Andrés Barrera | Subastador de la lonja de pescado del puerto de Barbate

“Se sigue comiendo pescado pero ahora nadie quiere limpiarlo en casa”

  • El empleado más veterano del puerto de Barbate hace una defensa a ultranza de un sector pesquero que sigue en decadencia y elogia la calidad del producto que sale de la lonja.

  • "Echo de menos la vida que había antes en el puerto. La modernidad trae cosas buenas pero se ha perdido alegría"

  • "Las inspecciones en el puerto de Barbate son continuas, con controles a diario, pero en otros sitios sé que no es así"

A Andrés Barrera hay que tratarlo como una institución pero no sólo en el puerto de Barbate, donde lleva la friolera de 48 años trabajando, sino en el conjunto de la localidad barbateña, donde nació en abril de 1958 y donde ha vivido toda su vida. Desde la lonja de pescado donde trabaja como subastador, Andrés Barrera –o Andrés ‘El Moro’, como es conocido– se convierte en un altavoz autorizado para analizar la evolución que en las últimas décadas ha tenido el sector pesquero y el propio Barbate.

–Primera pregunta, ¿usted es más de carne o de pescado?

–(Risas) De pescado, de pescado, por supuesto.

–A ver, le aclaro la pregunta. Después de llevar media vida en la lonja, ¿se le coge cierto asco al pescado? O mejor dicho, cuándo come en la calle con su familia, ¿usted pide carne o pescado?

–El pescado es lo mejor del mundo, hombre. A eso no se le puede coger asco. Yo soy de comer pescado a diario. Y cuando comemos fuera, pues si es aquí en Barbate, o en Conil, o en Cádiz, pues sigo siendo de pescado. Pero en una venta de Alcalá o de Medina le aseguro que me tiro para la carne o para una buena comida campera, con su cazuela por delante.

–¿Cuántos años lleva usted trabajando en el puerto de Barbate?

–Pues 48 años. Cuando tenía 15 años, allá por 1973, me quité del colegio y me metí a trabajar en unos almacenes que había aquí, en la vendeduría en la que mi padre trabajaba como redero. Hacíamos cajas de madera, con sus puntillas, para que los barcos las usaran como envase para su mercancía. Hacíamos las cajas y, como entonces no había tantos medios como hoy, pues teníamos que arrastrarlas con un carro para repartirlas por todos los barcos que había en el puerto. Y era un trabajo duro ¿eh? Que yo he visto hasta 90 barcos de cerco de los grandes en el puerto de Barbate. Ahora de esos barcos de cerco sólo hay una veintena.

–Y de las cajas de madera pasó a la lonja...

–Bueno, cuando volví de la mili primero me hicieron encargado de ese reparto de cajas. Eso me permitió sacarme el carné para conducir un camión pequeño que teníamos para adelantar ese reparto. Después, sí, después me trasladaron a la lonja para el tema de la subasta de pescado. Y hasta ahora.

–¿Es usted el trabajador más antiguo del puerto?

–Pues... (piensa)... pues yo diría que sí. Vamos, estoy casi seguro de que sí.

–¿Y jamás se ha enrolado en un pesquero?

–Pues no. Mi trabajo siempre ha estado aquí, en tierra. Es que aquí en el puerto había entonces mucho, mucho trabajo. Y se ganaba bien, ¿eh?

–¿Cualquier tiempo pasado fue mejor para el puerto de Barbate?

–Yo echo de menos la vida que había antes en este puerto, con barcos abarloados hasta en ocho filas, sin sitio para atracar, la gente a pie de muelle viendo a ver si se podía llevar algo de pescado para su casa... Y se contrataba a chavales por semanas o por meses, y la antigua fábrica de hielo funcionando, y una cola tremenda de camiones esperando para poder llevarse la mercancía... Aquí llegó a haber miles de personas trabajando. Y había barcos que iban a Marruecos con 30 marineros a bordo, cuando ahora van solamente 11 ó 12. Es verdad también que hoy está todos más controlado, más modernizado, más seguro, etc. Y es verdad que las infraestructuras han mejorado mucho, porque antes la lonja tenía el suelo de ladrillo, el techo de uralita y las puertas se salían porque cimbreaban con el viento. Y ya no se pueden usar los palés de madera para el pescado porque tienen que ser de plástico. La modernidad trae cosas buenas pero se ha perdido alegría.

–¿Y cuándo empezó la decadencia del puerto de Barbate?

–Pues no lo sé. Cuando se rompió por primera vez el convenio con Marruecos, allá por los años 80, fue muy duro y mucha gente dejó la pesca. También vino después aquella guerra entre marineros y armadores que dejó muchas secuelas y que yo jamás entendí, porque los armadores no tenían culpa de lo que estaba pasando, Y los precios cada vez están más desbaratados pero no por culpa del exportador, que lo que quiere es comprar un pescado caro para intentar sacarle dinero luego, aunque sean dos euros por caja. Porque, ¿quién quiere vender un pescado barato? ¿Y por cuánto? Pero es que los mercados están así. Estamos en la Unión Europea y nos llega pescado de todos lados.

