Johanna Rose | Violagambista

"El sentido de la perfección de un cellista es imposible en la viola"

  • La violagambista germano-sevillana Johanna Rose graba para su instrumento un álbum que incluye dos suites para cello de Bach

Johanna Rose con su nueva viola de siete cuerdas.

Johanna Rose con su nueva viola de siete cuerdas. / Juan Carlos Vázquez

Catorce años lleva ya en Sevilla Johanna Rose, música de Bremen, que se atreve ahora, espoleada por el aislamiento provocado por la pandemia y el tiempo libre que generó, a publicar un álbum por completo en solitario, el primero de su carrera. Armada con una viola de siete cuerdas recién construida para ella por Robert Louis Baille, lutier asentado en Sevilla hace años, afronta las dos más complejas Suites para violonchelo solo de Bach, que rodea de música de los dos Sainte-Colombe, padre e hijo.

–El álbum viene anunciado por siete vídeos un tanto especiales sobre la concepción y producción del álbum.

–Fue una idea de Carlos Pineda. Yo le había pedido un vídeo puramente musical, que me cogiera en el estudio de grabación tocando o algo así. Pero él me decía que eso no era interesante, que la gente quiere ver otras cosas. Así que me convenció para hacer una serie de videos que mostraran todo lo que conlleva una producción de este tipo, que no es sentarse y grabar y va a salir un disco. Me propuso hacerlo en siete movimientos, que venía bien con las suites en seis movimientos más uno añadido. Yo tenía mis dudas, porque pensaba que a quién le va a interesar una sesión de fotos o cómo doblo la ropa en casa, pero me convenció y lo hicimos.

–Los guiones son suyos...

–De los dos. Él me proponía tipos de escenas que pensaba interesantes y se pasaba el día conmigo. El primer video por ejemplo es un día normal en la Alameda. Los textos están lógicamente redactados por mí, no son improvisados.

–Y todo ello para llegar a Bach...

–Me di cuenta de que no había hecho mucho repertorio para viola sola, porque me gusta tocar con gente. Pero había alguna propuesta de concierto en solitario por streaming, empecé a leer muchas cosas, y la verdad es que no veo muy atractivo el repertorio de viola sola para un concierto entero. En cambio, las Suites de Bach me encantan, escucharlas y ahora tocarlas. Había mucho tiempo para trabajarlas, necesitaba un proyecto así.

–La y la suites son las más difíciles y las más largas, la es agotadora…

–Sí, la es agotadora desde el preludio. Cuando lo terminas ya estás agotada [risas]. Pero son también las dos que más me gustan, las que tienen algo especial. La se puede tocar en re mayor y funciona muy bien. Los cellistas clásicos tampoco la tocan tal cual, porque está escrita para un violonchelo de cinco cuerdas. La hay que trasponerla, suena mejor en re que en do. En el Preludio de la hay también que cambiar varias cosas, sonará un poco distinto a quienes estén acostumbrados a escuchar el original en cello.

–Y acompaña con los Sainte-Colombe para un disco de concepción circular.

–He empezado con Sainte-Colombe el padre, porque quería grabar algo de viola, para que el oyente se haga una idea del sonido, es como tomar un aperitivo en una comida. Así que toco un preludio en re menor para enmarcar la suite de Bach en la misma tonalidad, y luego al final de la 6ª Suite de Bach, que está en re mayor, brillante, alegre, vuelvo a la depresión de la chacona en re menor para cerrar así un poco el círculo.

–Esa tonalidad de re menor da el tono al disco...

–En este manuscrito de Sainte-Colombe hay muchos preludios, todos en re menor; el que he escogido para abrir el disco para mí es el más bonito de todos. La de re menor es una tonalidad ideal para la viola, los armónicos funcionan muy bien, hay muchas cuerdas al aire que se pueden utilizar. Por ejemplo, todo el libro de Abel está en re menor y mayor…

–¿Por qué sintió la necesidad de una viola nueva, de siete cuerdas, para tocar a Bach?

–En realidad no para tocar a Bach, porque la séptima cuerda sólo la necesito para la Allemande de la suite. Pero Sainte-Colombe no se puede tocar sin esa séptima cuerda. Además detrás hay razones que tienen que ver con la sonoridad. Quería un instrumento con armónicos más amplios, que pueda defenderse bien tocando sola. Para mí la viola de seis cuerdas, con su sonido directo, funciona perfecta con acompañamiento, y la de siete, que tiene un sonido más redondo, es ideal para tocar sola.

Johanna Rose en foto promocional. Johanna Rose en foto promocional.

Johanna Rose en foto promocional. / Laura León

–¿Cuando encargó esta viola había decidido ya lo que quería tocar?

