Juan Bermúdez

Alcalde de Conil

Los acantilados de Conil, un debate abierto

Hace algo más de un mes, una diputada de un partido político con representación en Conil manifestó en una rueda de prensa junto a los concejales de su grupo que este alcalde mostraba un gran desinterés por solucionar a un problema de seguridad en nuestros acantilados. Afirmaba, faltando a la verdad, que, desde hace dos años, siendo delegado del Gobierno Antonio Sanz, de su mismo partido, habían asignado 2,5 millones de euros para un proyecto que supondría la seguridad en la zona para sus usuarios. Y su representante local insistía en la falta de responsabilidad por mi parte, ya que eran millones que con mi desidia se perderían.

Ya he manifestado en alguna ocasión que no es cierto. En primer lugar, porque no está en mi mano desarrollar el proyecto, ni a Conil va a llegar cantidad alguna para un proyecto, que, de realizarse, sería ejecutado directamente por el ministerio competente. Es más, se me ocurrió decir que las posibles soluciones que se presentaban a través de un estudio previo no me gustaban en absoluto, cuestión que sigo afirmando, y pedí que si realmente estaban dispuestos a realizar una intervención tan agresiva sobre una de nuestras joyas naturales, de forma que jamás volveríamos a reconocerlos tal y como ahora los vemos, consideraba que el pueblo de Conil debía opinar.

La intervención se centraba en dos tramos donde la parte superior de los acantilados sería arrancada para convertirlos en un talud, al estilo de algunas autopistas. El propio equipo técnico de la Demarcación de Costas nos decía hace poco tener serias dudas sobre una actuación tan agresiva sobre el acantilado, y opinaba que la Dirección General de Costas no lo aprobaría. El resto de tramos sería objeto de una intervención más suave, pero que también causaba impacto, aunque los reconocían como menos peligrosos. No he dejado de interesarme por el proyecto nunca, porque siempre he insistido en buscar una solución que conjugue lo más posible el respeto a un patrimonio natural vivo y en constante cambio, como todos los acantilados, y la seguridad de los transeúntes.

Estos días hemos conocido la existencia de un derrumbe, curiosamente en una de las zonas que no se considera prioritaria y se identifica como menos peligrosa… porque, insisto, hay consecuencias naturales que se dan en todos los acantilados, como son visibles cada año en nuestros acantilados en más de una ocasión con algún que otro derrumbe casi nunca y afortunadamente en época estival. Convertir esos derrumbes en la demostración de la necesidad de intervenir, al coste que sea, creo que está en la lógica del que no valora el medio natural más que por su utilidad al ser humano.

Realmente hay un riesgo, y tenemos que ser conscientes, conileños y visitantes. La naturaleza no siempre muestra su cara más amable. En nuestra retina y nuestro corazón está el trágico accidente que acabó hace algunos años con una mujer en la playa de la Fuente del Gallo. Reclamo y reclamaré que hay que tomar medidas, siempre mirando por la seguridad de las personas, y también por la conservación del acantilado. No a toda costa, pero sí a toda necesidad.

Hace unos días recibí la noticia del replanteamiento de la solución. Aceptaban que efectivamente la intervención planteada, que estoy seguro que de ser conocida causaría incluso repulsa entre los propios conileños, salvo unos pocos que por cuestiones más políticas que otra cosa estarían a favor, era demasiado agresiva con este tesoro natural. E insisto, ni aun con esa intervención hubiéramos conseguido evitar el desprendimiento del otro día, fuera de la zona considerada de actuación urgente. Zonas como esa existen en todos los acantilados. ¿Es planteable eliminar la verticalidad de todo acantilado entonces? Las medidas tienen que aportar seguridad con el máximo respeto posible al medio. La erosión, fractura y derrumbe de los acantilados son procesos naturales que han conformado nuestras costas durante millones de años. No hay duda de que la crisis climática acelera este proceso en zonas que la gente identifica como lugar de disfrute, que también se dan en otras que, por no ser lugares de afluencia de personas de forma habitual, no son visibles.

Pero de ninguna manera puede ser la razón para intervenir sobre nuestro patrimonio, legado que debemos conservar por respeto a nuestros hijos y los hijos de estos. Lo digo como lo pienso: no tenemos derecho a cargarnos un tesoro natural de la magnitud de nuestros acantilados. Insistiré e insistiré en la búsqueda de soluciones, que no son inmediatas ni deben serlo porque cualquier intervención apresurada puede provocar un mal mayor. Y me han asegurado, y estoy convencido de ello, que seguirán buscando lo que aún no han encontrado y nos lo volverán a presentar. Yo no estoy en la línea de decisión, no es competencia municipal.

Pero sí he pedido, y más al ver el resultado del primer proyecto cuando la Delegación del Gobierno estaba ejercida por el PP, que el pueblo de Conil debe tener voz, más cuando se plantean intervenciones que puedan provocar que nuestros acantilados dejen de ser lo que hasta ahora conocemos. Habrá medidas sobre el acantilado, seguro que habrá medidas sobre la deambulación de personas también. Porque en Conil siempre hemos sabido convivir con ese proceso vivo de nuestros acantilados. Mientras tanto, medios para avisar, y llamada a la precaución; siempre. No solo en Fuente del Gallo, en todo lugar del litoral que sea presidido por acantilados tan impresionantes como en Conil.

No ha existido nunca un proyecto firme para asegurar los acantilados de Conil con asignación presupuestaria dormido en un cajón porque no me gusta, eso es mentir gravemente. Tampoco pueden pretender que me calle ante lo que consideré una agresión natural sin marcha atrás. Y por supuesto, no hay desinterés por este alcalde, lo que hay es mucha preocupación, tanto por los riesgos, como por las medidas que se puedan tomar. Sólo pido la seguridad de la población y también el respeto a un legado a futuras generaciones, y también respeto y colaboración de los que pretender hacer política con este problema.

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