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La OEA aísla a Venezuela

  • EEUU logra un triunfo parcial frente a Maduro al aprobar una resolución que abre la vía a una posible suspensión a Caracas

"Nosotros tenemos 19 votos, él sólo cuatro y uno es el de él". Con esa frase resumió el embajador de Estados Unidos ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Carlos Trujillo, la situación de aislamiento en la que ha quedado Nicolás Maduro en la organización que reúne a los países del continente americano.

La asamblea general dio el martes por la noche el primer paso para imponer a Venezuela el mayor castigo que puede aplicar: la suspensión de su pertenencia, y negó a Maduro la legitimidad como presidente del país. Nunca la presión sobre el delfín de Hugo Chávez había sido tan alta como ahora y nunca la Venezuela chavista había estado tan aislada. En los 70 años de historia de la OEA sólo ha habido dos suspensiones: Cuba en 1962, una decisión política para la que presionó EEUU por el alineamiento de la isla en el bloque comunista, y Honduras en 2009, un paso basado en la Carta Democrática Interamericana por el golpe de Estado contra Manuel Zelaya.

Tras el simple recuento de la votación que dio inicio al proceso para suspender a Venezuela -19 votos a favor, cuatro en contra y 11 abstenciones- hay una dimensión mayor para el chavismo: la pérdida de aliados tradicionales de Caracas. "Allá ustedes con su conciencia", espetó el canciller Jorge Arreaza cuando aseguró que quienes votaron del lado de Estados Unidos estaban también votando por una intervención militar en Venezuela.

De aquel eje de izquierdas y bolivariano que se configuraba en América Latina en los tiempos en los que Hugo Chávez atacaba en la ONU al estadounidense George W. Bush -"ayer el diablo estuvo aquí. ¡Huele a azufre todavía!"-, la Venezuela chavista fue perdiendo en los últimos años aliados en procesos electorales que cambiaron el color de gobiernos (Argentina y Brasil son dos ejemplos).

Y ahora ha visto cómo países que hasta hace pocos meses estaban aún junto a Caracas se ponían del lado de EEUU, como hizo la República Dominicana con su voto afirmativo a la resolución, o se abstenían, como Ecuador y la Nicaragua del sandinista Daniel Ortega, en medio él mismo de una crisis con similitudes a la de Venezuela. El caso ecuatoriano tiene además una clave interna: el presidente Lenin Moreno, otrora delfín de Rafael Correa, marca una línea más frente a su antecesor -uno de aquellos alineados con Hugo Chávez, primero, y después con su sucesor- y afianza el giro radical en la política ecuatoriana que ha dado en el año que lleva en el poder, despegándose de su predecesor.

Ahora, Maduro sólo puede confiar seguro en la Bolivia de Evo Morales y en dos pequeñas islas de las Antillas -Antigua y Barbuda y Dominica-, que fueron los que votaron del lado del canciller Arreaza. Fuera de la organización le queda también Cuba, que nunca desde que la OEA levantó en 2009 aquella suspensión de los años 60 ha pedido su reactivación como miembro.

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