Festival Cine Málaga

La sonrisa congelada

  • El festival presenta este domingo en el Museo Picasso la restauración de 'El mundo sigue', la película maldita de Fernando Fernán Gómez, rodada en 1963 y víctima de la censura.

En 1963 rodó Fernando Fernán Gómez su tercera película como director, El mundo sigue, un drama basado en la novela de Juan Antonio Zunzunegui y protagonizado por Lina Canalejas, Gemma Cuervo, Milagros Leal, Agustín González y el propio Fernán Gómez. El filme, sin embargo, no se estrenó hasta 1965, mutilado a cuenta de la censura y destinado sin más al olvido propio de las películas malditas a cuenta del descarnado retrato que ofrecía de la sociedad de la España franquista, plagada de violencia, maltrato, pobreza y hambre. Pero el ostracismo tiene las horas contadas: el Festival de Málaga presentará mañana domingo a las 17:30 en el Museo Picasso la edición debidamente restaurada de El mundo sigue, en un encuentro enmarcado como Sesión Premium que contará con la participación de Fernando Trueba, José Sacristán, Gemma Cuervo, Verónica Sánchez y Juan Estelrich, titular de los derechos del filme. Con semejante puesta de largo, el certamen malagueño se reserva el derecho a hacer historia además, claro, de hacer justicia.

En su libro de memorias, El tiempo amarillo, reeditado recientemente por el sello Capitán Swing, Fernando Fernán Gómez escribía así sobre El mundo sigue: "La película nunca se exhibió ante el público de una manera normal. Fue rechazada por el público antes de que pudiera verla (...). En otro aspecto se diferencia de casi todas las que he dirigido: ésta no es una película cómica. Ni de humor, como puede serlo La vida por delante, ni paródica, como La venganza de Don Mendo. No faltó quien me dijera que la película le había divertido porque la había encontrado cómica en el fondo, incluso en la forma. Veía en ella una sátira, algo de esperpento. Desde luego, ésa no era mi intención. Lo de sátira no lo rechazo, pero nunca sátira cómica, sino sátira triste. Y en cuanto a lo de esperpento, casi siempre asoma la oreja cuando se intenta retratar la vida española. La comicidad no la encuentro, pero acepto que la pueda añadir algún espectador, como la suelen añadir los niños cuando ven dramas para mayores. A mí, las cosas que suceden en la película (...) me parecen un drama. En el sentido figurado del término drama".

Y continúa: "Zunzunegui, el autor de la novela, tenía grandes dotes de observación y una aguda intuición para imaginar lo que no estaba en su entorno. Conseguía en su obra que los personajes pareciesen siempre seres vivos, y particularmente en aquella novela, mostraba una gran habilidad para dramatizar -ahora sí utilizo el término en su sentido literario- las situaciones, el choque de sentimientos, de conductas.

Todo esto parecía un material sugerente para hacer una película. Cuando menos, una película a mi gusto aunque no fuera el gusto de la inmensa mayoría, y quizás tampoco el de la minoría selecta. Creo tener una especie de fijación con los temas de la pobre gente, de la gente común. Fijación que me viene quizás de que en mi infancia, cuando leía a Salgari, a Edgar Wallace, a Julio Verne, a Rafael Sabatini, una de las primeras novelas serias que leí, para mayores, fue Los miserables, de Victor Hugo. Pero en mi vida profesional he tenido pocas oportunidades de trabajar sobre las pobres gentes, sobre estos ambientes, porque en los años que me ha tocado vivir las autoridades los consideraban delicados y los empresarios poco rentables".

Merece la pena continuar con la reflexión del propio Fernán Gómez sobre su película: "También un amplio sector del público rechaza las películas que hablan de las penas que tienen en casa. En cambio, yo reconozco que cuando en el cine, en el teatro, en las novelas, en la poesía, encuentro algo que me parece referirse a mis penas siento como si el autor, con su comprensión, a través del tiempo y de la distancia, me echase una mano; y esta comunicación con un desconocido -más conocido a partir de este momento que algunos amigos- me cambia el dolor en placer, y hasta me regodeo en mi tristeza". Y concluye: "Pero este sentimiento no debe de ser mayoritario. Una prueba de ello es que El mundo sigue no llegó ni a estrenarse".

La deuda quedará hoy satisfecha en Málaga, aunque sólo en parte. Tal y como demuestra la sección oficial del festival, la temática social, incluso en su acepción más dolorosa, es materia escogida por no pocos cineastas. Pero siempre, aún, fuera de la industria. De todas formas, he aquí un corazón para quien lo quiera.

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