10 años sin la banda terrorista

Los gaditanos asesinados por ETA. La banda pudo plantear atentados en Cádiz y San Fernando

  • La primera víctima andaluza de la banda terrorista fue un guardia civil de Algodonales

  • Hace una década la Policía encontró mapas de Cádiz y San Fernando como posibles lugares para ejecutar una acción criminal

La familia de Ascensión García y de Alberto Jiménez Becerril durante la inauguración de la rotonda dedicado a ambos.

La familia de Ascensión García y de Alberto Jiménez Becerril durante la inauguración de la rotonda dedicado a ambos. / Lourdes de Vicente

Mariano Román estaba el 5 de junio de 1975 de guardia en el tren correo de los Ferrocarriles Vascongados. Su compañero se llama Higinio. Viajan de Bilbao a San Sebastián. Todo tranquilo hasta que en Añorga se suben dos personas que les resultan sospechosos. Sobre todo porque en un día soleado portaban gabardinas.

Buen ojo. De las gabardinas los terroristas sacan sendas metralletas y disparan a los agentes cuando éstos les identificaban. Mariano pierde y se rompe el cráneo al caer del tren en marcha. Él, nacido en Algodonales, casado y con cinco hijos, se convierte así, desgraciadamente, en la primera víctima andaluza de la banda terrorista andaluza.

ETA, que hace hoy una década abandonó las armas tras décadas sangrientas, tras asesinar a cerca de un millar de personas, incluyendo niños y niñas, ha dejado a lo largo de su historia su marca macabra en familias gaditanas de agentes y militares  que perdieron, al marido, al padre, al hijo, al amigo. Y en la familia de Ascensión García, que en la madrugada del 30 de enero de 1998 fue asesinada junto a su marido, el concejal sevillano del PP, Alberto Jiménez Becerril, en una calle de la capital sevillana.

La banca terrorista matará en Cádiz a Alfredo Suar Muro. Fue el primer asesinato de la banda en Andalucía. Fue el 14 de octubre de 1983 en el aparcamiento del Hospital Zamacola (el actual Puerta del Mar). Su culpa, según los terroristas siempre necesitados de una justificación para su infamia, era ser médico en la prisión Puerto I, donde entonces penaban cárcel miembros de la banda.

Un día después, Antonio Ramos, nacido en Espera y también de servicio en el País Vasco, se salva de un atentado cuando iba en un furgón en Oñate. Los terroristas lo intentaron otra vez tres años más tarde. Dos pistoleros le dispararon a bocajarro cuando salían de un bar en Mondragón.

Junto a otros gaditanos asesinados por los etarras, Cádiz estuvo en el punto de mira de la banda en varias ocasiones. La capital, que entonces solo tenía como salidas físicas el puente Carranza y la autovía a San Fernando, y la propia Isla aparecían, incluidos planos, en documentos localizados en 2010 en la base que tenían en Portugal. Documentos y hasta un móvil que llevaba la etiqueta de Cádiz y los horarios de los autobuses de la provincia. En aquella época el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, era diputado socialista por Cádiz.

En 2009 el Ayuntamiento de Cádiz dedicó una rotonda, junto a la glorieta de la Zona Franca, a Jiménez Becerril y Ascensión García. Un recuerdo que los gaditanos trasladan a todas las víctimas de los etarras.

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