Francisco Párraga (PSOE) | Alcalde de Olvera

"La gran dinamización económica de Olvera hace que la crisis influya menos"

  • El regidor olvereño insiste en pedir una protección especial para el olivar de montaña y elogia la tradición cooperativista de su pueblo: "Aquí hay muchas empresas de muchísimas cosas"

  • "Creo que el sector turístico podrá salvar algo la temporada de verano. Las perspectivas ya no son tan negras"

  • "Revitalizar el casco antiguo del pueblo es una prioridad. Tenemos ahí 300 viviendas vacías, que son muchas"

El segundo alcalde más veterano de la provincia de Cádiz –lleva 17 años como regidor de Olvera, por detrás solamente del de Villaluenga y empatado con el de Espera– nos recibe en su despacho con una montaña de papeles muy ordenados y con una barba canosa que ha dejado ir creciendo durante el estado de alarma. Desde la experiencia de su dilata trayectoria política y con sus 63 años cumplidos en este 2020, el socialista Francisco Párraga analiza siempre desde el optimismo la situación de su pueblo ante la crisis sanitaria y laboral originada por el coronavirus y desvela algunas de sus prioridades para los tres años que faltan de este mandato corporativo.

–IU y PP le apartaron a usted de la Alcaldía de Olvera en 2007 pese a ser la lista más votada y sin embargo esos dos partidos no se pusieron de acuerdo ni en 2015, ni en 2019, lo que le ha permitido gobernar estos cinco años en minoría . ¿Sabe usted a que se debió ese cambio de postura?

–Creo que el PP se sintió traicionado por IU en esos ocho años en los que los socialistas no estuvimos gobernando en Olvera, entre 2007 y 2015. Al final les dieron la Alcaldía a cambio de nada. Así al menos lo dijo un día aquí José Loaiza cuando era presidente de la Diputación y del PP de Cádiz. Dijo que la gente de IU no había cumplido lo acordado. Pero, bueno, a mí nunca me ha dado miedo gobernar en minoría, que es lo que venimos haciendo desde 2015. El año pasado le ofrecí a IU entrar en el gobierno, pero no quisieron,

–¿Y le están haciendo la vida imposible desde la oposición?

–No, no, para nada. En estos cinco años la relación con la oposición es muy buena. En los plenos intentamos huir de los debates ideológicos, que tienen que quedarse para las administraciones superiores. Nosotros preferimos hablar de las cosas de Olvera, y la verdad es que la mayoría de las cosas las solemos aprobar por unanimidad. Ahora estamos empezando a negociar unos nuevos presupuestos que estarán marcados claramente por esta pandemia, y parece que hay buena sintonía.

–¿Cómo está afectando a Olvera la crisis económica y laboral originada por el coronavirus?

–La crisis nos afecta, como a todo el mundo, pero quizás la repercusión es menor que en otras zonas por las características de este municipio, que se sale un poco de la tónica por su gran dinamismo económico. Olvera ha sido siempre un pueblo eminentemente agrícola, y además con una agricultura de subsistencia con un reparto muy justo de las tierras y con el olivar como estrella. También somos una referencia en cooperativismo, una forma de trabajar que empezó a hacerse fuerte a finales de los 70, cuando regresaron muchos de nuestros emigrantes. El Ayuntamiento, gracias a las escuelas taller impulsadas por el PER, ayudó mucho en su día a esas cooperativas y hoy lo seguimos haciendo gracias a nuestro programa de vivero de empresas. Hoy Olvera vive de la agricultura, del aceite, de muchas pequeñas y medianas empresas constituidas como cooperativas, como sociedades anónimas o como sociedades laborales. Aquí hay muchas empresas de muchísimas cosas, y ello sin olvidar que al ser cabecera de la subcomarca también prestamos servicios a otros pueblos de nuestro entorno.

–¿Cuántas cooperativas hay hoy en Olvera?

–Algo más de una veintena. Somos el cuarto pueblo de la provincia en cooperativas y el segundo o tercero en cooperativistas. Aquí hasta la televisión local es una cooperativa. Y las hay también de talleres de coches, de pastelería, de chacinas, de productos congelados, etc. Y aparte está la cooperativa de Los Remedios, que se mueve a otros niveles porque tiene miles de socios y vende no solo aceite sino también mucho pienso.

–¿Cuáles son las medidas principales que ha impulsado el Ayuntamiento para hacer frente a la crisis actual?

–La prioridad ha sido y sigue siendo la atención a las personas en situación de vulnerabilidad económica y social. Ahí la clave ha estado en el buen funcionamiento del comedor social que tenemos en un taller ocupacional. Reforzamos la plantilla con un cocinero más y estamos repartiendo unas 80 comidas diarias a familias necesitadas. También hemos aumentado los fondos de contingencia para pagar facturas de luz, agua o alquiler, hemos aumentado la colaboración con Cáritas y hemos dispuesto que la oficina de gestión financiera que hay en el Ayuntamiento esté a disposición de los vecinos con problemas bancarios o hipotecarios.

–Pero también han desarrollado planes de apoyo a la hostelería y al comercio local, ¿no?

