El congreso provincial del PP gaditano sigue sin fecha

¿Quién va a mandar en el PP de Cádiz?

  • Germán Beardo y, en menor medida, Bruno García suenan como alternativas a liderar el PP gaditano si la dirección nacional del partido insiste en vetar la continuidad de Ana Mestre

Hace ahora dos años Ana Mestre asió con fuerza dos riendas. Con una de ellas pasaba a dirigir toda la gestión en la provincia de Cádiz del primer Gobierno andaluz de la historia que no era de signo socialista; y con la otra mano tomó las riendas del Partido Popular (PP) gaditano cedidas por Antonio Sanz, sin duda la persona que más poder orgánico ha tenido en esta formación política en Cádiz en el último cuarto de siglo.

Con la aquiescencia de su jefe por partida doble (Juanma Moreno) y también con la satisfacción de saber que se había convertido en la primera mujer en asumir ambas responsabilidades, Ana Mestre inició en ese 2019 una aventura apasionante de cuyos resultados ella misma reconoce sentirse muy satisfecha. Tanto que cuando el partido planteó a principios de año la necesidad de celebrar los congresos provinciales del PP en Andalucía para renovar sus órganos de dirección ella –con el consentimiento previo de Sevilla, claro está– levantó la mano con la intención de presentarse a la reelección.

Las aguas bajaban con calma, todo parecía encaminado a que Mestre siguiera al frente del PP gaditano... hasta que en este mes de marzo de manera repentina algo se rompió entre las direcciones nacional y regional de esta formación política. Y el roto es tan grande que a día de hoy todo apunta a que en los próximos meses habrá un nuevo inquilino en el despacho de la Presidencia de la sede provincial de los populares en la calle Cánovas del Castillo.

Hay una cosa en la que coinciden todas las fuentes del PP que han sido consultadas: este proceso precongresual está actualmente parado porque la dirección nacional que encabeza Pablo Casado ha dado prioridad primero a salvar las presidencias autonómicas de Murcia y Castilla y León que estaban amenazadas con las dos mociones de censura presentadas por el PSOE y, tras salvar ambos escollos, ahora el partido tiene sus cinco sentidos puestos en las elecciones autonómicas de Madrid a celebrar en menos de 40 días. "En Génova no están ahora por abrir un frente en la provincia de Cádiz. Aquí no hay tantos problemas. Si encuentran un hueco en la agenda, siempre empezarán por intentar poner orden en Huelva antes que en Cádiz", reflexiona un veterano dirigente del PP gaditano.

Lo cierto es que este partido político vive una situación extraña en Andalucía, donde ya ha renovado a cuatro de sus direcciones provinciales pero le falta por hacer lo propio en las otras cuatro: Cádiz, Jaén, Almería y Huelva, donde no hay fecha para ello aunque todo apunta a que este proceso se cerrará antes del verano.

Tan buena era la relación entre las direcciones nacional y regional de los populares que hace apenas un mes ambas partes consensuaron que Francisco Rodríguez continuara en la presidencia provincial del partido en Granada y que en Córdoba sucediera lo mismo con Adolfo Molina, como así terminó siendo. El equipo de Casado incluso admitió que el número tres del Gobierno andaluz, Elías Bendodo, se presentara a la reelección como presidente provincial del PP de Málaga, para lo cual fue necesario una dispensa ya que incurría en uno de los tipos de incompatibilidades fijados en los estatutos del partido.

Todo iba sobre ruedas hasta que el consenso estalló en Almería. La opción previamente negociada de que el presidente de la Diputación, Javier Aureliano García, se convertiría en la nueva referencia del partido en la provincia más oriental de Andalucía saltaba por los aires al anunciar Gabriel Amat por sorpresa su intención de presentarse a la reelección para una presidencia del PP almeriense que asume desde 2004.

Y ahí estalló la guerra. En Génova vieron la mano de Javier Arenas detrás de este paso dado por Amat y eso llevó a la dirección nacional del partido a dar por roto el consenso con el PP andaluz. No era la idea inicial, porque en Madrid la última intención era dañar, aunque fuera mínimamente, la imagen de la persona que logró al fin arrebatarle Andalucía al PSOE. Pero hubo en Génova quien pensó que los barones de partido no se le podían subir a las barbas a su líder nacional y que, ya puestos, habría que poner a más afines al casadismo en el resto de provincias andaluzas. De paso, la dirección nacional alisaba el terreno de cara a un congreso nacional previsto para 2022 y en el que se da por hecho que Pablo Casado se presentará a la reelección.

