El Puerto | Adiós a una barriada víctima del deterioro social

“Todavía sueño con las peleas”

  • Antiguos vecinos de José Antonio, en El Puerto, recuerdan los peores tiempos de la barriada y afirman sentir ahora una sensación agridulce ante su derribo

La Policía Nacional, a caballo y en coche durante una de las jornadas de vigilancia en la barriada de Jsé Antonio, en el año 2005.

La Policía Nacional, a caballo y en coche durante una de las jornadas de vigilancia en la barriada de Jsé Antonio, en el año 2005. / Fito Carreto

Ya no viven allí pero no es fácil olvidar toda una vida residiendo en la barriada de José Antonio, en el El Puerto, una barriada humilde construida durante la dictadura en la que las puertas siempre estaban abiertas para los vecinos y cuando entrabas en los bloques olía a puchero. Así recuerda su barrio Fali Fernández, antigua vecina de la barriada y una de las primeras mujeres que se atrevieron a alzar la voz cuando el deterioro social de José Antonio comenzaba ya a ser un clamor, allá por el año 2000.

Fali y su marido, José Antonio Oliva, son dos de las personas que más intensamente han vivido todo el proceso que va desde pasar de residir en una barriada normal, humilde pero decente, a convertirse en un auténtico infierno, con continuas peleas en las que se llegaron a utilizar hasta katanas y la presencia constante de traficantes de drogas y okupas, junto a operaciones policiales que se desarrollaban a cualquier hora del día o de la noche.

“Yo ya no vivo allí pero todavía sueño muchas noches con esas peleas, era una situación horrible, de violencia constante y de tensión, era muy difícil vivir así”, recuerda Fali, que nació en esa barriada, en un piso de apenas 35 metros cuadrados.

Una vecina pasa por la barriada, llena de policías, en una imagen de archivo. Una vecina pasa por la barriada, llena de policías, en una imagen de archivo.

Una vecina pasa por la barriada, llena de policías, en una imagen de archivo. / Fito Carreto

Ella y Pepe recuerdan perfectamente cómo empezó todo. Fue a principios de los años 2000, cuando la situación en la cercana barriada social de Santa Clara se había vuelto insostenible por la presencia de narcotraficantes -el supermercado de la droga, llamaban a la zona- y a las autoridades de la época no se les ocurrió otra cosa que indemnizar con importantes cantidades económicas a quienes se marcharan voluntariamente. Y efectivamente muchos se marcharon, solo que a pocos metros, a los humildes pisitos de José Antonio, donde muchos de sus vecinos mayores, cuando entendieron que sería difícil seguir viviendo allí rodeados de traficantes, prefirieron marcharse con familiares o buscar otra alternativa, algunos vendiendo sus pisos.

Y ese fue el principio de fin. El deterioro social de la barriada se produjo a un ritmo vertiginoso, algo que se produjo de forma paralela al deterioro urbanístico de la zona, teniendo en cuenta además que se trataba de una barriada construida en los años 50 y levantada con materiales de poca calidad.

Al principio les tocó aguantar, y mucho, hasta que poco a poco algunas mujeres del barrio -en concreto Fali y otras cuatro vecinas- decidieron que había que hacer algo. Tras denunciar lo que ocurría a través de la prensa local, empezando así a salir en los periódicos, entraron en contacto con el Foro Social, una ONG que empezaba a funcionar entonces centrada sobre todo en los problemas sociales.

Imagen de archivo de una de las peleas en los peores años de la barriada. Imagen de archivo de una de las peleas en los peores años de la barriada.

Imagen de archivo de una de las peleas en los peores años de la barriada.

“Al principio teníamos mucho miedo, si no llega a ser por el Foro no hubiésemos dado la cara”, reconoce Fali, quien sufrió en sus propias carnes la venganza de los delincuentes: le rajaron las ruedas de su coche y en una ocasión le dispararon varios plomillazos a través de la ventana. Aún así la presión social y la hartura de los vecinos cada vez era más grande, y poco a poco las autoridades locales y autonómicas fueron cediendo a algunas de las demandas.

Finalmente en el año 2009 los vecinos firmaron un convenio con la Junta de Andalucía para su realojo en las nuevas viviendas que se construyeron junto a la ermita de Santa Clara, una vez que el entonces delegado de Obras Públicas de la Junta de Andalucía, Pablo Lorenzo, anunciara en 2005 el derribo de los bloques.

Las primeras viviendas sociales de Santa Clara se entregaron en el año 2014 y a partir de ahí el proceso burocrático para conseguír el derribo de los bloques se ha hecho eterno. El primero de los derribos se realizó en 2018 y esta misma semana se ha ejecutado la demolición del último bloque. Por el camino se han quedado muchos de los vecinos que transitaron por este fatigoso proceso, muchos de ellos personas mayores que se marcharon sin verse en sus nuevas viviendas.

Fali y Pepe tienen ahora un sentimiento agridulce. Por un lado les da pena que haya sido necesario derribar unas viviendas en las que ellos mismos fueron una vez felices.

Vecinos de José Antonio y el Foro Social, ante los nuevos pisos de Santa Clara. Vecinos de José Antonio y el Foro Social, ante los nuevos pisos de Santa Clara.

Vecinos de José Antonio y el Foro Social, ante los nuevos pisos de Santa Clara. / Andrés Mora Perles

Por otra parte, creen que a pesar de los derribos la situación de fondo no cambiará mucho en el Barrio Alto, ya que al igual que pasó primero con Santa Clara y el derribo del problema a José Antonio, ven ahora cómo muchos de los traficantes han emigrado a otras zonas como la barriada de Los Milagros.

“Una de las cosas en las que nosotros más insistimos fue en la necesidad de un plan social, y eso no se ha hecho. Solo se va a cambiar de sitio el problema”, lamenta Pepe. En cuanto al futuro, el Plan Especial de Reforma Interior (PERI) para la zona redactado en 2011 contempla la construcción de dos nuevos bloques en la zona, separados por una zona verde, aunque aunque antes la Junta ya anunciado que el solar se cederá para el acopio de materiales de las obras mejora de la barriada de Los Milagros.

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