Memoria Histórica

Dos páginas cerradas con heridas aún abiertas

La familia de Juan Díaz asiste a su entierro 85 años después de su fusilamiento

La familia de Juan Díaz asiste a su entierro 85 años después de su fusilamiento / Cristóbal Perdigones (Puerto Real)

85 años después de su asesinato, los restos mortales de Juan Díaz Menacho (1895-1936) y Pedro Cumplido Casas (1904-1936) ya descansan dignamente. Este sábado recibieron sepultura en el lugar que sus familias decidieron en el cementerio de San Roque de Puerto Real, el mismo sitio del que fueron exhumados hace unos años, entonces de una fosa común, por la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica.

Ellos son dos de las 183 personas que fueron encontradas tras años de investigación y trabajo. Gracias a las pruebas de ADN, sus restos se han podido entregar a sus familias que, como muchas otras, esperaban poder pasar página en una historia muy negra.

Juan Díaz Menacho tenía 41 años cuando el 13 de agosto de 1936 fue asesinado por la dictadura franquista. Su nieta, Lourdes Díaz, cuenta que desde ese mismo día lo han estado buscando porque “se lo llevaron y no se supo nada de él”. Juan estaba casado con Manuela Betanzos y juntos tuvieron siete hijos. Uno ellos es Juan, el padre de Lourdes, que ha dedicado gran parte de su vida a honrar la memoria de su padre y a intentar dar con su paradero. “La mayor pena que tengo es que mi padre no sabe nada de que hemos encontrado a mi abuelo. Él está enfermo, muy delicado a sus casi 90 años y no puede someterse a esta emoción”, lamenta la mujer, vecina de El Marquesado.

De lo que pasó con su abuelo sabe poco más que el triste desenlace que tuvo. “Mi abuela le contaba a mi padre que un día se lo llevaron y que después le dijeron que había participado en el incendio de la Iglesia de José, pero en ese momento él estaba labrando en el campo para sacar adelante a sus siete hijos”. Junto a una de sus hijas y la que fue su esposa, descansan ya sus restos.

A Juan Díaz no se le conoció afiliación política ni sindical. Sí a Pedro Cumplido Casas, que cuando fue asesinado tenía 32 años, mujer y dos hijos. Era carpintero de profesión, anarquista y vicepresidente del sindicato metalúrgico adherido a la CNT. También ha sido su nieta, Amparo Sánchez Cumplido, quien ha recogido los restos. De él sabe que “luchó mucho por la CNT y le costó la vida”. Amparo y su familia deseaban que llegase este momento, el día en el que poder cumplir el deseo de su madre y dar a su abuelo una sepultura digna. “A mi abuelo lo mataron por ser inteligente. En esa época sabía leer y escribir y era una persona muy lista, por eso se lo cargaron: ni mató a nadie ni quemó nada, pero la gente inteligente no interesaba entonces, solo los borregos”.

Aunque Amparo cierra con esto una etapa, ni olvida el sufrimiento de su familia ni perdona lo ocurrido. “¿Borrón y cuenta nueva? No. Los asesinos de mi abuelo no se juzgaron. Ellos no están, pero dejaron buenas herencias a sus familias mientras que a la mía la destrozaron y arruinaron”, sentencia.

El emotivo momento que este sábado se vivía en el cementerio ha sido posible gracias al trabajo de la Asociación de la Memoria Histórica de Puerto Real que preside Paco Aragón. “En Puerto Real no hubo guerra, pero si mucha represión y muerte por parte de una jauría de criminales fascistas, y esto es una prueba de ello”, dice Aragón.

Para la asociación que preside poder entregar estos dos cuerpos es un logro, pero no niega cierto pesar porque no hayan sido más. En la fosa de Puerto Real se localizaron 183 cuerpos y 55 familias aportaron su ADN para que fuese analizado y cotejado en el Laboratorio Genyo de la Facultad de Medicina de Granada.Pero la entidad no pierde la esperanza ya que puede que algunos estén en las fosas en las que ahora se trabaja en Chiclana, Cádiz, El Puerto y San Fernando. “Tenemos constancia de que puede haber siete puertorrealeños en la Isla y otros tantos en Cádiz”, adelanta Aragón. La Asociación de la Memoria histórica va a seguir trabajando para recordar a quienes perdieron la vida de esta forma tan cruel, a quienes perdieron su libertad al padecer prisión, trabajos forzados o internamientos en campos de concentración, y a quienes perdieron su tierra al verse obligados al exilio sin retorno.

Los familiares, además del cuerpo, han recibido un informe del trabajo realizado, así como parte de los materiales usados en la exhumación, por los arqueólogos Jesús Román y Juan Manuel Guijo.

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