Los usuarios de coches eléctricos saben bien el espacio que ocupan los cables en su maletero. Cables, porque necesitan uno para las cargas domésticas que incorpora en su zona más próxima al conector Shuko la voluminosa -en algunos casos- y pesada -en los más- caja de control; y otro para las conexiones Mennekes, tanto del coche como de la infraestructura de carga de corriente alterna. Estos cables son para los modos de recarga 2 y 3, el primero con un tope máximo de potencia recibida de 3,7 kW -de ahí que a menudo se llama de “emergencia”; y el segundo que ya admite el uso de corriente trifásica y hasta 32 A.
Bosch acaba de mostrar un cable que reemplaza a ambos y que pesa tres kilos, un 40 por ciento menos que el promedio de los cables de recarga de modo 2. Con este cable de Bosch Powertrain Solutions se consigue la máxima flexibilidad en tanto que sólo hay que elegir en uno de los extremos el tipo de conector que requiere el enchufe en el que vamos a recargar: sea un Shucko, un enchufe doméstico convencional; sea el Mennekes que podemos encontrar en un punto de carga mural, un wallbox.
“Nuestro objetivo es hacer que el nuevo cable sea equipo estándar en los vehículos eléctricos”, dice Uwe Gackstatter, presidente de la división de Bosch. Se espera que la compañía lo venda a fabricantes de vehículos como clientes finales a partir de mediados del año que viene.
Este cable podrá admitir hasta 22 kW y no renuncia a un control inteligente de la carga, en tanto que la tecnología que se integra en su conector de tipo 2 o Mennekes monitorea la potencia de carga; mientras que en el otro extremo se alojan los interruptores de control de temperatura y corriente residual. Así es posible controlar que cargas de hasta 3 kW, las usuales en los domicilios, no provoquen sobrecargas en las red, por ejemplo.
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