Jazz

Con sello portugués

  • La discográfica lusa Clean Feed reafirma con historia y novedades su imprescindible posición en el panorama del jazz contemporáneo. Mucho donde elegir y poco para equivocarse.

Hace décadas que el jazz dejó de verse como un género asociado a una cultura estrictamente norteamericana para expandirse por todo el mundo con un sentido universal. Su capacidad adaptativa y, sobre todo, evolutiva conquistó escenarios en los cinco continentes estableciendo alianzas con modelos geográficamente lejanos como la música hindú o el flamenco donde el espíritu improvisador gozaba de similar grado de trascendencia.

La industria discográfica que potenció su propagación y documentó a sus propios mitos en sus inicios y posteriores años dorados, también abandonó el espacio norteamericano para cimentar otras plataformas de lanzamiento desde las que dar cabida a la multiplicidad de formas de expresión que abarcaba el género. Y Europa, tierra prometida durante los años 50 y 60 para una importante nómina de exiliados del jazz norteamericano -de Don Byas a Dexter Gordon pasando por Johnny Griffin o Ben Webster- que encontraron en sus viejas ciudades una acogida más respetuosa que la que le daba su mismo país, se convirtió en epicentro de una creciente industria discográfica canalizada durante las décadas de los 60, 70 y 80 del pasado siglo a través de sellos como el alemán ECM (1969) de Manfred Eicher, el danés Steeplechase Records (1972) de Nils Winther, el suizo Hathut (1975) de Werner X. Uehlinger, los asociados italianos Black Saint (1975) de Giacomo Pellicciotti y Soul Note (1978) de Giovanni Bonandrini o Red Records (1976) de Sergio Veschi o el británico Leo (1979) de Leo Feigin, entre otros. Escarben en sus etiquetas: la apuesta es segura. El nuevo jazz halló acomodo en ellos y tanto veteranos como jóvenes iniciaron flamantes trayectorias discográficas amparados por etiquetas en ascendente línea de crecimiento mientras que las añejas disqueras norteamericanas conocían años de declive.

¿Demasiada historia?; no se engañen: aquí hay mucho presente y en el nuevo siglo la crónica ha tenido continuidad señalando, entre otros países, hacia Portugal como uno de los focos primordiales de la producción discográfica jazzística. En 2001 abrió sus puertas en Lisboa la etiqueta Clean Feed que, en algo más de una década de trayectoria, ha logrado no sólo congregar a una destacada nómina de representantes del jazz contemporáneo sino, y lo que es más importante, conquistar un renovador perfil propio tanto en su ética como en su estética, evitando, además, la perjudicial homogeneidad del sonido de la que han sido acusados a menudo sellos como ECM. La adscripción de Clean Feed a dominios comprometidos e innovadores donde casan con naturalidad improvisación o música contemporánea se ha ido puliendo con el discurrir de los años y hoy su catálogo, con casi 300 referencias, puede presumir de ser ineludible en cualquier revisión más o menos documentada del estado presente del jazz de la que también formarían parte otros como Tzadik, Cryptogramophone o Thirsty Ear.

Nada mejor que remitirse a las pruebas para documentar un pasado que impulsa a este presente: en 2010, la reputada The Penguin Jazz Guide. The History of the Music in the 1001 Best Albums de Brian Morton y Richard Cook incluyó en su selección cinco álbumes del catálogo Clean Feed suscritos por el bajista y director Adam Lane (New Magical Kingdom; 2006), el también bajista Mark Dresser (Unveil; 2005), el percusionista Ravish Momin (Miren (A Longing); 2007), el saxofonista Tony Malaby (Tamarindo; 2007) o el prematuramente desaparecido pianista portugués Bernardo Sassetti (Unreal: Sidewalk Cartoon; 2006). A esta subrayada relación habría que añadir un extensísimo índice de nombres en el que confluyen veteranos (Julius Hemphill, Vinny Golia, Evan Parker, Ran Blake, Peter Brötzmann o Joe McPhee), generación intermedia (Tim Berne, Ken Vandermark, Dennis González, Ellery Eskelin, Gerry Hemingway) y nuevos exponentes en proceso de expansión como Harris Eisenstadt, Chris Lightcap, Nate Wooley, Peter Evans o el grupo Mostly Other People Do The Killing. Como refuerzo, el Clean Feed Festival se ha erigido en plataforma de exhibición de su catálogo en mercados como Estados Unidos, Holanda o España

Hoy, en tiempos de zozobra para la industria discográfica, la factoría Clean Feed prosigue afortunadamente en marcha y refresca regularmente su actualidad agarrada a nuevos lotes de novedades donde su ideario se reafirma. Tomen buena nota: Floodstage de John Hébert Trio, el dúo del piano de Angelica Sanchez y la trompeta del gran Wadada Leo Smith en Twine Forest o los magníficos Nightshades de Matt Bauder And Day Pictures y Waiting For You To Grow del trío de la pianista Kris Davis, firmes candidatos ambos a las listas de mejores álbumes de 2014, constituyen botones de muestra de un óptimo presente con visos de continuidad. Mucho donde elegir y poco para equivocarse.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios