Al escritor Felipe Benítez Reyes, malabarista del idioma, mago de la metáfora y delicioso decantador del verbo, le cuesta encontrar las palabras para hablar de su amiga Almudena Grandes, que ha fallecido este sábado a la edad de 61 años a causa de un cáncer. "Y lo más cruel del desenlace es que ha estado con la esperanza de que iba a salir hasta los últimos meses", asegura el roteño.

"Se va una amiga muy querida y, digamos, por extensión, una gran escritora, en este caso, no sabe uno qué decir...", se lamentaba el literato que confiesa que "aunque los más cercanos sabíamos que el desenlace era inevitable, cuando llega el dolor sigue siendo muy grande, fruto de esa especie incredulidad porque uno se ha empeñado en alimentar esa esperanza vana de que podía ocurrir algo milagroso, algo que no sucede con frecuencia".

Benítez Reyes se encorajaba, además, por el hecho de que "esta enfermedad tan larga y tan dolorosa" le haya tocado "a una persona tan vitalista, tan llena de fuerza y tan amante de la vida" como lo era Almudena Grandes. "Hay un factor de injusticia en la enfermedad pero, en este caso, ha sido especialmente injusta porque le ha ido minando esa vitalidad a una persona muy asentada en la vida y muy partidaria de la felicidad". "Nos deja un vacío muy grande porque era una persona de una fuerza arrolladora y con un sentido profundo de la amistad. Se queda uno en un estado de conmoción al pensar que no va a volver a verla...", encadenaba el amigo.

El roteño, Premio Nacional de la Crítica y el Premio Nacional de Poesía,  también quiso recordar que, además de una amiga, "se va una grandísima escritora, una persona comprometida que no se conformó con el éxito sino que quiso aprovecharlo para defender buenas causas, y eso no es algo que todo el mundo hace".