José Manuel García Margallo introdujo la cercanía de África como un elemento más para respaldar la necesidad de un Gibraltar bajo dos banderas, la británica y la española. A juicio del ministro, "Un área económica integrada por el Peñón de Gibraltar y el Campo está en la mejor posición imaginable para ser el peón básico en el desarrollo de la política europea (en África) en los próximos años".

"Esta tierra nuestra está enfrente de África. La Unión Europea ha comprendido que el tema de los desplazamientos de personas, refugiados o inmigrantes, puede ser uno de los grandes problemas que tengamos que afrontar en los próximos años", narró. "Y ha entendido que si no quiere encontrarse con un problema insoluble, como lo fue hasta que hace poco tiempo se firmó el acuerdo de Turquía o hasta que hemos hablado de la necesidad de controlar la migración legal y acabar con la ilegal para integrar a los que huyen por motivos económicos, hay que crear oportunidades en los países de origen".

"España es hoy el primer proveedor y el primer cliente de Marruecos y de Argelia. Una compañía española era la primera explotadora de petróleo en Libia. Estamos muy presentes en Túnez y lo estaremos aún más. Y la Comisión, por motivos solidarios pero también egoístas, ha puesto ya en marcha un plan África, dotado con 1.800 millones de euros por su parte y 1.700 de los estados miembros, para invertir, crear riqueza, empleo y futuro en los países de origen y tránsito. Y esos son exactamente los que tenemos enfrente", explicó.

Y es que "el bienestar socieconómico de la zona" es, en palabras de García-Margallo, la principal ventaja que se derivaría de la soberanía conjunta de Gibraltar. Pero no la única, porque supondría el fin de una controversia con 300 años que ha lastrado las relaciones entre España y Reino Unido. Además despejaría de obstáculos una negociación entre el Reino Unido y la Unión Europea que se prevé ardua y que no necesita este problema añadido. Gibraltar podría beneficiarse de políticas europeas de las que ahora no disfruta y se desbloquarían acuerdos (el del Cielo Único es el principal) que el conflicto tiene frenados. La economía gibraltareña tendría libre acceso al mercado interior, principalmente en cuanto a mercancías, servicios, personas y capitales y, además, al desparecer la Verja se podría dar "un enfoque integral" a la economía de la zona con inversiones por parte de los dos países y de la propia Unión Europea.

El ministro de Exteriores hizo especial hincapié en una última ventaja que es quizás la más importante, porque es la que afecta a los miles de ciudadanos que tienen relaciones laborales o personales al otro lado de la Verja. Y es, ni más ni menos, que la desaparición del paso fronterizo, con lo que eso significa para los desplazamientos "laborales, sociales y personales" de un territorio, el gibraltareño, cuyos ciudadanos podrían tener la nacionalidad británica y/o la española, en virtud de un "estatuto ocasional" que "no contempla el código civil", pero que se podría conseguir con enmiendas como la introducida para los judíos sefarditas.