Cultura

Cuando uno es todo

  • El malagueño Ernesto Aurignac debuta con un álbum rico y ambicioso, registrado en formato de orquesta.

Uno. Ernesto Aurignac Orchestra. Moskito Rekords, 2014.

"Ernesto Aurignac Orchestra se trata del proyecto musical más importante de mi carrera, fruto de todas mis experiencias e influencias musicales. Diecinueve instrumentistas sobre el escenario para dar forma a una música original que nos adentra en sonidos impresionistas y contemporáneos, música clásica y jazz se dan la mano en un todo que evoca al infinito UNO". Las palabras del saxofonista y compositor Ernesto Aurignac introducen a la ambiciosa obra que le permite debutar como líder. Después de trabajar junto a figuras del circuito jazzístico como Chano Domínguez, Perico Sambeat, Albert Bover o Marc Miralta, pero también del ámbito flamenco (Gerardo Núñez, Antonio Rey o el Rubio de Pruna), Aurignac emprende un proyecto que apunta a síntesis de ese cúmulo de influencias que ha ido perfilando su personalidad musical, "producto de todas mis vivencias y experiencias musicales y no musicales": música clásica, latina o flamenco empastados sobre una orquestal paleta jazzística que conecta las grandes obras de los maestros Duke Ellington o Gil Evans con los perfiles del jazz contemporáneo ejemplificados en modelos tipo Maria Schneider.

El recorrido es jugoso y exuberante en fondo, forma y matices: 11 composiciones del propio Aurignac que destapan la exquisita caligrafía de un autor impulsado por una productiva espiritualidad. A la significativa nómina de su orquesta -con nombres del calibre de citado Sambeat o el trompetista Julián Sánchez- se añade un brillante cuarto de invitados por el que van desfilando la cantante Carme Canela en Sophia o el cante de Blas Córdoba, la flauta de Jorge Pardo, la guitarra de Gerardo Núñez y el bajo de Carles Benavent en esa celebración flamenca que es Samadhi. La concurrencia no acaba generando dispersión sino que se estructura, ordenada e inspirada, plagada de sorprendentes matices y recovecos, bajo la batuta del líder y rematada por un excelente trabajo gráfico de Arkaitz del Río. Uno cumple así con su vocación integradora, de mosaico plural, a la vez que señala con ambas manos a un Aurignac que demanda su plaza en la primera plana del jazz nacional.

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