Menos celebraciones en la calle pero la misma entrega y devoción en el interior del templo. Esa ha sido la tónica de la Festividad de la Virgen de los Milagros, celebrada en la jornada de este martes y en la que no salió a la calle la procesión, no se instaló la alfombra de sal, ni los exornos que en otras ocasiones jalonan el recorrido procesional. Pese a todo, la Basílica Menor de Nuestra de los Milagros brilló a lo largo de toda la jornada, y muchos portuenses se reencontraron con el principal templo de la ciudad, que lucía todo su esplendor.
Las actividades religiosas dieron comienzo con la misa de 08:00, donde el obispo José Mazuelos concelebró la eucaristía con el párroco de la Prioral Diego Valle, sacerdotes y diáconos de distintas parroquias locales. En su homilía, el obispo hizo una llamada a la prudencia en tiempos de coronavirus, animando a los presentes a ponerse bajo el manto protector de la Virgen de los Milagros.
Se guardaron los protocolos de seguridad sanitaria, accediendo los fieles a la iglesia de forma escolanada, sin aglomeraciones, para hacer la ofrenda de nardos a la Patrona. La Prioral se mantuvo abierta todo el día, con buena ventilación, al tener abiertas de par en par la Puerta del Sol, la llamada Puerta del Campo, y la de la sacristía, además de los ventiladores. Además de las celebraciones eucarísticas, el goteo de fieles que se acercaron para venerar a la Patrona en unos momentos difíciles para la ciudad por el coronavirus, fue incesante.
Se repitió el ritual de tantos años con la ofrenda de nardos a la Virgen, rodeada de flores en el baldaquino del presbiterio del templo. Los fieles accedieron al templo con mascarilla, hidrogel y distancia de seguridad en los bancos de la monumental iglesia.
En el exterior, la calle Luna desplazó durante la jornada a la calle Palacios, viéndose muy concurrida, al no haberse confeccionado la alfombra de sal, que en otra ocasiones es uno de los mayores atractivos del Día de la Patrona.
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