Se podría decir que todo ha cambiado. 365 días después de aquella jornada histórica en la que las mujeres tomaron las calles, recreando una marea morada que avanzaba imparable, hemos dado un paso más. Para las que vivimos aquello, hay un cambio destacable entre lo vivido aquel 8 de marzo de 2018 y lo acontecido en éste. Un cambio sin el cual no conseguimos nada: la presencia de hombres. Porque esta manifestación, la que se volvió a celebrar en ambiente reivindicativo y festivo, ha sido muy distinta a su predecesora. Hemos cumplido un año de aquella magnífica jornada. Aquel 8-M en el que las mujeres reivindicaron sus derechos. Entonces, los hombres miraban desde lejos, apostados en las aceras, entre el desconocimiento y la pasividad. Pero el pasado viernes todo había cambiado. Muchos compañeros se unieron a ella, palmeando los cánticos de las mujeres. Dando apoyo a sus parejas, amigas, hermanas, sobrinas... Muchos hombres a los que no solo les afectan los postulados machistas en el modo en el que pensamos, como actores de ellos, sino también como personas que los sufren a diario. Porque el feminismo es necesario para todos. También para ellos, que como símbolo de masculinidad tienen que exhibirse constantemente en alerta. Para ellos, que no pueden decir lo que piensan o sienten con la misma libertad de palabra que nosotras; y mucho menos si son sentimientos.

Cuando mis amigas me preguntan por qué lucho, les respondo que por todos. Por las mujeres y por los hombres. Por las generaciones pasadas, por las presentes y por las venideras. Porque el verdadero cambio se inicia desde atrás hacia delante. En las mujeres y los hombres que hasta ahora no se habían cuestionado asuntos inamovibles. Esos mujeres y hombres de otras épocas que ahora comulgan con los postulados del movimiento, haciéndoles dudar de todo lo que asumían como verdad. Y después de la duda, la reflexión sosegada. Claro, es que tenéis razón.

Gracias a los que de manera tan categórica os lanzasteis a la calle. A los que portabais pancartas con frases de apoyo. Gracias también a los que poco a poco vais admitiendo que ciertos comportamientos o comentarios no son correctos. Porque esta revolución también es vuestra. Porque entre todos debemos contribuir a acabar con el falso mito de que esto es un estado de confrontación, porque nada más lejos de la realidad. Gracias a los que poco a poco defendéis posturas que antes ni se os pasaban por la cabeza. Con pequeños gestos como no increpar a una mujer por la calle, saliros de un grupo de WhatsApp si el tono o los comentarios no ayudan o tomando la calle en un día tan importante, para darnos la mano en una lucha que es más que necesaria. Es por eso que ésta, un año después, también ha sido una jornada histórica, y las que nos quedan, compañeros.

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