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A mayor formación, menos desempleo

  • La tasa de paro entre los menos formados duplica la de los universitarios y crece el doble de rápido.

A tasa de desempleo tiene un comportamiento marcadamente diferente tanto en su valor como en su evolución, según sea el nivel educativo máximo alcanzado. Así lo revela un estudio elaborado recientemente por IESE Business School y el grupo de recursos humanos Adecco, que afirma que aquellos que tienen una formación Secundaria incompleta o menos, sufren una tasa de desempleo mayor. Por el contrario, quienes alcanzaron una educación más alta presentan una menor proporción de parados.

Los casos extremos son los de aquellos que cuentan sólo con Educación Primaria, con una tasa de paro del 25,9%, y el grupo de personas con educación universitaria, con un 9,4% de desempleo. Otra forma de comparar estos datos es que, mientras una de cada cuatro personas económicamente activas, con educación Primaria o inferior está desocupada, esa es la situación de menos de uno de cada diez activos con formación universitaria.

No sólo la proporción de desempleados es mayor entre quienes cuentan con una menor formación, sino que el incremento también es de una magnitud más importante. En efecto, la tasa de paro de las personas con un máximo de educación primaria tuvo un incremento interanual de 10 puntos porcentuales, al mismo tiempo que la correspondiente a personas con formación universitaria aumentó 3,7 puntos.

La desproporción en la tasa de desempleo según el nivel educativo se ha agudizado en los últimos años, lo que tenderá a hacer más regresiva la distribución del ingreso. Por ejemplo, en el segundo trimestre de 2006, la tasa de desocupación del grupo con menor formación era 1,7 veces mayor que la de quienes contaban con educación universitaria (10,4% frente a 6%, respectivamente). Tanto ahora como también un año atrás, según los datos antes señalados, esa proporción es de 2,7 veces.

Desde el punto de vista del nivel educativo alcanzado, el grupo de ocupados más numeroso en España, con un 35,1% del total, es el de aquellos con educación universitaria (6.656.800 personas). En el otro extremo, con un 13,9% del total se ubica el grupo de aquellos que han alcanzado, como máximo, la educación Primaria (2.638.600 personas).

Los otros dos grupos exhiben una participación similar, de prácticamente el 25% del total de ocupados (alrededor de cinco millones de personas cada uno). Cuando se comparan esos datos con los del segundo trimestre del año pasado se observa que en todos los niveles de educación se han perdido empleos. Sin embargo, cuanto más elevado es el nivel educativo, menor ha resultado proporcionalmente la pérdida, un 2,6% (equivalente a 177.300 individuos) para los universitarios, frente al 13% de las personas con Educación Primaria (lo que corresponde a 394.300 personas).

No obstante, el grupo que mayor número de puestos de trabajo ha perdido (en términos absolutos) ha sido el de quienes tienen la Educación Secundaria incompleta, que se ha visto recortado en 623.600 personas (con una caída interanual del 11%). Si bien este grupo, que supone menos de tres de cada diez ocupados, dio origen a más de cuatro de cada diez personas que perdieron su empleo.

En conjunto, siete de cada diez personas que perdieron su empleo en los últimos doce meses tienen, como máximo, un nivel educativo de Educación Secundaria incompleta. Si se incide en el hecho de que el mayor nivel de formación va asociado a una mayor productividad del trabajo, esto estaría confirmando que la crisis, en última instancia, está solucionando de manera brutal el gran problema desatendido durante años de una productividad laboral declinante.

El caso de los inmigrantes

El caso de los inmigrantes

Por segundo trimestre consecutivo, el porcentaje de extranjeros en el total de ocupados se redujo en junio, debido a que el número de inmigrantes ocupados está cayendo más rápidamente que el de españoles, a pesar de que, desde poco antes de 2000, la participación de los inmigrantes había crecido incesantemente, pasando de 3,1% en marzo de ese año hasta un máximo de 15,6% en la segunda mitad de 2008. A partir de entonces, esa proporción ha disminuido hasta el 15,2% actual (dos décimas menos que un año antes).

En junio pasado trabajaban en nuestro país 16.061.200 españoles y 2.883.800 extranjeros. En otras palabras, en marzo de 2000, por cada inmigrante trabajando había casi 32 españoles haciendo lo propio.

Sin embargo, tanto la porción del total de empleo que ocupan los inmigrantes como su variación difieren significativamente según el nivel educativo. Los inmigrantes ocupados con una formación básica representan el 24,1% del total de trabajadores con ese nivel educativo (casi uno de cada cuatro), elevándose dos puntos porcentuales respecto al año anterior. Es el único nivel formativo en el cual la participación de los inmigrantes en el empleo se ha incrementado. Entre los empleados que cuentan con educación secundaria completa, los inmigrantes también tienen una alta participación, el 22,6% del total del empleo, pero han experimentado una reducción de seis décimas en la comparación interanual.

En los otros dos niveles formativos, la participación de inmigrantes es inferior a la media. En el caso de los que tienen Educación Secundaria incompleta, los extranjeros ocupan el 11,2% del total de puestos de trabajo, con una reducción de apenas una décima respecto al segundo trimestre de 2008.

Finalmente, las personas que pertenecen al grupo de mayor nivel educativo son los que más disminuyeron su participación, la cual cedió siete décimas en la comparación interanual, hasta suponer el 9,6% del total de empleos de dicho nivel.

En términos generales, en los últimos 12 meses, la cantidad de empleos en manos de españoles se ha contraído un 7% (equivalente a 1.215.600 empleos), mientras que los inmigrantes ocupados ha disminuido un 8,4% (264.500 personas). Pero si se analiza esta variación según el nivel educativo de unos y otros, se obtienen matices muy interesantes. En el caso de los españoles, la variación se asemeja a los datos mencionados aunque para las personas con educación primaria la reducción fue del 15,2% (lo que corresponde a 358.600 personas), mientras que, quienes cuentan con educación universitaria, apenas vieron reducido su número de ocupados un 1,9% (114.100 empleos). O lo que es lo mismo: tres de cada 20 individuos del grupo de personas con menor formación perdieron su empleo en los últimos doce meses, al mismo tiempo que aquellos con mayor nivel formativo perdieron sus ocupaciones en una proporción de tres de cada 150.

En cambio, en el caso de los inmigrantes, la mayor pérdida de empleo se ha producido en los niveles educativos superiores. El grupo de extranjeros ocupados con Educación Primaria o inferior ha descendido en un 5,3% (35.700 personas, que suponen el 13% de los inmigrantes que han perdido su empleo).

Paralelamente, los que tienen titulación universitaria o superior han disminuido en un 9% (equivalente a 63.200 individuos). A pesar de que los extranjeros representan el 10% del total de ocupados con educación superior, han dado cuenta de más de un tercio de la caída en la ocupación de ese nivel de formación.

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