Pasarela

Moda del futuro con raíces pasadas

  • El periodo comprendido entre los siglos XVIII y XIX fue decisivo para nuestro vestir · El libro 'Historia de la moda española' descubre que, en ciertos patrones, apenas hemos avanzado desde entonces

Aunque la moda se renueve cada temporada, lo cierto es que, en algunos sentidos, continúa casi inmóvil desde que, por citar un hito decisivo, Josefina Bonaparte impuso una seie de prendas que, hoy día, siguen marcando tendencia entre las mujeres del siglo XXI. Por aquel entonces -hace alrededor de 250 años-, en el mercado español, debido a ciertos aranceles económicos, había tejidos y productos que se encontraban vetados, en especial, para las clases medias y bajas.

Sin embargo, a partir de la llegada de los Borbones al trono de nuestro país -y el correspondiente acercamiento a lo afrancesado-, esta situación cambió y comenzamos tanto a europeizarnos, por un lado, como a asentar unas bases que, si observamos con atención, aún permanecen. Sólo hace falta acudir a propuestas como la de la catalana Rosa Clará (en imagen) para descubrir que, algunas de las novias que han desfilado bajo su sello en la última edición de la Pasarela Gaudí, parecen sacadas de lienzos de la época a la que nos referimos. O echar un vistazo a las solicitadas "Merceditas" que tanto utiliza el colectivo femenino actual y que difieren bastante poco de aquel calzado que, las abuelas de nuestras tatarabuelas, solían utilizar. O regocijarse con los barrocos espectáculos que Cristian Lacroix o John Galiano ofrecen en cada una de sus colecciones.

Es parte de las conclusiones que se desprenden de Historia de la moda española, obra que acaba de publicar la investigadora Rocío Plaza Orellana y donde se desarrolla un pormenorizado estudio sobre éstas y otras cuestiones más ligadas con el traje regional, amén de aportar algunas curiosidades de la vestimenta de diario de las damas de entonces. "Antes, las señoras de las clases sociales altas no trabajaban. Por eso tenían ropa tan difícil de poner. Vivían para eso", confiesa la autora a nuestro periódico. "Como prueba, las que usaban corpiño tenían que apretarlo cada quince minutos, de tal manera que, por la noche, lograran la estrechez de cintura que deseaban".

El calzado, los complementos, las pelucas… Todo un universo estético que vuelve a cobrar vida no sin pocas dificultades. "Hay que tener en cuenta que, aunque queden lienzos, estos no especifican la forma de utilizar elementos concretos como la caramba -moña formada con lazos- o las cofias -recogido con red en la parte trasera de la cabeza-", continúa Plaza Orellana. En cambio, de lo sí que existen pruebas concretas es del eterno atrevimiento del colectivo femenino a la hora de usar ciertas creaciones. "En algunos casos, como en los del período napoleónico, se transparentaba todo, igual que un vestido mojado. Es la diferencia entre dos modelos de belleza como María Antonieta y Josefina. A la primera sólo se le veía el escote y, la segunda, parecía que llevaba un camisón", prosigue la entrevistada.

En cuanto a los colores, tampoco da la sensación de que se haya cambiado tanto puesto que, entonces como hoy, se empleaba toda la gama imaginable de tonalidades. Rojos, amarillos, rosas y púrpuras (muy caros por el coste del tinte que necesitaban), llenaban de alegría unos guardarropas hasta ese momento bastante oscuros. "Es la religión la que, de una forma u otra, marca la decencia de los tonos del vestuario", explica esta doctora en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla ilusionada por mostrar los inicios de un fenómeno que llega hasta nosotros. "Las vestimentas se homogenizan como un uniforme", aclara. "Más tarde, en el siglo XX, nos convertimos en burgueses y todos parecemos llevar lo mismo". ¿Será cierto, por tanto, la afirmación aquélla de que todo ha sido ya inventado?

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