Crítica '15 años y un día'.

A la espera del cine, o de la vida

15 años y un día. Drama, España, 2013, 96 min. Dirección: Gracia Querejeta. Intérpretes: Maribel Verdú, Tito Valverde, Aron Piper, Belén López. Guión: Gracia Querejeta, Antonio Santos Mercero. Fotografía: Juan Carlos Gómez. Música: Pablo Salinas.

En 15 años y un día, la película ganadora de la Biznaga de Oro del Festival de Málaga, todo funciona como una balanza que busca la confluencia de muchos cauces en serena igualdad: lo que empieza como un relato iniciático en el que un adolescente metido en líos es enviado junto a su abuelo, un veterano de la Guerra de los Balcanes (soberbio Tito Valverde en su esperado regreso a la gran pantalla), para que lo meta en cintura, termina siendo un drama que aborda asuntos como la inmigración, el suicidio, la memoria, la culpa y, claro, las relaciones humanas, las familiares y las sentimentales. Gracia Querejeta muestra una habilidad pasmosa al manejar la balanza para que todo resulte tocado por una agradable naturalidad, sin apabullar pero sin ahorrar malos tragos. Lo mejor es el modo en que decide filmar las emociones, siempre de tú, como en el magistral plano secuencia de seis minutos que rodea a una impecable Maribel Verdú mientras su personaje confiesa lo inconfesable a su hijo en coma. Sí, todo está muy bien. Lo que ocurre es que uno se pasa toda la película esperando cosas que no suceden. El ejemplo clave es el abuelo, cuya presunta referencia ética queda pronto en agua de borrajas (¿Hacía falta demostrar su soledad en una escena tan explícita como la del prostíbulo? ¿No había quedado clara?). Sí, seguramente la vida es así de traicionera. Pero el cine debería estar para darle algo de lustre, ¿no?

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