Fue entonces cuando en Madrid se pusieron drásticos, primero impidiendo a Bendodo que nombrara a su mano derecha, Patricia Navarro, como secretaria provincial del PP de Málaga al ser incompatible con su responsabilidad como delegada del Gobierno andaluz en esta provincia; después Génova le mantuvo el pulso a Juanma Moreno presentando su propia candidatura a las primarias de Sevilla de las que salió vencedora la opción impulsada desde Madrid (Virginia Pérez) por encima de la alternativa que defendía la dirección del PP-A (Juan Ávila, alcalde de Carmona); y a fecha de hoy, y debido a esa incompatibilidad reflejada en los estatutos, Génova se mantiene firme en su prohibición de que repitan en sus cargos los actuales presidentes provinciales de Jaén y Cádiz.

Lo que suceda en las próximas semanas en Jaén será un buen espejo para que se mire el PP de Cádiz. De momento Génova ya le ha dicho al presidente de los populares jiennenses, Juan Diego Requena, que no puede presentarse a la reelección al ser ya diputado nacional. Y eso que Requena, a diferencia de lo que hizo Ana Mestre, sí apostó por Pablo Casado en las primarias celebradas por este partido en la primavera de 2018. Es decir, que si Requena se ve obligado a dar un paso atrás, el sentido común dice que Ana Mestre tendrá que hacer lo propio y centrarse en exclusiva en sus competencias como delegada del Gobierno andaluz en Cádiz en las que, por cierto, está siendo muy bien valorada por la cúpula de la Junta.

De ser así, de confirmarse que Mestre no puede presentarse a la reelección como presidenta provincial del PP, ya hay un nombre que aparece como primera opción para relevarla: el de Germán Beardo, actual alcalde de El Puerto. Las incompatibilidades reflejadas en los estatutos del PP no dejan de ser curiosas porque impide que asuma la presidencia provincial del partido un diputado nacional o un alto cargo de los gobiernos autonómicos pero por el contrario sí le abre esta posibilidad a otros cargos vinculados a la administración local como una Diputación (diputados o incluso presidentes) o un ayuntamiento (concejales o alcaldes). De ahí que el regidor portuense tenga el camino expedito para, si Madrid y Sevilla, terminan dando el visto bueno, se convierta en un candidato de consenso.

En un PP de Cádiz en el que sus actores principales optan por guardar un silencio sepulcral sobre lo que está por venir y en el que todos dan por hecho que es muy improbable que haya dos candidaturas en unas primarias, lo que sí está claro es que Germán Beardo genera partidarios pero también detractores. Los primeros dicen de él que es una persona que puede aglutinar las diferentes sensibilidades que hay en el partido y que puede asumir perfectamente el liderazgo de un partido como el PP de Cádiz porque lo conoce a la perfección desde sus tiempos de Nuevas Generaciones, porque ha ocupado ya varios cargos públicos y orgánicos y porque desde hace dos años dirige una Alcaldía de tanta importancia en la provincia como es la de El Puerto de Santa María.

Pero sus detractores, que los hay, intentarán –si no lo han hecho ya– hacer llegar a la dirección nacional del partido que Beardo siempre ha sido una persona de confianza de Antonio Sanz, ex presidente provincial del partido y actual viceconsejero de Presidencia de la Junta. Y es que para Casado y su equipo todo lo que suene a Sanz causa cierta urticaria desde que se erigiera en uno de los pilares de la fallida candidatura de Soraya Sáenz de Santamaría a la presidencia del partido.

Y aunque la opción de Beardo es con mucha diferencia la que más suena, ya hay quien, por si suena la flauta, ha dejado caer en el debate la opción de una tercera vía: Bruno García. La opción del ex concejal de Cádiz y parlamentario andaluz se plantearía así como un continuismo de la labor iniciada por Ana Mestre en el PP de Cádiz. No en vano, Bruno García es la mano derecha de Mestre en el PP gaditano, donde desde mediados del año pasado ejerce como secretario provincial tras relevar al chiclanero Andrés Núñez.

Estas son las primeras cábalas que empiezan a hacerse en el caso, claro está, de que el partido impida a Ana Mestre presentarse a la reelección. Ahora mismo todo parece ir dirigido en ese sentido, pero también hay quien no descarta un acuerdo final entre las partes que termine dando una dispensa a la actual presidenta provincial del PP. Eso tampoco sería tan extraño en un partido que tradicionalmente ha hecho caso omiso a determinadas incompatibilidades, de lo que pueden dar fe por ejemplo Teófila Martínez y Celia Villalobos cuando compaginaban sus cargos de diputadas nacionales con los de alcaldesas de Cádiz y Málaga, respectivamente.

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