiden cocinar y hacer tareas domésticas: "Supe que me tenía que ir cuando empezó a fallarme la memoria. ¿Cómo iba a llevar los expedientes con esas lagunas?". Conseguir la incapacidad permanente no ha sido para ella una tarea fácil, Los médicos consideraban su enfermedad una dolencia psicológica; otros le recomendaron ejercicios de espalda frente al dolor. Recibió altas obligatorias por parte de la Inspección Médica. La Seguridad Social le concedió la total, que considera que una persona puede desempeñar puestos diferentes al suyo, en lugar de la absoluta, la que considera que el incapacitado no puede realizar trabajo alguno. Contra esa decisión acudió a los tribunales. En primera instancia no le dieron la razón, pero el TSJA sí apoyó su reclamación. La sentencia es un paso más en un camino largo en pro del reconocimiento de esta enfermedad como incapacitante, algo relativamente reciente: entre un 2% y un 6% de la población padece esta enfermedad de la que no se conoce la causa y que no tiene cura y para ellos pide Mayte "comprensión y un buen apoyo sanitario".

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