La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

El chip de las vacunas

Si su cuñado o sus amigos insisten con el experimento de la cuchara, responda con la prueba del talco. ¡No falla!

Cucharas, tenedores, imanes, tijeras... ¡Nos encantan los bulos!

Cucharas, tenedores, imanes, tijeras... ¡Nos encantan los bulos!

Ya sé que hay estudios para todo. Que pasa como con las noticias: basta con tener claro qué quieres escuchar, cuál es la verdad que encaja contigo y saber elegir dónde encontrarlo. Imagino que ya lo practican a diario cuando sintonizan la radio, zapean en la tele o cogen el móvil para que Google les dé el menú del día.

Un colega de Navarra, Alfredo Casares, me envió el otro día el libro que acaba de publicar (La hora del periodismo constructivo) y no dejo de darle vueltas a la decena de estudios y artículos con que propone darle la vuelta a la forma en que históricamente hemos entendido el oficio de informar: cuanto más crítico y negativo, mejor; cuanto mayor sea el escándalo, más impacto; cuanto más increíble parezca, más recorrido tendrá.

Y con consecuencias: un estudio de la Universidad de Pensilvania ha demostrado que las noticias son capaces de cambiar nuestro estado de ánimo. En el experimento, muy en la línea de la Psicología Positiva, se evaluaba a personas que escuchaban tres minutos de noticias negativas por la mañana: apenas ocho horas después, un 27% confirmaba que habían acabado teniendo un mal día…

¿Sugestión? Pues les confieso que este lunes he acabado haciendo de Susana Grisso. ¡Con vídeo incluido! Cuando volví de vacunarme del Covid, me puse una cuchara en la zona del pinchazo para ver si contenía elementos magnéticos o me habían puesto un microchip 5G. El reto de colocar un objeto metálico en el brazo se ha hecho viral estos días en redes, ha terminado ocupando el prime time matutino y, por supuesto, se ha colado en nuestras casas. El experimento lo hice para convencer a mis padres de que era un bulo. Para contrarrestar un rotundo "¡Es verdad! ¡Lo hemos visto en la tele!".

A la periodista de Espejo Público se le quedó un tenedor unos segundos... por el efecto de la crema. Basta con que sudemos mucho, con que tengamos un alto grado de humedad en la dermis o nos hidratemos más de la cuenta para que la prueba funcione. Y, evidentemente, tiene más morbo (y conversación) pensar que hay gente por ahí que parece una nevera

Pero no hay magia; hay efecto rebaño y cultura de la desconfianza y el miedo. Si su cuñado, su vecino o sus amigos no se bajan del burro, responda con información. Con buena información. Con ciencia no con superchería. Si aun así insisten, desmonte el bulo con la prueba del talco. ¡No falla! Fíjense, igual lo del periodismo constructivo tiene su sentido.

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