Soltaron los cabos | Crítica

Salmonete vuelve por sus fueros

  • El segundo disco del cantaor se ha hecho esperar 40 años. Se trata de una obra de carácter tradicional con el repertorio clásico jerezano

El cantaor en una actuación reciente.

El cantaor en una actuación reciente. / Javier Fernández

Dos entregas por tarantas incluye esta obra. La primera es una levantica del Cojo de Málaga en la que El Salmonete demuestra que su voz continua intacta pese el trascurso de los años. Siempre me ha gustado la manera que en Jerez se entienden los cantes de Jaén y Almería. No hay que olvidar que el gran referente del cante jerezano actual, Manuel Torre, viajó en muchas ocasiones a la provincia de Jaén, especialmente a Martos y La Carolina, en donde aprendió de viva voz los cantes del Tonto Linares y Basilio. Adoba el cante del Cojo de Málaga el de Jerez con un taranto de perfil reciente, el que patentó Antonio Fernández Díaz Fosforito. En la segunda entrega a la que nos referimos combina El Salmonete el taranto con la cartagenera del Rojo el Alpargatero. Demuestra así el jerezano que es un artista completo, que su arte va más allá de su lar natal. Por fandangos sigue la línea de los cantes de la Plazuela, esto es, del mencionado Manuel Torre. La seguiriya, lógicamente, es uno de los estilos bandera de Jerez y de este cantaor. Un cante conmovedor, en carne viva, doloroso. Cantes cortos, directos, sin concesiones. Hay un guiño al disco Persecución, con una letra del gran Félix Grande. Cierra con la cabal que popularizó Antonio Mairena y que da título a la pieza y al disco. Por soleares ofrece cantes de Alcalá, Cádiz y Jerez a su forma personal. Lo mejor del disco, con la seguiriya. La característica cantaora de El Salmonete es que se trata de un artista vivencial, del momento. En su cante no hay falsos arcaísmos ni, mucho menos, erudiciones. Se sumerge en la tradición para encontrarse a sí mismo: sus deseos, sus motivaciones. Sus quejas y sus alegrías. La bulería por soleá es otro estandarte de Jerez que El Salmonete domina a la perfección. Cantes cortos, muy rítmicos, tan directos como finamente perfilados. El acompañamiento de palmas en la pieza resulta algo estridente, igual que en las bulerías. El Salmonete es un gran intérprete de las cantiñas gaditanas, como demuestra el corte que abre el disco: cantes abiertos, luminosos, plenos de compás y lozanía. El disco se cierra con una fiesta jerezana en todo su esplendor, con guiños al Chozas de Jerez, Agujetas y otros héroes del cante de la tierra del vino. El epílogo lo pone un martinete desolador.

Portada del nuevo disco del Salmonete. Portada del nuevo disco del Salmonete.

Portada del nuevo disco del Salmonete.

Joaquín Jiménez Domínguez (Jerez de la Frontera, 1962) se llama Salmonete, para el cante, por una ocurrencia de Terremoto padre a propósito del tono rosado de su piel. Se inició cantando saetas siendo un niño. Obtuvo muy joven el primer premio en el Concurso de Mairena del Alcor, lo que le valió para iniciarse profesionalmente en el circuito de peñas y festivales. Su hermana, Elu de Jerez (Luisa Jiménez Domíngez, Jerez de la Frontera, 1972), es también una destacada cantaora. De la mano de Paco Cepero grabó Juventud y pureza (Emi, 1979), una obra adolescente, contaba el intérprete 17 años, que era hasta ahora su único testimonio discográfico, fatalmente descatalogado. Su trayectoria ha sido irregular, pese a sonados éxitos como el premio Manuel Torre en el Concurso de Córdoba de 1989 y el Pastora Pavón en 1992. En esta obra tenemos por fin un testimonio fidedigno de uno de los grandes cantaores jerezanos de hoy, clásico pero al mismo tiempo temperamental.El disco está grabado en directo, sin red, con la austera guitarra de Domingo Rubichi. El elenco se completa con las palmas de José Peña y José Rubichi y los jaleos de Luis Jiménez Domíngez. No hay bajos eléctricos, ni flautas, ni percusiones. Ni estribillos. La producción se ha limitado a dejar que El Salmonete haga lo que sabe, cantar su repertorio sin concesiones. La portada la firma el pintor Manuel Ruiz Ortega con la fotógrafa Claudia Ruiz Caro. Se grabó en directo en los estudios jerezanos La Bodega. La segunda entrega discográfica de El Salmonete se ha hecho esperar nada menos que 40 años. Pero ha merecido la pena.

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