Provincia de Cádiz

Postales con historias

  • Una guía de Ediciones Everest contiene fotografías de la provincia de Cádiz de los años sesenta del siglo XX que permiten observar cambios y evocar algunos episodios

Sostenía el fotógrafo Ángel Movellán, que pasó más de media vida con la cámara al cuello, que no es cierto que una imagen valga más que mil palabras. Ahí está para darle la razón, por ejemplo, esa de Jerez de los años sesenta en la que observamos sorprendidos el esqueleto de un edificio nada más y nada menos que en el interior del Alcázar. La imagen es valiosa, nadie lo pone en duda. Es potente y evocadora. Pero sin palabras, sin la ayuda de una explicación, se queda en un enigma. Incluso quienes ven la foto y conocen qué ocurrió deben ponerle palabras a la imagen si quieren que diga algo a quien pregunta. ¿Qué hace esa estructura de hormigón en un monumento que ya en 1931 fue incluido en el inventario del Tesoro Artístico Nacional?

El Alcázar de Jerez y su absceso aparecen en una de las 112 fotografías que contiene la cuarta edición, de 1980, de una guía de la provincia de Cádiz publicada por Editorial Everest. Muchas de las imágenes que la ilustran fueron tomadas en los años sesenta del siglo XX. Y casi todas evocan una historia, uno de esos hechos del pasado que explican el presente.

Decía el mítico alcalde de Jerez Pedro Pacheco en 1999, cuando llevaba veinte años en el cargo, que el momento de más grato recuerdo de su gestión era cuando el Ayuntamiento demolió el hotel construido dentro del recinto del Alcázar. “Era una barbaridad urbanística. Lo volamos con goma-2”, precisaba, rebelde, Pacheco. Eso fue en 1981, cuentan las crónicas. Habían transcurrido más de veinte años desde el inicio de la construcción del edificio de seis plantas que pretendía albergar un moderno hotel. Un establecimiento que mezclaba “acertadamente lo antiguo, en cuanto a tradición y ambiente, con el confort de la vida moderna”, según consta en la memoria del proyecto elaborado por el arquitecto Luis Gutiérrez Soto.

En 1959, la Academia de Bellas Artes mostraba en un dictamen su total oposición al proyecto. Por entonces, las obras, ya comenzadas, habían sido suspendidas tras una denuncia de la Real Academia de la Historia. Lo menciona esa resolución, que le recuerda con mucha prudencia al Ayuntamiento su responsabilidad ante los daños causados al monumento y sugiere: “Sería de desear que la ciudad de Jerez rescatase su Alcázar”.

Perfil de Vejer en los años sesenta. Perfil de Vejer en los años sesenta.

Perfil de Vejer en los años sesenta. / D.C.

También evoca una historia urbanística y municipal una fotografía de la emblemática plaza de España de Vejer. En ella aparecen las palmeras que custodiaban la fuente en el lugar que ocupaban años atrás, diferente al actual. José María Ruiz relata que las raíces de las palmeras provocaban daños en la solería y que el alcalde Ricardo Chamorro optó por quitarlas. Los vecinos reaccionaron indignados. Querían que la plaza no perdiese su aspecto. Se dice en el pueblo que esa decisión le costó el cargo a Chamorro, que con las palmeras se marcharon los votos y no fue reelegido.

La guía incluye otra fotografía de Vejer que muestra cómo al cabo de medio siglo el pueblo ha preservado su perfil de casas blancas, su “deslumbrante y pintoresco caserío”, la estampa “de su lejano ayer árabe”. También a doble página, una imagen aérea de El Puerto de Santa María muestra en cambio el hachazo irremediable que ha recibido esa mancha de pinares que rellena el ángulo superior izquierdo de la fotografía. Sí, el ángulo izquierdo: la fotografía fue publicada así, girada. Por eso desconcierta ver los primeros edificios altos de Valdelagrana, y el solar ahora repleto de chalés, a la derecha de la desembocadura del Guadalete.

Vista aérea de El Puerto de Santa María en los sesenta, tal como la publicó la guía Everest. Vista aérea de El Puerto de Santa María en los sesenta, tal como la publicó la guía Everest.

Vista aérea de El Puerto de Santa María en los sesenta, tal como la publicó la guía Everest. / D. C.

Teresa Almendros anota que ahí aparece el puente de San Alejandro, que cruzaba el río cerca de donde hoy lo hace la pasarela peatonal. Y apunta también que de las huertas y campos de la izquierda de la foto (a la derecha, en la realidad) son deudoras las barriadas de Los Frailes, Sudamérica, Las Nieves...

No ha desaparecido, aunque sí cambiado, la Puerta de Matrera, en Arcos de la Frontera. El fotógrafo captó allí en los sesenta la imagen de un hombre que transporta mercancías en las alforjas de un burro. Y ahora Ramón Aguilar la versiona con un motorista que también le ha colocado alforjas a su medio de transporte.

La Puerta de Matrera, en Arcos de la Frontera, en una fotografía de los años sesenta. La Puerta de Matrera, en Arcos de la Frontera, en una fotografía de los años sesenta.

La Puerta de Matrera, en Arcos de la Frontera, en una fotografía de los años sesenta. / D. C.

La Puerta de Matrera, en Arcos de la Frontera, en una imagen actual. La Puerta de Matrera, en Arcos de la Frontera, en una imagen actual.

La Puerta de Matrera, en Arcos de la Frontera, en una imagen actual. / Ramón Aguilar

Hay otras fotografías de Arcos, unas aéreas de su famosa peña. Pero la que traemos aquí es de Zahara de la Sierra, porque muestra un paisaje que ha cambiado mucho. Falta el pantano. Falta esa lámina de agua en la que se refleja hoy un “silvestre caserío” asentado sobre una cumbre, que así describió el pueblo José Manuel García-Gómez, autor de los textos de la guía.

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