Músicas contra la peste | Astor Piazzolla

Piazzolla, el tango en libertad

Astor Piazzolla (Mar del Plata, 1921 - Buenos Aires, 1992).

Astor Piazzolla (Mar del Plata, 1921 - Buenos Aires, 1992). / D. S.

Nació en Mar del Plata, pero pasó la mayor parte de su infancia en Nueva York, donde a los 12 años descubrió a Bach gracias a un alumno de Rajmáninov. Conoció luego a Carlos Gardel e incluso apareció con él en una película (El día que me quieras, 1934) como joven vendedor de periódicos. Para entonces, Ástor Piazzolla era ya un virtuoso del bandoneón que se había empapado de todos los tangueros clásicos. Estudió con Alberto Ginastera, tocó en la orquesta de Aníbal Troilo y desde mediados de los 40 se fue ganando poco a poco su independencia; pero el momento decisivo de su carrera no le llegó hasta 1954 cuando en París conoció a Nadia Boulanger.

Toda su vida dudando en si debía dedicarse al tango o a la música clásica y Boulanger se lo dejó claro: podía hacer las dos cosas a la vez. La música de Piazzolla cambió radicalmente y así nació el nuevo tango, que espantó (¿cómo no?) a los puristas. "El asesino del tango", lo llamaban. Y él respondía sin complejos: "Sí, es cierto, soy un enemigo del tango; pero del tango como ellos lo entienden. Ellos siguen creyendo en el compadrito, yo no. Creen en el farolito, yo no. Si todo ha cambiado, también debe cambiar la música de Buenos Aires". Luego llegaron sus diversos grupos, sus giras, el éxito y la consagración, pero la polémica no lo abandonó nunca.

Hay desde luego una base clásica (contrapuntística, rítmica), que Bach, Stravinski y Bartók mediante, sirvió a Piazzolla para su revolución del tango porteño. Así se aprecia en Libertango, que publicó en 1974 y se convertiría en un emblema de su música. Cuando en 1981 lo versionó Grace Jones, pasándolo por el tamiz del funky y del reggae, era ya un clásico. Cuando en 1988 Polanski utilizó esta versión en la banda sonora de Frenético, marcó para siempre la imagen del atribulado Harrison Ford recorriendo con Emmanuelle Seigner un París de locos. Hay tantas versiones de Libertango como uno pueda imaginar. Hace diez años un entonces jovencísimo Cuarteto Ebène dejaba, junto al baterista Richard Héry, esta interpretación extraordinaria en el Folies Bergère.

Lleva la libertad en su título, un principio irrenunciable del arte y de la vida. Siempre. Muy especialmente ahora.

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