'Un café con...' | Festival de Sevilla

Visiones colaterales de la guerra

  • Los cineastas indagan en los conflictos bélicos y la idiosincrasia local

Massimo D’Anolfi, Rachel Lang y Nino Martínez Sosa, ayer en el ciclo ‘Un café con...’.

Massimo D’Anolfi, Rachel Lang y Nino Martínez Sosa, ayer en el ciclo ‘Un café con...’. / José Ángel García

Si hay un acontecimiento desgraciadamente universal, en el espacio y en el tiempo, es la guerra. En el Festival de Sevilla concididen este año cintas de diversas latitudes con conflictos bélicos como telón de fondo como Our Men, de Rachel Lang; Guerra e Pace, de Massimo D’Anolfi; y Liborio, de Nino Martínez Sosa. Ninguna se centra en la guerra en sí sino en protagonistas o elementos colaterales.

El ciclo Un café con..., patrocinado por Diario de Sevilla, reunió ayer a los directores de estas tres cintas programadas en secciones paralelas. En Our men Lang se fija en la Legión francesa, integrada por miembros de "más de 150 países", durante la invasión de Córcega interesándose en cómo viven las esposas de los combatientes "haciéndose cargo del día a día de sus familias en un país extranjero y sin saber si sus parejas van a volver".

Por su parte, Martínez Sosa recupera una figura de su República Dominicana natal, "silenciada" por la Historia y que sólo ha permanecido gracias a la "oralidad". Se trata del conocido como Papa Liborio, guerrillero de principios del siglo XX durante la primera invasión norteamericana en el país caribeño, si bien el cineasta deja claro que "no es una película histórica ni un biopic" sino una aproximación a "cómo vive, en qué creen" sus seguidores, abordando la transformación que la entrada del capitalismo supuso en el campesinado de su país, con la religiosidad popular como transfondo.

En Guerra e Pace, el italiano D’Anolfi hace "un homenaje a los archivos" para destacar "la importancia de las imágenes" en los conflictos bélicos. Así, desde "la primera guerra filmada, la invasión italiana de Libia" hace un recorrido por el siglo XX "no cronológico pero sí dividido en varias etapas históricas". El director lamenta que guardar esta memoria de lo sucedido no evita la guerra, pero reivindica la importancia de estas imágenes para la sociedad.

Tres ciudades e historias

El ciclo reunió ayer también a Nicolas Peduzzi, Araceli Lemos y David Pantaleón, en cuyas obras el espacio en el que trancurren tiene un papel fundamental. Peduzzi vuelve a Houston en Ghost song, una ciudad que le "enamoró" cuando rodó allí Southern Belle (presentada en el SEFF en 2017), en esta ocasión en vísperas de un huracán que le sirve para mostrar, a ritmo de hip hop, la dicotomía de una ciudad "conservadora pero con una subcultura underground" y dividida "al 50% en blancos y negros".

También en Holy Emy, primer largometraje de Lemos, el escenario es clave para adentrarse en una minoría filipina en Grecia a través de la protagonista, de segunda generación. Según relató, se trata de una "comunidad muy cerrada" de la que es frecuente ver por Atenas "a grupos de mujeres, ya que la mayoría trabajan en el servicio doméstico, mientras que los hombres están más ausentes pues trabajan en su mayoría en barcos" y en la que se introdujo para su película.

Y sin duda el paisaje y la idiosincrasia local son fundamentales en Rendir los machos, ópera prima del canario David Pantaleón, una mezcla de western y road movie con la feria ganadera de Fuerteventura como telón de fondo del viaje de dos hermanos que deben atravesar la isla con su ganado, una aproximación a unos eventos que Pantaleón comparó con humor con los festivales de cine donde "en vez de con tu película vas con tu cabra y los ganaderos también tienen sus backstages".

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