Costa Noroeste

Chipiona: El año negro de la flor cortada

  • La festividad de Todos los Santos, fecha anual de mayor venta del sector, no ha salvado esta actividad agrícola devastada por la pandemia.

Un agricultor de Chipiona destrozando flores para su retirada del mercado como consecuencia de la crisis del coronavirus.

Un agricultor de Chipiona destrozando flores para su retirada del mercado como consecuencia de la crisis del coronavirus.

Las expectativas eran buenas, pero finalmente se vieron frustradas por las dichosas -pero necesarias- restricciones oficiales para intentar frenar la segunda ola de la pandemia del coronavirus. La festividad de Todos los Santos, que supone más del 30% de la producción del sector de la flor cortada en el conjunto del año, no ha paliado la situación ruinosa que sufre desde el estallido de la crisis sanitaria.

Efectivamente, Chipiona, la Costa Noroeste en general, despedirá este ejercicio como un año negro que no tiene precedentes de la misma envergadura en el sector, lo cual no es decir poco, habida cuenta de otros momentos difíciles que ha atravesado, como la crisis de la burbuja de la flor cortada que se adelantó a la inmobiliaria hace dos décadas.

A mediados de octubre, fecha aproximada de referencia para la campaña de Todos los Santos, no había pedidos de floristerías ni mayoristas. La asociación que agrupa a las firmas comercializadoras de la localidad difundió un vídeo promocional para animar la compra de flores. No cayó en saco roto, pero el Covid-19 volvió a hacer de las suyas en forma de medidas que limitaron la celebración de una festividad tan señalada para el sector. El Ayuntamiento incluso llegó a solicitar al Ministerio de Agricultura la declaración de las flores y plantas ornamentales como bienes esenciales o de primera necesidad

Hablamos con Luis Manuel Rivera. Conocido en Chipiona como Lima, es autónomo del sector desde hace más de 25 años. También responsable de Flor Cortada  de la organización agraria COAG Andalucía, presidente de la Asociación de Agricultores de la Costa Noroeste y concejal en el Ayuntamiento chipionero. “El sector se encuentra en una situación lamentable”, asegura.

“Ha sido un año atípico, cargado de incertidumbre, en el que muchos profesionales de la flor cortada han tenido que abandonar la actividad por la enorme crisis que atraviesa el sector”, comenta Lima apuntando que la festividad religiosa que cada año llena de flores los cementerios “parecía que iba a ser un balón de oxígeno, pero finalmente no fue así”. “Se sembró un 40 o un 50% menos de flores que en el mismo periodo de años anteriores, porque muchos agricultores se han retirado por falta de financiación y otros han optado por cultivar hortalizas. Una parte de la producción se ha quedado en las cámaras y el resto se ha vendido más o menos bien, pero a cuentagotas”, explica.

A su juicio, la palabra que mejor puede definir el futuro de esta actividad es incertidumbre. “Si no se sabe qué va a pasar de aquí a un mes, imagínate dentro de tres meses”, lamenta.

El horizonte del mercado está a corto plazo en la Navidad, y sobre todo, en el Día de San Valentín. El 14 de febrero, jornada del calendario en la que los enamorados se regalan flores, podría servir al sector para recobrar el aliento. A partir de ahí la primavera marca una agenda importantísima desde el punto de vista económico, con las Fallas, la Semana Santa, Sant Jordi, el Día de la Madre, las ferias... sin olvidar eventos como las comuniones. Pero, lo dicho, la incertidumbre es total.

Por si esto fuera poco, el sector todavía no ha recibido las ayudas de la Junta de Andalucía y la Administración central destinadas a hacer frente a este considerable revés económico para los profesionales de la flor cortada. “Han anunciado que llegarán antes de Navidad, pero tienen hasta el 30 de junio para concederlas”, señala el responsable de COAG Andalucía quejándose de que dichas ayudas “llegarán tarde y son insuficientes” para paliar el “estado crítico” del sector, aunque el apoyo se traduzca en algunos miles de euros por agricultor. Así de profunda es la crisis. 

Andalucía lidera esta actividad, con más del 50% de la producción nacional. Según la mencionada organización agraria, unas 6.000 familias andaluzas viven de la flor cortada. La comunidad cuenta con unas 500 hectáreas, de las que 350 se concentran en la Costa Noroeste de Cádiz y el resto, en algunas zonas de Sevilla y Almería. Estos cultivos generan unos 5.000 puestos de trabajo al año, a los que hay que sumar los empleos de las comercializadoras

La provincia gaditana es la primera productora del país: Sanlúcar, Jerez, Arcos, Rota y, principalmente, Chipiona, auténtico referente nacional en este mercado desde hace muchos años. El Ayuntamiento, la Asociación de Agricultores de la Costa Noroeste y COAG han advertido en más de una ocasión de las importantes repercusiones económicas, sociales y laborales de esta crisis, con centenares de despidos y pérdidas millonarias.

El sector de la flor cortada ha perdido el pulso como consecuencia de la pandemia, pero no parece estar dispuesto a tirar la toalla. Buena parte de la población chipionera vive de esta actividad agraria y no tiene otro remedio que afrontar el futuro con esperanza. A pesar del Covid.

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