María Bayo. Soprano

"El Barroco es una medicina para la voz"

  • Acompañada por la Sinfónica de Navarra dirigida por Martínez Izquierdo, la cantante graba para Deutsche Grammophon un recital de canciones españolas del siglo XX.

Canciones españolas. María Bayo. Orquesta Sinfónica de Navarra. Ernest Martínez Izquierdo. Deutsche Grammophon (Universal).

Tras un cuarto de siglo de carrera, la intérprete navarra mantiene intactas su pasión por la escena, su versatilidad como artista y su defensa del repertorio español.

-¿Necesita la música vocal española del siglo XX una reivindicación?

-Siempre. Es el compromiso moral que adquirí desde que tuve conciencia de querer ser embajadora de nuestro patrimonio musical por todo el mundo. Si no la defendemos los artistas españoles, ¿quién lo va a hacer?

-¿Puede comentar el contenido de este CD de canciones?

-Incluye música de algunos de los compositores que he cantado a lo largo de mis 25 años de carrera. En mis recitales han estado siempre presentes Turina, Esplá, Mompou, Toldrá, Montsalvatge y mi paisano García Leoz. Hacemos las versiones con las orquestaciones originales de los compositores, salvo en el caso del tríptico de Mompou (Combat del somni), en que optamos por la exquisita versión de Ros Marbá. El ciclo de Montsalvatge (Cinco canciones negras) es tal vez el más interpretado, pero el resto no tiene tanta presencia. Quería reivindicar la importancia de este repertorio nuestro, que además contiene una poesía maravillosa.

-Ha conseguido llevar al disco este recital con una orquesta sinfónica y no con un piano, lo que no es tan fácil hoy día. ¿Qué importancia le da a este hecho?

-Ha sido un proyecto muy generoso por parte de la Orquesta Sinfónica de Navarra y su entonces director titular, Ernest Martínez Izquierdo, con quien acabo de hacer mi debut en La Voix Humaine de Poulenc. A los dos nos gusta mucho este repertorio de canciones. Ernest fue discípulo de Montsalvatge, y resultó muy emocionante grabar y disfrutar toda esta música canción a canción.

-Hace años que viene dedicando más atención a la canción y algo menos a la ópera. ¿Le cansa ya la ópera?

-No, para nada, siempre que me ofrezcan una buena producción. La crisis me ha regalado tiempo para preparar a conciencia esta Voix Humaine [que ha interpretado en los Teatros del Canal de Madrid]. La parte positiva de la crisis es tener más tiempo para preparar nuevos recitales de cámara, conciertos con orquesta y estar más con la familia. Una producción operística te aleja de casa dos meses y se me hace muy duro estar lejos de mi familia.

-¿Cómo ve el mundo de la ópera hoy día, cuando la imagen vale casi más que las voces o la propia música?

-En la ópera las artes deben convivir de manera armónica, pero tiene que primar la música. No somos sólo actores, debemos cantar, y si la escena supone un riesgo para el desarrollo musical, un buen régisseur debe solventarlo para que todo el discurso musical discurra sin problemas. He trabajado con grandes maestros, como Wernicke o Bob Wilson, que lo tenían muy claro y no se veían afrentados por ello. Vivimos en un mundo donde prima lo visual, debido al peso del cine y la televisión, y donde es más importante la imagen del cantante que su voz. Enorme error. Tampoco se ha cuidado la acústica de los nuevos teatros, sólo su estética (con excepciones, claro). Me refiero a estos espacios multiusos, que al final no valen para la música, aunque tengan que programarla.

-Las polémicas a causa de muchas puestas en escena operísticas se han hecho ya cotidianas, ¿piensa que eso atrae a un público curioso, nuevo, o es mayor el perjuicio por espantar al espectador tradicional?

-La polémica gratuita no ayuda nunca, no es constructiva. La provocación tiene que estar sustentada en ideas sólidas y renovadoras. El público tradicional podrá no estar de acuerdo, pero una determinada puesta en escena puede hacerle reflexionar sobre la necesidad de renovación para que la ópera siga evolucionando. Siempre con una aportación seria y rigurosa. El tiempo, que es juez imparcial, al final pone todo en su sitio.

-Su versatilidad la lleva a pasar en estos días de La voz humana de Poulenc a motetes de Rameau. En una época en la que tantos cantantes se especializan en repertorios muy concretos, ¿se considera una antiespecialista?

-Nunca he querido especializarme, lo tuve muy claro desde el comienzo de mi carrera. Respeto mucho a los colegas que han preferido optar por la especialización. En mi caso, la voz me permitió cantar diferentes estilos, épocas y autores, desde el siglo XVII hasta el XXI. No sólo fue mi voluntad: también atendí a las peticiones de los teatros, y disfruto cantando Haendel, Mozart, Rossini, la escuela francesa, Puccini, Poulenc o nuevos estrenos de compositores contemporáneos.

-Su trayectoria barroca contiene hitos destacados como La Calisto de Cavalli con René Jacobs o sus interpretaciones de Traetta, Haendel, Nebra, Graun. ¿Qué aporta el Barroco a un cantante a la hora de afrontar el repertorio mozartiano o belcantista?

-Para mí fue vital comprender el arte del recitativo barroco, donde es importante el valor de cada nota pero también la libertad, donde se puede jugar con los colores y la intención de las palabras. El barroco es una medicina para la voz: exige control vocal absoluto y rigor interpretativo.

-¿Qué supuso esa Calisto para su carrera?

-En aquella época, trabajar con Wernicke y con Jacobs fue una de las mejores experiencias. La Calisto me permitió darme a conocer en los mejores escenarios de Europa. El montaje es ya historia, porque fue un milagro de conjunción de todos los elementos. Algo que no siempre se da y menos con ese grado de perfección. La música y la escena se fundían de modo maravilloso. Había detrás muchas horas de trabajo y maduración. Hoy ya no se dedica tanto tiempo para crear y madurar espectáculos.

-Mozart ha sido siempre esencial en su carrera. ¿Qué personaje mozartiano prefiere usted?

-Sin duda, Susanna, de Nozze di Figaro. He tenido noches inolvidables con ella. Es mi ópera favorita, una autentica obra de arte absoluta. La psicología del personaje, su astucia, su comprensión de las situaciones, su evolución la hacen única. Podría seguir cantándola pero volvemos al tema de la tiranía de la imagen. Por supuesto que ahora disfruto mucho con la Condesa y con Fiordiligi.

-¿Piensa incorporar algún nuevo rol mozartiano próximamente?

-Tengo en mente abordar Donna Elvira y Elettra.

-¿En qué momento se encuentra la evolución natural de su voz?

-Creo que disfruto de una buena madurez vocal, como soprano lírica con una coloratura natural, porque la voz está sana y he sabido respetar la evolución sin forzar.

-¿Qué otros proyectos próximos la ilusionan especialmente?

-Los siguientes proyectos son La Voix Humaine, que volveré a cantar en el Liceu de Barcelona en 2015, y Goyescas de Granados, que ya había grabado hace años, en una nueva producción en el Teatro Real. Me apetecería abordar los roles de Mozart que citaba antes; también nuevos papeles de Haendel, como Alcina y Rodelinda. Y por supuesto seguir transitando por las creaciones del siglo XX.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios