Música

Una ópera con una venda en los ojos

  • El compositor César Camarero estrena este jueves y viernes en el Teatro de la Maestranza junto a Zahir Ensemble 'Es lo contrario', una ópera completamente a oscuras basada en 'Los ciegos' de Maeterlinck

El compositor César Camarero (Madrid, 1962), retratado en una calle del centro de Sevilla.

El compositor César Camarero (Madrid, 1962), retratado en una calle del centro de Sevilla. / D. S.

"Hoy en día, cuando uno va a un concierto o al cine, raro es que no tenga una noción previa, que no llegue ya con parte de sus expectativas saciadas, por decirlo así. Yo mismo lo hago: muchas veces me entero de que un compositor o un director de cine que me interesa han estrenado algo, y corro a Youtube. Bien, pues yo quería hacer algo que no se pueda ver en Youtube. Una experiencia directa, de otro tipo. Poner a la gente en una perspectiva diferente. Me gustaría que el público descubriera que puede escuchar de otra manera". Al habla César Camarero, compositor madrileño afincado en Sevilla, Premio Nacional de Música, que estrena este jueves a las 19:00 (habrá una segunda función el viernes) en el Teatro de la Maestranza un singular experimento lírico, Es lo contrario, una ópera durante cuya representación el público tendrá los ojos tapados con antifaces.

Confiesa César Camarero que durante años se le resistió este proyecto, hasta que el director general del Maestranza, Javier Menéndez, le abrió las puertas de par en par gracias a una colaboración con los Teatros del Canal de Madrid, centro al que llegará también la obra el próximo día 21. "Llevo meses, meses y meses trabajando en esto, no hago otra cosa, voy a por mis hijos al colegio y de vuelta a casa trabajar, trabajar, trabajar, no leo, no escucho música, por la noche me tomo una cerveza y hasta el día siguiente", dice el compositor, que no oculta que para él ésta es una obra especial.

Se trata de un gesto radical que busca sacudir la rutina, tanto del público como de él mismo, dice. "Vamos a conciertos muy buenos, porque últimamente hay cosas estupendas y la gente toca muy bien, cada vez mejor... pero al final es otro concierto más y otro concierto más. A mí me gustaría brindar otra experiencia, una de veras diferente. Recuerdo que cuando era yo un chaval vino a Madrid Peter Brook con su Mahabharata, una de esas obras de las que luego todo el mundo se tiraba meses hablando y debatiendo. Creo que esa emoción genuina a la hora de sentarse en un patio de butacas se ha difuminado hoy, porque ciertamente hay muchas cosas muy buenas, tanto como aquel montaje de Brook, pero como hay tantas...", dice.

En Es lo contrario Camarero, que firma también el libreto, adapta una obra teatral de 1890 de Maeterlinck, Los ciegos, una pieza simbolista que en cierto modo, como apunta el compositor, se anticipó al absurdo moderno que cristalizó en Esperando a Godot. "Hay un grupo de ciegos perdidos en una isla, y más allá de eso no saben por qué están allí ni de qué modo han llegado, ni si podrán encontrar la manera de salir. He incluido, además, cuatro poemas de Juan Eduardo Cirlot, sacados de 88 sueños, un libro que leí con 17 años y con el que, desde entonces, siempre he querido hacer algo".

"La idea, claro, es que el espectador sea un ciego más, que durante una hora se sienta en la isla, ahora cerca del faro, luego cerca del río, más tarde oyendo el oleaje del mar, que se imagine cómo son los actores a los que no ve... Como cuando uno lee, ¿no?", dice Camarero, que halló otra inspiración decisiva en el desaparecido neurólogo y escritor Oliver Sacks, autor de libros verdaderamente impactantes como El hombre que confundió a su mujer con un sombrero o del ensayo Musicofilia, dedicado específicamente a la asombrosa (quedándonos cortos) relación entre la música y el cerebro humano. "Él explicó bien, de manera fascinante, cómo los trastornos, incluso los pasajeros, suelen desarrollar nuevas capacidades. De algún modo el cerebro siempre se las apaña para completar aquello que falta. En el caso de mi obra lo más obvio sería decir que experimenta con anular la vista, pero más bien lo que hace es potenciar el oído, porque cuando no vemos, la percepción del espacio, no sólo del sonido, cambia muchísimo; más que otra cosa, es una obra sobre la escucha", explica.

Camarero contará con la complicidad de siete actores, todos ciegos, fruto de su colaboración con la ONCE, con el conjunto sevillano Zahir Ensemble y la dirección musical de Juan García Rodríguez. "Los actores y los músicos estarán alrededor del público, en unas pequeñas tarimas que rodean todo el espacio", adelanta el compositor, que está especialmente satisfecho de su "trabajo con el espacio". En cuanto a la música en sí, Camarero no ha tenido "miedo" alguno ni a recurrir a "lo más sencillo u obvio", como el uso descriptivo de la música, casi de "sonorización", a la hora de ilustrar el paso de una estrella fugaz o el rebote de un objeto acompañado de una nota repetida; ni a "las cuestiones más complejas", como el tiempo, que es un propósito recurrente en su obra difícil de definir o encasillar en alguna corriente contemporánea particular. "Me gusta intentar borrar las huellas del tiempo, replantear el tiempo; el tiempo entendido no como algo discursivo, sino como algo que en cierto modo a veces se para y de pronto es algo estático, y de pronto avanza. El tiempo como una escultura, vamos. Y también hay elementos inconscientes, impensados, muy de libre asociación surrealista, digamos", dice Camarero, que aspira en cierto sentido a hacer con la música lo mismo que la poesía con la escritura, esto es, "con palabras sencillas, crear un contexto en el que éstas cobran un valor distinto, particular".

Suena todo muy abstracto y en efecto lo es. El propio compositor admite que la obra es "durita". "Pero en su parte teatral no deja de ser obra que el espectador entiende en todo momento –matiza–, es compleja pero transcurre en una cierta linealidad dramática, es decir, el tiempo va hacia adelante, pasan cosas, hay una trama; se entiende, vaya. No tiene esta cosa de la ópera contemporánea en la que de pronto no entiendes nada, por mucho que a mí me encanten óperas cantadas en arameo o que usan sólo las vocales. Yo quiero que haya trama, me parece fundamental que quien no sea superaficionado a la música contemporánea se pueda enganchar por algún sitio. Porque la vanguardia, habitualmente, se sitúa en un lugar y quiere que tú vayas a ella; yo digo otra cosa: vale, yo te hago algo complicado pero te cojo de la mano y te llevo, y por el camino te doy hasta caramelitos".

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