–Sí, absolutamente. Optamos por una viola con idea ya un poco de cello, con el fondo abombado. Igual que Sainte-Colombe se atrevió a añadir una séptima cuerda, yo he optado por hacer un instrumento que muchos pueden decir que históricamente no existió. En realidad, todo lo que hemos usado está documentado que existía en instrumentos del tiempo, pero no es copia de ninguno en particular. Hay cosas prácticas que hemos tenido en cuenta, como los bordes. Las violas sin bordes a veces se mueven mucho en los conciertos. Para hacer cosas difíciles en registro muy agudo como la suite de Bach, necesitaba más estabilidad: si ya de por sí es difícil afinar los agudos, si te falta estabilidad es una lotería.

–La viola está fechada en agosto de 2021 y la grabación es de noviembre. Muy cerca, ¿no?

Ha sido un poco arriesgado grabar sólo tres meses después de fabricar el instrumento, sí. Ahora estoy más cómoda con él, el instrumento está más abierto; además, le he cambiado varias cosas, el puente es el tercero, no es el de la grabación. He ido ajustando cosas.

–¿Sigue usando su otra viola, la de seis cuerdas?

–Sí, para tocar en consort el sonido ese directo es mejor, pero el de esta de siete se está abriendo y la he utilizado ya para cosas que en principio no serían adecuadas. Está bien tener varias opciones, como los clavecinistas, un clave italiano y uno francés.

–¿Lo más difícil de las transcripciones?

–No me he sentado para escribirlas. Están en mi cabeza. Tengo cosas apuntadas en la partitura, pero no las he escrito.

En el estudio justo antes de esta entrevista. En el estudio justo antes de esta entrevista.

En el estudio justo antes de esta entrevista. / Juan Carlos Vázquez

–¿Y cuándo se sienta con qué partitura se pone?

–Depende, la de cello original a veces. Hay una transcripción de Paolo Pandolfo que está editada y está muy bien. También la miro y la uso a veces, pero mi propia transcripción la tengo en la cabeza. Tampoco las he tocado tanto en concierto

–¿Hay diferencias cuando las toca?

–Sí, seguro, en los arcos, sobre todo, que he ido evolucionando y lo toco diferente. Algunas cosas están muy fijadas y otras son libres.

–En uno de sus vídeos promocionales habla de vencer inseguridades, ¿siguen apareciendo?

–Siempre. Más con un repertorio así. Inseguridades musicales, técnicas... Meterte con un repertorio así te las crea, porque hay tantas grabaciones buenísimas de grandes cellistas. Y con la viola es mucho más difícil que con el cello. En el cello queda todo mejor. El sentido de la perfección que puede tener un cellista es imposible en la viola, no se alcanza nunca, porque siempre hay pequeñitos problemas. Para empezar el cello está afinado en quintas, lo que ya le da una estabilidad, y luego las cuerdas del cello moderno son mucho más estables también que las que usamos nosotros.

–¿Qué grabaciones de las Suites le gustan especialmente?

–Me gusta mucho una muy reciente de Alisa Weillerstein. Su interpretación es muy romántica. Queyras también me gusta. Y me gustan mucho las grabaciones de Mischa Maisky (hay dos) y la de Rostropóvich. Son muy clásicos, todos con instrumentos modernos, pero me gustan así. También me gusta mucho la de Sergey Malov con el violoncello da spalla, muy distinta, muy barroca, muy rápidos los tempi.

–¿Qué aporta su Bach?

–Para mí lo más interesante es la sonoridad, muy diferente. Hay algunos sonidos más llenos porque con la viola puedes rellenar los acordes.

–Pero violagambistas ya las han grabado...

–La integral sólo Pandolfo. La no la iba a hacer porque ya la grabó también Fahmi [Alqhai]. y creo que las ha hecho solo Pandolfo antes que yo, y su forma de verlas es muy diferente. Me gusta la idea de integrar estas obras en el repertorio de la viola da gamba, porque en realidad estas suites están escritas para cello en una época en que la viola estaba desapareciendo, pero el cello no había tomado aún una forma solista; igual Bach quería mostrar algún tipo de supervivencia de la viola o de permanencia del género de la suite. Los gambistas tenemos muy asumidas cómo son las suites, cómo se toca una alemanda, cómo son los tempi, cómo combinamos los distintos movimientos, que no olvidemos que son danzas, en origen pensadas para bailar. Es lo primero que tocamos los gambistas, suites.

–Este disco se publica en formato CD, ¿aún cree en él?

–La discográfica los hace, pero en realidad los usamos para promoción y poco más, también alguno que se pueda vender en algún concierto. Hay gente, no tanto en España, pero sí en el norte de Europa, a la que le sigue gustando tener el disco. Es una pena que si escuchas en Spotify lo que te queda es la portada, pero ahí hay más cosas, hay textos, que se pierden. Al fin y al cabo, tal cual, el CD es un objeto bonito.

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