Luigi Boccherini llegó a Madrid a finales de la década de 1760 para trabajar en los teatros de ópera de la capital. En 1770 se convirtió en compositor de la capilla del infante Luis Antonio de Borbón, quien en 1776 fue desterrado a la localidad abulense de Arenas de San Pedro al contraer matrimonio morganático con María Teresa de Vallabriga. Boccherini acompañó a don Luis hasta su muerte en 1785, sin que este aislamiento de la corte de casi una década afectara gravemente ni a la producción ni a la difusión de su música por toda Europa.

Entre infinidad de piezas camerísticas, en 1781 Boccherini escribió a petición del infante un Stabat Mater para soprano y quinteto de cuerdas (con un contrabajo en lugar del más característico segundo violonchelo de sus quintetos, su gran especialidad como compositor). La obra está compuesta sin duda bajo el influjo del Stabat Mater de Pergolesi, que, original de 1736, fue la obra más veces publicada e imitada de todo el siglo XVIII. Boccherini recurre, como Pergolesi, a la tonalidad principal de fa menor (aunque en el Amen final modula a un luminoso fa mayor) y como su antecesor combina de forma magistral los recursos de la música sacra con los de la ópera, logrando un clima melancólico, en el que morbidez y sensualidad se combinan admirablemente con el sentido piadoso y hondamente patético de la plegaria.

En "Virgo virginum", escrito en un claro y tierno si bemol mayor, se impone un tono de delicada dulzura, con las características imitaciones entre el primer violín y la voz, el ascenso de la soprano a algunas de las notas más agudas de toda la partitura y un obsesivo y muy expresivo pizzicato en el bajo. Acompañada por el parisino Cuarteto Cambini (con un segundo cello en lugar del contrabajo original), la soprano Julie Fuchs nos deja aquí una recreación bellísima, de plácido, elegante y fino lirismo.