–Pero la calidad del pescado de Barbate sigue estando ahí.

–Por supuesto. La calidad del pescado de aquí es indiscutible. El de Barbate ha sido uno de los puertos más importantes de España porque aquí siempre había de todo: boquerón, sardina, caballa, jurel... Quien necesitaba algo con urgencia sabía que aquí lo encontraba siempre. Teníamos una flota muy buena pero poco a poco nos fuimos quedando sin marineros y sin barcos y hoy somos un puerto de tercera porque otros nos han superado.

–¿Puede ser también que la gente come hoy menos pescado que antes?

–Los que comen menos pescado son los jóvenes, que prefieren el sandwich, la hamburguesa y cuatro cosas de esas. El resto de la gente sí sigue comiendo pescado. En mi casa, por ejemplo, mi nieto come más pescado que mis hijos. Lo que pasa es que ahora está el boom del pescado congelado, que viene muy bueno. Hasta el boquerón te viene ya preparado. Y otra cosa que me llama la atención es que la gente ya no quiere limpiar el pescado en su casa. Antes lo hacía todo el mundo y ahora están todos los pescaderos de los mercados limpiando pescado.

–¿Qué futuro le espera al puerto de Barbate?

–Antes de pensar en el futuro hay que mirar al presente y ahí el gran problema que hay es el alga asiática, que está haciendo un daño terrible. Los barcos artesanales y arrastreros las están pasando canutas. Dicen que últimamente parece que el alga está cayendo algo, pero a lo mejor es por el frío. A ver qué pasa más adelante. Y aparte de eso yo le pediría a las administraciones que nos den un poco de respiro, que nos tienen crucificados.

–¿A qué se refiere?

–A tantísimas inspecciones como tenemos a diario. Un día vienen los del Ministerio, otros lo de la Junta... Que si los papeles de la tripulación, que si el tope de pesca, que si el diario de pesca... Es tremendo. Claro que son buenas las inspecciones, pero que se hagan igual en todas partes. Y eso no está sucediendo. Los controles en Barbate, Conil, Tarifa, Cádiz son continuos, pero hay otros puertos de esta misma zona suratlántica donde eso no pasa y los inspectores miran para otro lado. Me habían llegado rumores y fui a constatarlo entrando como incógnito en uno de esos puertos. Esas diferenciaciones no pueden seguir.

–¿Pero el puerto de Barbate ya ha tocado fondo?

–Ojalá me equivoque pero creo que no. Tocaremos fondo, pero aún falta un poco. La decadencia sigue y yo creo que al final nos quedaremos con solamente cuatro o cinco barcos para ir a Marruecos. Yo quiero ser optimista pero está la cosa complicada. Eso sí, al menos ahora están saliendo muchos patrones jóvenes que están muy ilusionados. A ver si así...

–¿Usted es de esos barbateños que se indignan cuando al hablar de Barbate sale siempre el tema de la droga?

–Por supuesto. Y en algún charco me he metido por defender a mi pueblo, porque yo soy de los que no me callo, y cuando alguien me decía “ah, de Barbate, pues anda que no hay droga allí”, pues yo saltaba siempre en defensa de mi pueblo. Claro que aquí ha habido droga, y ha habido muchas detenciones, y la gente lo ha pasado mal, pero le aseguro que casi todas las localidades de nuestro entorno nos han adelantado en tráfico de drogas, entre otras cosas porque la costa de Barbate está ahora muy vigilada.

–Da la impresión de que Barbate entró en un claro declive económico en las últimas décadas, casi en paralelo a la decadencia de su puerto pesquero. ¿A qué se debió eso? Hay quien opina que fue por el Retín, por la declaración del parque de la Breña, por el caso Guerra...

–Han sido muchos factores. El Retín, por ejemplo, creo que lo regalamos. Pudimos haber peleado para lograr alguna compensación más, pero nos conformamos con lo que quiso darnos Madrid y con una medalla para el alcalde de entonces, el difunto Serafín Núñez. Ahí faltó que nos movilizáramos pero Barbate, que es un pueblo muy listo, también es muy pasivo. Y en cuanto a lo demás, bueno, la Breña siempre ha estado vetada para todos y, aunque no creo que influyera el caso Guerra, sí pienso que las instituciones gobernadas por el PSOE siempre se han olvidado de Barbate. Y esto lo dice un socialista, ¿eh? Pero ha sido así.

¿Y qué futuro le prevé usted a su pueblo?

–Barbate tiene que dar un tirón en cuestión de unos pocos años. Yo apuesto por eso y creo que la clave está en el turismo. Antiguos delegados de la Junta como Gómez Periñán o Jiménez Barrios, ambos chiclaneros y amigos míos, me decían: “Cuando Barbate coja carrerilla y suba turísticamente no va a haber quien os coja”. Pero eso no ha pasado aún, posiblemente porque todos los políticos de todos los partidos que han pasado por aquí han prometido mucho pero nadie ha cumplido su palabra.

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