Alhambra Monkey Week

Del Alosno al infinito y más allá

  • El festival Alhambra Monkey Week tuvo un brillante colofón el sábado en las instalaciones de Cartuja Center CITE en la jornada de mayor eclecticismo musical que le recordamos desde hace años

Dani Llamas

Dani Llamas / Javier Rosa

En la jornada del sábado del Alhambra Monkey Week volvió a brillar la fusión del flamenco con otros estilos ajenos a él. Esas mezclas han abierto caminos por donde acelera su ritmo la esperanza de encontrar hallazgos armoniosos, resonantes, convertida en primorosa realidad cuando hablamos de Dani Llamas y Cristian de Moret. Los acordes de sus canciones son hebras de oro que dan lugar a tapices donde se dibujan unos fandangos del Agujetas sobre el country rock de los Byrds y otros de Pepe el Culata sobre una cumbia cercana a la milonga argentina; unas cantiñas sobre las armonías slowcore de Low y unos tangos de Granada sobrevolando California junto al steel guitar de Flying Burrito Brothers; unas bamberas de José Menese con el fuzz de Jack White y unas bulerías de la Fernanda y la Bernarda apuntalás por el groove funky de Parliament. Dani, rodeado de un quinteto de músicos de tanta versatilidad como Juano Azagra y Marco Serrato; Cristian, manteniendo a su lado a Pablo Prada en el bajo y trayéndose a Jesús Flores y Javier Tovar, a los teclados y la batería, respectivamente.

Lo que hicieron Dani Llamas y su banda en el escenario AIE estuvo por encima de cualquier argumento crítico que pudiese utilizar para tratar de bajar de la nube sobre la que iba al salir de allí y poder seguir asistiendo a más conciertos. De la docena de canciones que interpretaron, ocho correspondían al disco que anda presentando, el magnífico A fuego, y las otras cuatro eran de La verdad, su disco anterior, entre las que estaba Caulina, la primera canción que escribió en castellano, contando la historia de los campesinos de Jerez que declararon el comunismo libertario durante tres horas a finales del siglo XIX. Y precisamente con una de esas fue con la que comenzó, Se canta a lo que se pierde, de título deudor de Antonio Machado, marcando la pauta de forma precisa y contundente de una visión nihilista, guerrillera y subversiva, reflejada en sus letras y su música, que por momentos adquirió una intensidad casi insoportable, aunque resultara fascinante al mismo tiempo, especialmente cuando dibujaba a fondo personajes como el Juan García de la toná de José Menese, o en sus gritos al final de la serrana Que lleva el río. Nada de recursos fáciles en su voz, lo suyo es pura convicción al transmitir el magnetismo de sus actuaciones.

El de Dani Llamas fue un concierto impactante que por desgracia se perdió mucha gente interesada en él porque el escenario tiene un aforo limitado a cien personas, que se demostró muy escaso cuando se presenta en él algo de mucho interés. A mí mismo me resultó imposible poder ver allí el dia antes a Chaqueta de chándal porque ya estaban cerradas sus puertas y había esperando fuera tanta o más gente que en el interior, y eso que no habían empezado siquiera. Si consideramos que en esta última jornada, en el inmenso espacio en que se halla el escenario principal apenas estábamos una docena de espectadores cuando comenzó el concierto de Sensible Soccers, y que Arde tampoco arrastró a más de unas pocas decenas, podría abrirse -y de hecho muchos comentarios sobre ello escuché yendo de un lado a otro- una discusión sobre el criterio establecido para la asignación de salas; pero eso depende de tantos factores que no es lugar esta crónica para enunciarlos, baste decir que ninguno de ellos es el capricho y, por ceñirnos solo a los mencionados nombres de Chaqueta y Dani, eran artistas seleccionados del circuito AIEnRUTa-Artists, así que era preceptivo que actuasen en el escenario de AIE.

Cristian de Moret Cristian de Moret

Cristian de Moret / Javier Rosa

Cuando llegué, Cristian de Moret estaba a punto de iniciar su recreación de La leyenda del tiempo, con la naturalidad con que se acerca a Camarón, otro maestro que, como él, hacía añicos los convencionalismos cuando su genio se lo pedía. Alternó también piezas de sus dos discos, destacando una extraordinaria versión del Romance de la cautiva, totalmente enrockecida, mostrándonos a Cristian como un guitar killer, de gran contraste con el intimista intérprete de piano que después, a solas con él, se arrancó con Meteoro, unos cantes de trilla del Alosno plenos de fragante sutileza. Pero del mismo modo que nos dejó una marca de flamenco jondo, se desprendió de cualquier prejuicio purista y se despidió poniéndonos a bailar con la cumbia de Limpio y puro.

Allí mismo, casi dos horas más tarde, Doctor Explosión montó un jolgorio de tal magnitud que solo puede conseguirlo un grupo curtido en el underground, como ellos, sin que resulte pernicioso para su salud. En poco más de cincuenta minutos encadenaron diecisiete disparos a bocajarro, entre los que incluyeron media docena de canciones nuevas, de su disco Superioridad moral; varios de sus singles más gamberros, como Eres feo chaval y Drácula ye-yé; algunas versiones tuneadas, como el Night of the Phantom de Larry & the Blue Notes convertido en el Chesterfield Childish Club con que homenajearon a la movida nocturna de su ciudad, Gijón, o Ça plan pour moi transformado en un Surf talibán, y terminaron revolcándose por el escenario y fuera de él, en un final apoteósico, con los cuatro músicos saltando las vallas -altas, eh- con sus instrumentos respectivos, guitarras, bajo y el batería con uno de los toms, para terminar en loor -y olor después de tanto saltar y sudar- de multitud, agachados con la gente, saltando, volviéndose a agachar, volviendo a saltar, y todo ello sin perder ni un compás del Let's go in 69 que habían enlazado con Comanche para unos bises frenéticos.

Doctor Explosión Doctor Explosión

Doctor Explosión / Javier Rosa

La habitual sorpresa agradable de todos los Monkeys llegó este año justo al final, casi llegando a las dos de la madrugada, al descubrir en el escenario de la SGAE a los ingleses Plastic Mermaids, con canciones divertidas y ambiciosas que iban desde el pop animado y el psycho hasta el indie folk y el electro, que fueron cobrando intensidad a medida que avanzaba el concierto. En uno de los momentos más calmados me pareció entender una de las líneas del cantante: I only made this band to impress you. Conmigo lo consiguió.

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