La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

Torres Hurtado, inocente

Aunque sea un titular parcial y provisional, la historia hoy es una: el exalcalde de Granada ha quedado absuelto de corrupción Caso Serrallo, el punto y seguido de una retahíla judicial para Torres Hurtado y su gobierno en Granada

"Una historia no tiene principio ni fin: uno elige arbitrariamente un momento de la experiencia desde el cual mirar hacia adelante o hacia atrás". Nunca lo había pensado así. En realidad, siempre he estado convencida de que era justo al contrario: de que no hay historia sin titular. Sin un arranque claro que actúe de gancho y sin un cierre que nos convenza, que nos deje con ganas de más. Poco importa si hablamos de literatura o de periodismo. De ficción o subversión.

Lo mejor que me ha pasado en los últimos meses ha sido cruzarme con una de las obras maestras de Graham Greene. Eduardo Jordá borda la traducción con que Libros del Asteroide rescata al novelista inglés y Vargas Llosa pone el colofón a modo de epílogo. Hasta las últimas páginas me he estado preguntando si me había dejado cautivar por una novela mediocre con una pareja mediocre sin más recorrido que un adulterio de manual. Por suerte, nunca nada es lo que parece.

Me la recomendaron en la Casa del Libro. Una librera, no una transporta-cosas, me atendió. Necesitaba un chute de desconexión del Covid y me fui con ración doble: El verano sin hombres con que nos espolea Siri Hustvedt (les sonará su marido, Paul Auster, pues ella escribe infinitamente mejor) y El final del affaire con que el conocido editor del Times alternó imaginación y realidad, sobre tinta y con luces de neón, con obras como El tercer hombre y El poder y la gloria.

Si hubiera echado un ojo a las sinopsis en Amazon no hubiera leído ninguna de las dos novelas. Me ocurre como con la cartelera encriptada de Netflix, Filmin o Movistar: ¿será un robot quien hace el resumen disléxico de las películas? ¿De verdad pensamos que podemos deslizarnos en una sociedad asfixiada de basura informativa sin la complicidad de los prescriptores? Este año no me quedaban fuerzas para disquisiciones existenciales, menos aún con un trasfondo religioso de milagros y fe, con una pandemia que lleva desde marzo poniéndonos la zancadilla. Pero, por suerte, no siempre todo es lo que parece y Siri Hustvedt y Graham Greene no decepcionan; se crecen.

No me distraigo. Esta columna tiene un título y aún no lo he mencionado: José Torres Hurtado. El exalcalde de Granada que arrasó en tres elecciones, jugó con fuego en las cuartas y acabó saliendo del Ayuntamiento, deslizándose entre cartones, por la puerta de atrás. Esta semana hemos conocido la sentencia del caso Serrallo y ha quedado absuelto. Hoy podríamos reescribir su página en la Wikipedia y dejarlo limpio de corrupción. Si elegimos bien el principio -la del político de pueblo que hizo historia en el PP- y nos quedamos con este final, deberíamos preguntarnos cómo se restituye la dignidad a una persona, la confianza de una familia y toda una ciudad, el respeto de los compañeros que dudaron y se apartaron. Cómo se repara un lustro de sospechas y se recuperan las oportunidades perdidas. Cómo, cuándo y por qué decidimos sustituir la presunción de inocencia por la presunción de culpabilidad.

Pero las historias tienen su propio camino. Y ni la primera página depende de nosotros ni tampoco la última. No en la vida real y mucho menos en el terreno judicial. Torres Hurtado no dimitió por el caso Serrallo; lo hizo dos años más tarde de que se abrieran diligencias por el extraño caso del parque infantil que acabó en discoteca. Su caída, la de verdad, fue en abril de 2016 por la operación Nazarí, una macrocausa con mucho más recorrido que sigue incompleta. La Audiencia de Granada ha sentenciado esta semana que no es culpable pero es un titular parcial y provisional: su concejal de Urbanismo (amiga y vecina) está condenada y hay una primera mancha sobre su gestión.

¿Él es inocente? Si cambiáramos las páginas de un libro por los clicks interactivos de un vídeojuego podríamos darle la razón a Graham Green y decidir este final. Aunque no siempre todo sea lo que parece. Ni lo que esperamos. Ni lo que nos gustaría. Pero seamos consecuentes: la historia hoy es una. Y es que Torres Hurtado ha quedado absuelto de corrupción. Hoy, respetémoslo.

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