–Es que es fundamental que los sectores productivos del pueblo vayan recuperando la normalidad. En ese sentido hemos dado luz verde a ampliar las terrazas de los bares, y hemos suprimido las tasas de ocupación de esas terrazas durante todo el año, y también hemos perdonado, mientras dure la pandemia, la tasa del mercadillo de los sábados. Y hemos sacado campañas y plataformas web de apoyo al comercio local, además de ampliar nuestro plan municipal de empleo, diseñar actuaciones de mejora en los caminos rurales del municipio y disponer bonificaciones sustanciales para el ICO (Impuesto de Construcciones y Obras) y para las tasas a esos comercios que tengan que llevar a cabo alguna remodelación.

–¿Logrará salvar el sector turístico local la temporada de verano?

–Pues las perspectivas ya no son tan negras como se veían hace muy poco tiempo. Si no hay retrocesos, creo que esto se va a ir salvando poco a poco. La verdad es que ha sido una pena porque el año lo iniciamos como un cañón con un ambiente tremendo en Navidad, en Carnaval, el turismo viniendo más que nunca, los bares y las terrazas llenos, la gente muy contenta, unas previsiones excepcionales, la romería que estaba a la vuelta de la esquina... Pero todo se paralizó. Ahora la cosa está empezando a andar. Creo que se podrá salvar algo, pero hasta el año que viene, cuando pase el otoño, no volverá todo a su sitio.

–¿Cuáles son las prioridades de su gobierno para los tres años que restan aún de este mandato corporativo?

–Nuestra prioridad es aplicar un plan de desarrollo local que venimos negociando desde hace un tiempo con José María Román, vicepresidente de la Diputación. Y una de las medidas cruciales sería la revitalización del casco antiguo de Olvera. Los pueblos que somos conjunto histórico-artístico, como Olvera, Medina o Arcos, tenemos ese problema. Ahora es más cómodo vivir fuera del casco antiguo, pero eso repercute en el corazón de pueblo. Nosotros tenemos unas 300 viviendas cerradas en el casco urbano, que son muchas. Y queremos rehabilitar esas viviendas para que sean habitables. Eso mejoraría también la imagen del pueblo ante el turista. Y otros de nuestros objetivos son, por ejemplo, un nuevo plan de dinamización turística que complete al que acaba este año y que creo que ha dado resultados positivos, un plan de desarrollo económico mirando sobre todo al olivar, y sobre todo un nuevo PGOU que sustituya al actual, que es de 1998 y que está obsoleto. Nuestro polígono industrial esta funcionando bien y se sigue desarrollando, pero el nuevo PGOU permitiría reservar parcelas más grandes para que vengan empresas.

–Olvera es otro municipio muy castigado por la despoblación. ¿A qué cree usted que se debe este fenómeno?

–En una década, entre 2009 y 2018, nosotros hemos perdido 465 vecinos. Es un goteo constante. ¿Y por qué ocurre esto? Es que las cosas han cambiado mucho. Todo influye, como por ejemplo la bajada de la natalidad. Pero yo creo que un factor esencial ha sido la mejora de la formación en los pueblos. Hasta hace poco tiempo en Olvera no había institutos, y ahora hay dos. Y la mayoría de los jóvenes ahora estudian una carrera universitaria fuera, y luego el retorno al pueblo e incluso a la provincia es muy complicado para ellos.

–¿Cuál es el estado de salud del sector agrícola del olivar de montaña tan característico de esta zona de la Sierra de Cádiz?

–El sector está quejoso, y es normal. Nosotros seguimos defendiendo que nuestro olivar de montaña necesita una protección especial para que sea rentable. Llevamos mucho tiempo luchando por eso ante el Gobierno de España y ante la Junta de Andalucía, aunque no nos están haciendo mucho caso, la verdad. Este es un olivar en pendiente, con una producción muy escasa en comparación con otras explotaciones, y aquí coger un kilo de aceituna es más caro que en otro sitio. Y eso es un hándicap porque se le saca muy poco beneficio. Pero también es un producto de una calidad excepcional que contribuye al paisaje, al turismo, al medio ambiente... Todo eso debe ser primado.

–¿Sabe usted si la Junta de Andalucía ha echo algún avance en los últimos meses en torno al proyecto de desdoble de la carretera A-384 (Arcos-Antequera)?

–Hasta la fecha no tengo constancia de que la Junta haya hecho alguna gestión al respecto, y eso que es una carretera muy importante, al ser una arteria de comunicación y básica de salida de la provincia. El Ayuntamiento de Olvera sigue pidiendo esa autovía, como ha hecho siempre. Falta que quienes gobiernan ahora en la Junta hagan lo mismo que han venido reclamando y prometiendo desde la oposición.

–Vaya polémica ridícula se montó el año pasado entre Olvera y Villaluenga con lo del premio a lo del cementerio más bonito.

–Es verdad. Aquella fue una polémica bastante triste. Que surja una competición así entre dos pueblos hermanos que además tienen dos cementerios que son una maravilla me pareció absurdo e infantil. Eso de que gracias a una aplicación de móvil en un solo día aparezcan 800 votos de la nada fue increíble. Pero, vamos, yo sí fui a Madrid a recoger el premio con gente de cementerios de toda España. Y allí se notaron las ausencias.

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